Barcelona cierra 2024 con deuda de 1.390 millones y un superávit de 45,2 millones

Barcelona cierra 2024 con deuda de 1.390 millones y un superávit de 45,2 millones

Barcelona cierra 2024 con una deuda de 1.390 millones de euros, un aumento del 4,2%. A pesar de ello, presenta un superávit de 45,2 millones.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El Ayuntamiento de Barcelona ha cerrado el año 2024 con una deuda consolidada de 1.390 millones de euros, lo que representa un aumento del 4,2% respecto al año anterior. Esta cifra ha sido objeto de discusión en una reciente rueda de prensa, donde el teniente de alcalde de economía, Jordi Valls, y la gerente municipal, Laia Claverol, expusieron las razones detrás de este incremento y las expectativas para el futuro. La deuda ha sido impulsada por dos factores principales. Por un lado, las políticas expansivas implementadas por el gobierno municipal tras el estallido de la pandemia de Covid-19, liderado en ese entonces por Ada Colau y que contaba con la colaboración del PSC. Con el objetivo de reactivar la economía, el Consistorio marcó una agenda inversora ambiciosa que incluye reformas en zonas emblemáticas de la ciudad como Via Laietana, La Rambla y el tramo central de la Diagonal, todos proyectos que aún se encuentran en ejecución. Por otro lado, un cambio en la forma en que se contabiliza la deuda también ha contribuido a este aumento. En 2022, el Banco de España decidió incluir en el perímetro municipal al Institut Municipal d'Habitatge i Rehabilitació (IMHR), que, debido a su labor en la promoción de vivienda pública, arrastra una considerable carga financiera. Este cambio contable ha elevado la cifra de deuda municipal, que pasó de 1.333 millones en 2023 a 1.390 millones, según el protocolo de déficit excesivo del supervisor financiero. A pesar de este incremento, Valls y Claverol han señalado que el equipo de gobierno prevé que la deuda se mantenga estable en 2025. De hecho, cuando se excluyen las empresas públicas, la deuda real del consistorio se sitúa en 1.036 millones, lo que representa un 29% sobre los ingresos corrientes. Este porcentaje es crucial, ya que la legislación establece que la deuda de los entes locales no puede superar el 75%. En un esfuerzo por mantener un compromiso fiscal responsable, el Ayuntamiento se ha autoimpuesto un límite del 35%. Claverol enfatizó que el consistorio no tiene mucho margen para aumentar su endeudamiento, a pesar de las críticas y preocupaciones expresadas por varios grupos de la oposición. La normativa vigente permite que la deuda se destine únicamente a financiar inversiones y no a cubrir gastos corrientes, lo que limita la capacidad de acción del gobierno municipal en términos de nuevos proyectos. A pesar del aumento en la deuda, la situación financiera del Ayuntamiento presenta algunas notas positivas. Excluyendo las empresas públicas, el Consistorio logró cerrar 2024 con un superávit de 45,2 millones de euros, lo que indica una gestión fiscal prudente. Además, el tiempo medio de pago a proveedores se situó en 21,7 días, muy por debajo de los 30 días que la ley establece como máximo. Estos datos reflejan la solvencia del Ayuntamiento de Barcelona y contrastan con las alarmas que algunos sectores han levantado sobre la deuda pública. Las agencias de calificación también han otorgado informes favorables que respaldan la estabilidad financiera del consistorio. Es importante señalar que, aunque la deuda ha crecido, la estrategia de inversión del gobierno municipal busca fortalecer la infraestructura y los servicios de la ciudad a largo plazo. Las reformas en curso son vistas como una inversión en el futuro que podría generar un crecimiento económico sostenible y mejorar la calidad de vida en Barcelona. La gestión de la deuda y las políticas económicas del Ayuntamiento serán, sin duda, un tema central en el debate político durante el próximo año. Con un panorama económico incierto, el equipo de gobierno deberá navegar con cuidado entre la necesidad de invertir en la ciudad y el imperativo de mantener la estabilidad financiera. La capacidad de Barcelona para recuperarse de la crisis sanitaria y económica del pasado reciente dependerá en gran medida de cómo maneje estas complejas dinámicas.

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