Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La economía argentina ha dado un respiro tras varios meses de contracción, logrando salir de la recesión en el tercer trimestre de 2024. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el Producto Interior Bruto (PIB) creció un 3,9% en comparación con el trimestre anterior, un dato alentador en medio de un contexto económico sumamente delicado. Sin embargo, este pequeño alivio no oculta los retos que aún enfrenta el país, que sigue lidiando con una economía marcada por la inestabilidad. A pesar del crecimiento trimestral, la situación interanual sigue siendo preocupante. En comparación con el mismo periodo del año anterior, el PIB argentino se contrajo en un 2,1%, lo que refleja las dificultades persistentes que enfrenta la economía nacional. La oferta global también muestra signos de debilidad, con una caída del 4,2% en relación con el tercer trimestre de 2023. Estos números sugieren que el crecimiento reciente podría ser más un repunte temporal que una señal de recuperación sostenida. Las importaciones, un indicador clave en la salud económica del país, se han reducido notablemente, con un descenso del 11,7%. Esto podría ser consecuencia no solo de la devaluación del peso argentino, que se produjo a finales de 2023, sino también de las políticas de ajuste implementadas por el nuevo gobierno de Javier Milei. La reducción en la demanda global, que cayó un 4,2%, evidencia las dificultades que enfrentan tanto los consumidores como las empresas para adaptarse a las condiciones actuales del mercado. El hundimiento del consumo privado, que retrocedió un 3,2%, junto a la disminución del consumo público en un 4%, resalta la falta de confianza económica entre los argentinos. En este contexto de incertidumbre, el aumento de la inflación, que alcanzó un alarmante 166% interanual en noviembre, agrava aún más la situación. Esta inflación descontrolada repercute negativamente en el poder adquisitivo de la población y en la capacidad de las empresas para operar eficientemente. Un análisis más detallado de los sectores económicos revela que de los 16 que componen el PIB, nueve han experimentado una contracción interanual. La construcción, un sector clave para el crecimiento económico, cayó un 14,9%, mientras que la industria manufacturera y el comercio también sufrieron descensos significativos del 5,9% y 6,1%, respectivamente. Estas caídas no solo generan preocupación sobre la salud económica actual, sino que también plantean dudas sobre la capacidad de recuperación a largo plazo. Sin embargo, no todo son malas noticias. El sector agropecuario mostró un crecimiento del 13,2% interanual, lo que podría ofrecer un atisbo de esperanza en medio de la crisis. Este aumento, aunque significativo, debe ser tomado con precaución, dado que se basa en una base comparativa muy baja debido a la severa sequía que afectó esta actividad el año anterior. A medida que se acumulan los datos de los primeros tres trimestres del año, el PIB de Argentina presenta una caída del 3%. Las proyecciones del Banco Central no son alentadoras, anticipando que la economía caerá un 3% en 2024 después de una contracción del 1,6% en 2023. Esta tendencia sugiere que la salida de la recesión podría ser efímera y que los desafíos estructurales de la economía argentina siguen sin resolverse. El nuevo gobierno de Milei se enfrenta a una tarea monumental. Necesitará implementar políticas que no solo logren estabilizar la economía a corto plazo, sino que también puedan generar un crecimiento sostenible en el futuro. La situación actual es un recordatorio de que las soluciones a largo plazo son indispensables para evitar que la economía argentina caiga nuevamente en la recesión. En conclusión, aunque el crecimiento del PIB en el tercer trimestre ofrece una luz de esperanza, el contexto económico de Argentina sigue siendo frágil y marcado por la incertidumbre. Para que este repunte se convierta en un verdadero signo de recuperación, será esencial que se aborden de manera efectiva los problemas de inflación, consumo y confianza en el mercado. La tarea es monumental, pero el futuro económico del país depende de la capacidad del gobierno y de la sociedad para enfrentarse a estos desafíos de manera conjunta.