
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




El anuncio del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, de imponer aranceles recíprocos a Estados Unidos, ha provocado una importante conmoción en el ámbito económico y político norteamericano. La decisión llega en respuesta a las recientes medidas del presidente estadounidense, Donald Trump, quien confirmó la aplicación de un arancel del 25% sobre productos canadienses y mexicanos, un movimiento que ha sido percibido como una agresión comercial injustificada por parte de Ottawa. Trudeau, en un comunicado emitido la noche del lunes, sostuvo que Canadá no se quedaría de brazos cruzados ante esta medida, reiterando su compromiso con la defensa de la economía canadiense y la protección de los empleos locales. Los aranceles canadienses se aplicarán sobre un total de 155.000 millones de dólares en productos estadounidenses, de los cuales 30.000 millones se verán afectados de inmediato, mientras que el resto se implementará en un plazo de 21 días. El primer ministro subrayó que estos aranceles permanecerán vigentes hasta que Estados Unidos decida retirar sus propias tasas. En sus declaraciones, Trudeau enfatizó que la situación provocará un aumento en los costos para los consumidores estadounidenses y podría resultar en la pérdida de miles de empleos en Estados Unidos, un efecto colateral que, según él, se debería a la política de su vecino del sur. Trudeau también hizo hincapié en que la imposición de aranceles no solo afectará a la economía, sino que también perturbará lo que ha sido una relación comercial extraordinariamente exitosa entre ambos países. Señaló que estas acciones violan el mismo acuerdo comercial que Trump negoció durante su mandato, lo que añade una capa adicional de complejidad a las relaciones bilaterales. Uno de los puntos centrales en el discurso de Trudeau fue el reconocimiento de los avances que Canadá ha hecho en la lucha contra el tráfico de fentanilo, un tema que ha sido una de las justificaciones para la imposición de los aranceles estadounidenses. El primer ministro destacó que las incautaciones de este opioide han disminuido un 97% en el último mes, gracias a los esfuerzos estrechamente coordinados entre las autoridades canadienses y estadounidenses. En este contexto, Trudeau recordó que menos del uno por ciento del fentanilo interceptado en la frontera estadounidense proviene de Canadá, lo que pone de relieve la efectividad de las medidas adoptadas por su gobierno en la lucha contra este problema. Entre estas medidas se incluyen la implementación de un plan fronterizo de 1.300 millones de dólares y la designación de un 'zar del fentanilo', junto con la inclusión de cárteles transnacionales como organizaciones terroristas. El primer ministro también anunció el lanzamiento de una célula de Inteligencia Operativa Conjunta y la formación de una fuerza de ataque conjunta entre Canadá y Estados Unidos para abordar el crimen organizado. Estas iniciativas son testimonio del compromiso de Canadá hacia la colaboración en la seguridad fronteriza, a pesar de las tensiones comerciales actuales. La reacción de Trudeau ha sido recibida con gran atención en ambos lados de la frontera, ya que muchos analistas prevén que esta escalada en la guerra comercial podría tener repercusiones significativas en las economías de ambas naciones. La preocupación es que un conflicto prolongado podría resultar en una desaceleración económica, afectando no solo a los sectores involucrados, sino también a la confianza del consumidor y a la estabilidad del mercado. Mientras tanto, la administración de Trump ha defendido su postura, argumentando que los aranceles son necesarios para proteger los intereses económicos estadounidenses y combatir el tráfico de fentanilo. Sin embargo, la respuesta de Trudeau plantea interrogantes sobre la salud futura de las relaciones comerciales entre Canadá y Estados Unidos, que han sido históricamente fuertes, pero que ahora se encuentran en un momento crítico. En un mundo interconectado, donde las cadenas de suministro se extienden a lo largo de fronteras y los mercados dependen de la cooperación internacional, la escalada de tensiones comerciales podría en última instancia resultar perjudicial para ambos países. La situación actual subraya la importancia de la diplomacia y el diálogo en la búsqueda de soluciones sostenibles a los desafíos compartidos, en lugar de recurrir a medidas que solo incrementan la hostilidad y la desconfianza entre naciones.