Aplazamiento de aranceles revela el daño autoinfligido de las políticas de Trump

Aplazamiento de aranceles revela el daño autoinfligido de las políticas de Trump

El aplazamiento de aranceles por Trump revela daños económicos autoinfligidos, mientras Canadá y México responden con sus propias medidas.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El reciente aplazamiento de los aranceles a los automóviles por parte de la Casa Blanca ha puesto de manifiesto un aspecto crucial de la política comercial de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump: el daño autoinfligido que estas medidas pueden causar es, en muchos casos, más significativo que las represalias que se puedan esperar de los socios comerciales. Este aplazamiento sugiere que, a pesar de la firmeza retórica del presidente, la realidad económica puede estar jugando en su contra, y los efectos adversos de sus decisiones están comenzando a evidenciarse. Desde el inicio de la guerra comercial, los países vecinos como Canadá y México han comenzado a ejecutar sus propias estrategias de respuesta. Canadá, por ejemplo, ha impuesto aranceles a una lista predefinida de productos estadounidenses, mientras que México ha advertido de represalias si no se levantan los aranceles en un plazo estipulado. A pesar de que estas acciones son políticamente correctas y reflejan un aumento del orgullo nacional en ambos países, la historia ha demostrado que las represalias comerciales pueden tener un impacto limitado y predecible. Trump, en su estilo característicamente populista, se ha colocado como un líder que cree tener una conexión directa con el pueblo estadounidense. Un estudio académico reciente indica que sus políticas arancelarias le han granjeado apoyo popular, a pesar de que estas medidas causan daños visibles a la economía. Esta situación resalta una desconexión entre las acciones del gobierno y las consecuencias económicas que enfrentan muchos ciudadanos. En términos de autarquía económica, Estados Unidos se presenta como una nación relativamente autosuficiente. En 2023, el nivel de exportaciones e importaciones representó solo el 12,7% del PIB, una cifra que contrasta drásticamente con las proporciones de otras economías como la Unión Europea o Corea del Sur. Esto implica que la economía estadounidense no se cimenta en el comercio internacional de la misma forma que otras naciones, lo que podría ser un factor a favor de Trump a corto plazo. Sin embargo, este enfoque tiene sus limitaciones. La falta de coordinación entre los principales socios comerciales de Estados Unidos, que van desde Canadá y México hasta la UE y China, dificulta la respuesta colectiva frente a las medidas proteccionistas de Trump. Cada uno de estos países tiene intereses económicos y políticos diversos, lo que complica la formación de una coalición unificada. Las respuestas tradicionales a aranceles, como la imposición de tarifas sobre productos sensibles, parecen no ser suficientes para penetrar la coraza del presidente. Lo que es más preocupante es que la administración Trump parece estar llevando a cabo una guerra comercial que podría acarrear consecuencias económicas severas para el país. Los aranceles que se están implementando son significativamente más altos que los de su primer mandato, y a medida que las cadenas de suministro comienzan a verse afectadas, el impacto negativo será más profundo. Las decisiones de Trump están provocando una inquietud palpable en el ámbito empresarial y entre los consumidores, lo que se traduce en una sensación general de incertidumbre económica. Canadá, por su parte, tiene la capacidad de responder de maneras que pueden afectar significativamente a la economía estadounidense. La interrupción de las importaciones, especialmente en el ámbito energético, puede ser devastadora. A largo plazo, los estados que dependen de estas relaciones comerciales podrían reevaluar su dependencia de Estados Unidos, lo que resultaría en un cambio en la dinámica económica regional. La realidad es que la economía estadounidense no está en condiciones óptimas para soportar una serie de golpes autoinfligidos. Ya se observan señales de debilidad económica, con una disminución en la confianza empresarial y de los consumidores, además de un impacto en los mercados financieros. La caída del dólar y los aumentos en los precios de ciertos productos son indicativos de que la política arancelaria podría estar comenzando a hacer mella en el bienestar económico del país. Finalmente, aunque no parece realista esperar una respuesta coordinada a corto plazo frente a las políticas de Trump, la historia sugiere que el proteccionismo podría convertirse en el peor enemigo del propio presidente y de Estados Unidos. La interconexión de las economías globales significa que las decisiones unilaterales pueden tener repercusiones que se extienden más allá de las fronteras. Si las primeras señales de debilidad económica se consolidan, Trump podría encontrarse en una encrucijada difícil, donde sus políticas podrían volverse en su contra, afectando no solo su legado, sino también la estabilidad económica del país.

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