El burócrata enemigo

El burócrata enemigo

A veces la burocracia peruana parece un mal chiste. ¿Cuál es el afán de entorpecer una de las pocas y más grandes inversiones que se han hecho en el país en los últimos años, como es el caso del megapuerto de Chancay? ¿Cómo es posible que un burócrata tenga tanto poder para querer cambiar de la noche a la mañana las reglas de juego a quiénes aún deciden apostar por el Perú?

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro

El burócrata enemigo


Porque hay que ser muy directos en este asunto. El puerto de Chancay apunta a convertirse en el más importante de América Latina con una inversión inicial de US$ 1,300 millones, que alcanzará los US$3,500 millones cuando se expanda al máximo de su capacidad. Sin embargo, a pesar de este potencial para impulsar el desarrollo económico de la región, un enemigo inesperado se ha presentado en el camino: la burocracia.


Este ambicioso proyecto, que se espera genere miles de empleos y dinamice el comercio internacional, se ha visto obstaculizado por trámites y permisos que se demoran más de lo esperado. La lentitud en la gestión de los procesos administrativos ha generado preocupación en los inversionistas y en la población en general, que ven en el puerto de Chancay una oportunidad única para el crecimiento y la prosperidad de la zona.


Se ha vuelto evidente que la burocracia, lejos de facilitar la ejecución de proyectos de esta envergadura, se convierte en un obstáculo que frena el desarrollo. Los constantes trámites y requisitos exigidos por las entidades gubernamentales han ralentizado el avance de las obras y generado incertidumbre en torno al futuro del puerto de Chancay.


Es necesario que las autoridades competentes tomen cartas en el asunto y agilicen los procesos burocráticos para permitir que este proyecto se concrete en los plazos previstos. La inversión y la confianza de los empresarios no deben ser puestas en riesgo por la ineficiencia de la administración pública.


El puerto de Chancay representa una oportunidad única para el desarrollo económico y social de la región, y su éxito dependerá en gran medida de la capacidad de superar los obstáculos que impone la burocracia. Es hora de dejar de lado los trámites interminables y los papeleos excesivos para dar paso a la acción y al progreso.


La sociedad civil y los sectores empresariales están atentos a la evolución de este proyecto, que promete transformar la realidad de la zona y convertirse en un motor de crecimiento para todo el país. No permitamos que la burocracia sea el enemigo que frene el desarrollo de una iniciativa con tanto potencial. Ha llegado el momento de tomar decisiones valientes y enfocadas en el bienestar de la comunidad.

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