Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La actividad económica de la eurozona volvió a experimentar una caída en diciembre, marcando el cierre de 2024 en un contexto de fragilidad económica. A pesar de las dificultades, España se destacó al alcanzar niveles de actividad que no se veían desde hace casi dos años, lo que sugiere un resurgimiento en su sector privado. Según el índice PMI compuesto de la eurozona, la cifra se situó en 49,6 puntos, un ligero repunte desde los 48,3 registrados en noviembre, aunque todavía por debajo de la barrera de los 50 puntos que delimita la expansión de la contracción económica. El sector servicios en particular mostró un comportamiento más optimista, alcanzando un PMI de 51,6 puntos, lo que indica una leve expansión en comparación con los 49,5 puntos del mes anterior. Este incremento puede reflejar un cambio en la percepción de los consumidores y una posible recuperación en la demanda interna en países como España e Irlanda, que se beneficiaron de un dinamismo notable en su actividad comercial. Esta tendencia contrasta marcadamente con la de otras economías de la eurozona, donde Alemania, Francia e Italia registraron caídas significativas en su actividad comercial. Francia se posicionó como el país más afectado, con un PMI de 47,5, seguido por Alemania con 48 puntos e Italia con un leve descenso a 49,7. Estas cifras sugieren que la actividad económica en estas naciones se encuentra en una fase de declive, lo que podría tener repercusiones más amplias en la estabilidad de la eurozona. A esta situación compleja se suman las presiones inflacionistas que han comenzado a intensificarse, afectando directamente los costos operativos de las empresas y, por ende, los precios que trasladan a los consumidores. A pesar de las dificultades, las expectativas de crecimiento para los próximos doce meses han mostrado cierta mejoría, alcanzando su nivel más alto en tres meses. Sin embargo, estas expectativas aún se consideran "débiles", lo que refleja un escepticismo persistente entre los empresarios sobre la recuperación económica a corto plazo. Este ambiente de incertidumbre puede influir en las decisiones de inversión y en la planificación empresarial en la región. Cyrus de la Rubia, economista jefe del Hamburg Commercial Bank, destacó que, aunque los datos del PMI no ofrecen una base sólida para un auge en el sector servicios en 2025, el hecho de que los nuevos pedidos hayan dejado de caer y que la disminución de los pedidos pendientes se haya atenuado es un signo positivo. Este análisis sugiere que, si bien los retos siguen siendo significativos, hay destellos de optimismo que podrían ayudar a estabilizar la economía regional. Resulta interesante notar que las empresas del sector servicios se encuentran en una posición relativamente más favorable que los fabricantes, ya que no enfrentan directamente la amenaza de aranceles estadounidenses. Esta diferencia podría garantizar que la debilidad industrial no arrastre a toda la economía de la eurozona en el próximo año, permitiendo que el sector servicios se mantenga como un pilar de sostenibilidad. Sin embargo, la inflación en el sector servicios se ha mantenido en niveles preocupantes, impulsada por el incremento de los costos y su traslado a los precios de venta. Esta situación obliga a los responsables de la política monetaria a adoptar un enfoque cauteloso ante la necesidad de ajustar los tipos de interés. De la Rubia sugirió que el banco central debería considerar solo recortes moderados en los tipos en el primer trimestre de 2025, en un intento de equilibrar las tensiones inflacionarias y fomentar un entorno propicio para el crecimiento. La combinación de estos factores—la caída de la actividad económica en varios países, el repunte en España, las presiones inflacionarias y las expectativas moderadas de crecimiento—pinta un panorama complejo para la eurozona en el futuro cercano. Mientras algunos países muestran señales de recuperación, otros luchan por estabilizar su economía. Este contexto requiere una vigilancia constante y una toma de decisiones estratégica por parte de los líderes económicos para guiar a la región hacia una senda de crecimiento sostenible. Así, la atención se centrará no solo en las políticas monetarias que se implementen, sino también en cómo los diferentes sectores de la economía se adapten a un entorno cambiante y desafiante. El año 2025 podría ser crucial para determinar si la eurozona logra superar sus obstáculos actuales o si, por el contrario, se ve atrapada en un ciclo de contracción económica.