Trump pretende obligar a Apple a producir en EE.UU., una meta “irrealista” según analistas

Trump pretende obligar a Apple a producir en EE.UU., una meta “irrealista” según analistas

El presidente Donald Trump exigió el viernes a Apple que vuelva a producir sus iPhones en Estados Unidos, bajo amenaza de aranceles de “al menos el 25%”, pero la mayoría de los analistas considera que la idea es poco realista a corto plazo.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El presidente Donald Trump ha lanzado una nueva amenaza a Apple, pidiendo que la compañía vuelva a producir iPhones en Estados Unidos bajo la amenaza de imponer aranceles de al menos el 25% a los dispositivos importados. Este movimiento, que Trump extendió a todos los fabricantes de teléfonos inteligentes fuera de EE.UU., ha generado escepticismo entre analistas, quienes consideran que la idea de relocalizar la producción es poco realista a corto plazo.


Durante una conferencia de prensa en Washington, Trump enfatizó su deseo de que Apple fabrique sus productos en territorio estadounidense, excluyendo a países como India de la ecuación. “No nos interesa que los fabrique en India. India puede valerse por sí misma”, afirmó durante su visita a Catar, lo que sugiere que el presidente no solo busca una producción nacional, sino que también quiere poner presión sobre las cadenas de suministro globales.


A pesar de estas proclamaciones, Apple ha estado ensamblando la mayoría de sus iPhones en China durante años, confiando en sus subcontratistas taiwaneses Foxconn y Pegatron para llevar a cabo gran parte de su producción. Sin embargo, en respuesta a la creciente tensión entre EE.UU. y China, la compañía ha comenzado a diversificar su producción, trasladando parte de su ensamblaje a India desde 2018.


Recientemente, se ha informado que Apple ha acelerado esta transición, con el objetivo de que la mayoría de los iPhones vendidos en Estados Unidos durante el trimestre actual provengan de India. Esta estrategia no solo busca reducir la dependencia de China, sino que también les permite a los consumidores estadounidenses evitar altos aranceles impuestos a los productos provenientes de ese país.


Analistas de Bank of America han señalado que, aunque podría ser factible ubicar el ensamblaje final de algunos productos en EE.UU., reubicar toda la cadena de suministro es un desafío mucho más complicado que podría llevar años, si es que llega a concretarse. Según sus estimaciones, una reubicación completa de la producción podría resultar en un aumento del 25% en el precio de los iPhones, un costo que muchos consumidores estadounidenses podrían no estar dispuestos a asumir.


Desde el ámbito financiero, la reacción del mercado ha sido mixta. Tras la amenaza de Trump, las acciones de Apple cayeron casi un 4% al inicio de la jornada en la Bolsa de Nueva York, aunque, con el paso del tiempo, lograron estabilizarse con una disminución más moderada del 2.50%. Esto sugiere que, aunque la amenaza de aranceles ha generado cierta preocupación, los inversores están evaluando la situación de manera más global.


Las predicciones de analistas de Wedbush Securities son aún más contundentes, sugiriendo que si se lleva a cabo una producción completa en EE.UU., los precios de los nuevos modelos de iPhone podrían alcanzar cifras astronómicas, estimándose que un dispositivo podría costar hasta $3,500, en comparación con los $799 actuales del iPhone 16. Esta disparidad en los precios plantea serias dudas sobre la viabilidad de la estrategia de Trump.


Además, la competencia en el mercado de smartphones no se limita solo a Apple. Empresas como Samsung, que también podrían verse afectadas por los nuevos aranceles, están observando con atención la situación. La posibilidad de que otros fabricantes se vean obligados a revaluar sus cadenas de suministro podría tener repercusiones significativas en la industria en general.


A medida que la administración Trump continúa presionando por la producción nacional, el desafío que enfrenta Apple es enorme. La compañía no sólo necesita adaptarse a las demandas del presidente, sino que también debe considerar la logística, los costos y las implicaciones para sus consumidores. La posibilidad de que este escenario se convierta en una realidad parece lejana, aunque no hay duda de que la presión política sobre los gigantes tecnológicos seguirá aumentando.


En conclusión, la demanda de Trump a Apple es un reflejo de un entorno económico en evolución, donde las tensiones comerciales y la búsqueda de producción local están redefiniendo las estrategias de las grandes corporaciones. Sin embargo, a medida que se avanza hacia un futuro incierto, la implementación de tales cambios requerirá más que simplemente una orden presidencial; se necesitará un enfoque más integral, colaborativo y realista.

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