
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Las primeras semanas del segundo mandato de Donald Trump han despertado tanto inquietud como desconcierto entre los aliados tradicionales de Estados Unidos, así como en el sector empresarial que depende del flujo constante de inversiones y decisiones claras. La falta de una dirección económica coherente ha llevado a muchas empresas, tanto estadounidenses como extranjeras, a congelar sus planes de inversión y contratación, generando un ambiente de incertidumbre que podría tener repercusiones económicas significativas. Esta estrategia de Trump parece no ser un mero capricho, sino una táctica deliberada que busca crear confusión entre sus contrapartes internacionales. Al adoptar un enfoque errático y maximalista en sus negociaciones, el presidente parece estar tratando de presionar a otros países para que hagan concesiones en sus demandas. Ucrania, bajo la presidencia de Volodímir Zelenski, se presenta como uno de los principales afectados de esta "geopolítica del desconcierto". La falta de claridad en las políticas de Trump está generando una atmósfera de inestabilidad que no solo puede afectar a la economía global, sino que también puede poner en peligro la posición de Estados Unidos como un mercado seguro y predecible. Los primeros indicadores económicos apuntan a un desempeño del mercado laboral que no cumple con las expectativas, lo que ha llevado a analistas y economistas a advertir que las consecuencias de esta gestión poco convencional podrían materializarse más pronto de lo previsto. A medida que las empresas evalúan la situación, el ambiente se torna más sombrío. Las decisiones atadas al futuro económico de Estados Unidos dependen en gran medida de la claridad que los líderes empresariales buscan desesperadamente. Un claro ejemplo de esta confusión radica en la política arancelaria de Trump. A pesar de los acuerdos de libre comercio firmados con países como Canadá y México, la incertidumbre persiste sobre el futuro de las relaciones comerciales. La amenaza constante de aranceles y cambios en las regulaciones aduaneras ha llevado a la paralización de inversiones en sectores clave como el automotriz. Esto no solo afecta a las empresas extranjeras, sino que también deja a las empresas estadounidenses en una situación precaria, donde la confianza en el clima de negocios ha comenzado a erosionarse. Además, el comportamiento errático de Trump respecto a los aranceles puede tener repercusiones no deseadas en la balanza comercial de Estados Unidos. La guerra comercial que ha declarado contra varios países, al elevar los aranceles para productos importados, puede resultar en represalias que incrementen los costos de las exportaciones estadounidenses en el extranjero. Esta dinámica, lejos de fortalecer la economía norteamericana, podría debilitarla en el contexto de un mundo que responde de manera recíproca a las agresiones comerciales. La retórica desafiante de Trump también se ha extendido a su relación con Rusia. Luego de semanas de intentos de acercamiento con el Kremlin para buscar una solución al conflicto en Ucrania, Trump amenazó con sanciones y aranceles severos contra Rusia, intensificando la confusión en su política exterior. Esta contradicción en su enfoque no hace más que añadir un nuevo nivel de incertidumbre en un ambiente ya de por sí inestable. Las advertencias sobre los efectos adversos de una política económica beligerante parecen haber caído en oídos sordos. A medida que la economía estadounidense enfrenta la amenaza de una nueva espiral inflacionista, los ejecutivos y analistas del mercado están cada vez más preocupados por la falta de un plan claro y sostenible. La presión para mantener un clima de negocios favorable se ve opacada por la incertidumbre que genera el estilo de liderazgo de Trump, lo que pone de manifiesto las consecuencias de una administración que parece regirse más por la provocación que por la planificación estratégica. Con esta geopolítica del desconcierto, Trump está arriesgando no solo la estabilidad de su administración, sino también la posición de Estados Unidos en un mundo cada vez más interconectado y competitivo. La falta de previsibilidad, la aparición de medidas repentinas y la inconsistencia en las políticas económicas están erosionando la confianza en el mercado estadounidense, un pilar que ha sostenido su economía durante décadas. La comunidad empresarial, que había aguardado esperanzada un clima de inversión positivo bajo el nuevo mandato republicano, ahora enfrenta un futuro incierto. La necesidad de claridad en las políticas económicas y comerciales nunca ha sido tan urgente. La pregunta que queda en el aire es si Trump podrá transformar su enfoque errático en una estrategia clara que no solo beneficie a su país, sino que también restaure la confianza en el liderazgo de Estados Unidos en el escenario global.