
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Economía y Finanzas 17.03.2025
En un movimiento significativo para abordar la creciente preocupación por el encarecimiento de los alimentos básicos, Brasil ha decidido reducir los aranceles de importación a productos esenciales, que van desde la carne hasta las sardinas. Esta decisión se produce en un contexto complicado, donde la popularidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva se ha visto erosionada por la inflación, que ha comenzado a afectar la vida cotidiana de los brasileños. Con esta medida, el gobierno busca aliviar la presión sobre los consumidores y, al mismo tiempo, contrarrestar las políticas proteccionistas de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.
El anuncio fue realizado por el vicepresidente y ministro de Industria y Comercio, Geraldo Alckmin, quien explicó que la reducción de aranceles se implementará en cuestión de días. Esta medida no solo se centra en los productos más demandados por los consumidores, sino que también pretende demostrar que el gobierno está tomando acción frente a un problema que afecta a millones. Entre los productos cuyos aranceles se eliminarán por completo están la carne, el café, el azúcar, el maíz, el aceite de girasol, el aceite de oliva, las sardinas, las galletas y la pasta, con tasas que varían del 7,2% al 32%.
Sin embargo, los economistas han manifestado su escepticismo sobre el impacto real de estas reducciones. A pesar de que Brasil es un productor líder en muchas de las categorías mencionadas, los fenómenos climáticos extremos que han afectado la producción local pueden limitar la efectividad de esta política. Felipe Camargo, economista de Oxford Economics, menciona que la mayoría de los productos son producidos en el país, lo que plantea preguntas sobre la necesidad de importar más. Por otro lado, la medida podría tener un valor simbólico más que práctico, siendo interpretada como un intento político de Lula para recuperar apoyo popular.
La inflación ha sido un tema recurrente en Brasil, con un aumento del 4,96% en febrero, superando el objetivo del 4,5% fijado por el gobierno. El encarecimiento de alimentos y bebidas, que registró un 7,12% en tasa interanual, ha sido un factor crucial en la disminución del respaldo a Lula, que, a pesar de haber impulsado un crecimiento robusto del PIB y una baja tasa de desempleo, se enfrenta a la presión de una ciudadanía cada vez más afectada por el costo de vida.
William Jackson, director de mercados emergentes en Capital Economics, advierte que, aunque la reducción de aranceles podría llevar a una ligera disminución en los precios finales, existen factores externos que influyen en la inflación de alimentos, como incendios y sequías. Estas condiciones pueden complicar aún más la situación, lo que podría llevar a que los precios de los alimentos se incrementen en los próximos meses.
La decisión de Brasil de flexibilizar sus barreras comerciales es notable, especialmente considerando que el país ha sido históricamente proteccionista. Esta medida podría no solo mejorar el acceso a alimentos básicos para la población, sino también ser estratégica en el contexto de negociaciones comerciales futuras con Estados Unidos, donde las tensiones comerciales han aumentado por los aranceles impuestos por Trump a diversas naciones.
El impacto global del encarecimiento de alimentos es un fenómeno que está generando preocupación en múltiples mercados emergentes y en Estados Unidos. Cristiano Oliveira, director economista del Banco Pine, señala que es probable que el problema de la inflación alimentaria gane aún más relevancia en los próximos meses, alimentado por las políticas comerciales desiguales y las dinámicas del mercado internacional.
Así, la reducción de aranceles a los alimentos en Brasil no solo es una medida económica, sino también un intento por parte del gobierno de restaurar la confianza de los ciudadanos en un contexto donde la inflación afecta la calidad de vida. Con un movimiento que busca equilibrar la presión interna y las dinámicas externas, el futuro de la política alimentaria brasileña se presenta incierto, con la esperanza de que estas medidas logren verdaderamente beneficiar a los consumidores en un país donde la seguridad alimentaria es un tema crítico.
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