Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un mundo cada vez más inclinado hacia la sostenibilidad, la revolución económica verde ha tomado un giro sorprendente, concentrándose en gran medida en las manos de un solo protagonista: China. A medida que el gigante asiático ha dejado atrás la producción tradicional de bienes de consumo como ropa y juguetes, ha enfocado su maquinaria industrial en un sector que promete un futuro más limpio: las energías renovables. Desde paneles fotovoltaicos hasta turbinas eólicas, y pasando por vehículos eléctricos y baterías de iones de litio, el control de China sobre la cadena de suministro de productos renovables es indiscutible. La transformación de la economía china hacia la sostenibilidad comenzó a mediados de los años noventa, con el objetivo inicial de satisfacer las demandas internas. Sin embargo, la estrategia se expandió rápidamente a nivel global, impulsada por inversiones gubernamentales masivas, una mano de obra económica y un acceso a energía a bajo costo. Actualmente, el país no solo produce, sino que también controla cada eslabón de la cadena de suministro de energías renovables, desde la extracción y el procesamiento de minerales hasta la manufactura de productos finales que se distribuyen por todo el mundo. Un aspecto notable de esta dominación es el crecimiento explosivo en el sector de las baterías de iones de litio. En los últimos cuatro años, estas baterías han superado a los módulos solares, convirtiéndose en el principal producto de exportación de la economía verde china. Empresas como Contemporary Amperex Technology (CATL) han emergido como gigantes en la industria, abarcando más del 36% del mercado global de baterías para vehículos eléctricos. Con contratos de suministro con importantes fabricantes automotrices como BMW y Volkswagen, CATL está comenzando a establecer una presencia significativa en Europa, construyendo fábricas en Alemania y Hungría. El éxito de China en el sector automotriz va más allá de las baterías. En 2022, el país superó a Japón para convertirse en el mayor exportador de automóviles del mundo, con más de cuatro millones de unidades eléctricas enviadas al extranjero, un incremento del 60% respecto al año anterior. Este crecimiento ha generado preocupación en Occidente, donde se han implementado tarifas más altas en un intento de proteger a sus propias industrias. Estados Unidos, por ejemplo, ha incrementado los aranceles sobre los vehículos eléctricos fabricados en China, lo que ha llevado a tensiones comerciales y a un debate sobre la equidad en el comercio internacional. A pesar de las medidas protectoras, el dominio de China en el campo de las energías renovables es indiscutible. En el ámbito solar, más del 95% de los paneles utilizados en Europa provienen de este país, que ha consolidado su posición como el centro mundial de fabricación solar. Las proyecciones indican que, con una inversión de más de 130,000 millones de dólares en la industria solar, China controlará más del 80% de la capacidad global de producción de componentes cruciales para los paneles solares entre 2023 y 2026. La competencia no es solo en el ámbito de la manufactura, sino también en la innovación. En los últimos cuatro años, las empresas chinas han lanzado una cantidad asombrosa de nuevos modelos de turbinas eólicas, significativamente más que sus competidores occidentales. Mientras que las empresas de Europa y Estados Unidos enfrentan pérdidas y un estancamiento en el mercado, las compañías chinas continúan expandiendo su capacidad e innovación en un sector que es vital para la transición energética global. La creciente dependencia de Europa y Estados Unidos de los productos renovables fabricados en China plantea serias preguntas sobre la futura autosuficiencia de estas regiones. Aunque han comenzado a implementar políticas para fomentar la producción local, la diferencia de precios sigue siendo abrumadora. Un módulo solar producido en China es aproximadamente un 50% más barato que uno fabricado en Europa, y un 65% más barato que uno estadounidense. Esto refleja no solo la eficiencia de producción en China, sino también los desafíos a los que se enfrentan las industrias renovables en el resto del mundo. Mientras los gobiernos occidentales buscan encontrar un equilibrio entre la competencia y la colaboración, el dominio de China en el sector de las energías renovables continúa creciendo. La paradoja de ser el mayor emisor de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, el líder en la nueva economía verde plantea interrogantes sobre el liderazgo global en la transición energética. A medida que la lucha por la sostenibilidad avanza, el mundo observa de cerca cómo se desarrollará esta dinámica entre el gigante asiático y el resto del planeta. En última instancia, la centralización de la producción de energías renovables en China no solo redefine el panorama económico global, sino que también cambiará las relaciones internacionales y las políticas energéticas en las próximas décadas. La pregunta que queda por responder es si el resto del mundo podrá adaptarse y competir efectivamente en este nuevo orden económico o si, por el contrario, quedará atrapado en una dependencia creciente de la producción china.