El legado energético de López Obrador: Pemex enfrenta una crisis sin precedentes

El legado energético de López Obrador: Pemex enfrenta una crisis sin precedentes

El sueño de soberanía energética de AMLO se aleja, Pemex enfrenta deudas enormes y producción en declive, complicando su futuro.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro

A medida que el mandato del presidente Andrés López Obrador llega a su fin, el sueño de una soberanía energética en México, que impulsó desde el inicio de su gobierno, se presenta como un objetivo cada vez más distante y complicado. Petróleos Mexicanos (Pemex), la emblemática empresa estatal, se encuentra en un estado crítico, con una deuda colosal que supera los 100.000 millones de dólares y una producción de hidrocarburos que sigue en declive. El legado de la administración actual, que prometió un rescate a la paraestatal, parece más bien un desafío que se traspasará a la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum. Desde que asumió el poder, el presidente López Obrador ha inyectado a Pemex más de un billón de pesos en transferencias directas, con el objetivo de revertir la crisis que enfrenta la empresa. Sin embargo, la realidad es que, a pesar de estos esfuerzos, Pemex se mantiene como la petrolera más endeudada del mundo. A julio de este año, el pasivo financiero de la compañía alcanzaba los 99.391 millones de dólares, cifra que, si bien ha disminuido ligeramente desde 2018, sigue siendo insostenible y limita su capacidad de inversión y operación. El próximo director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, quien asumirá el 1 de octubre, encontrará una empresa atrapada en un laberinto de deudas y con proveedores que exigen pagos. La administración actual ha tratado de aliviar esta presión a través de la condonación de impuestos y la capitalización de la empresa. Sin embargo, la realidad es que el 61% de las transferencias se han utilizado para pagar deudas, lo que deja poco margen para inversiones que podrían revitalizar la producción y operación de la petrolera. A pesar de la inyección de capital y los esfuerzos por reducir la carga fiscal, Pemex ha reportado pérdidas significativas, acumulando más de 256.000 millones de pesos en el segundo trimestre de este año. La caída en los ingresos, junto con un aumento en los costos y pérdidas cambiarias, refleja la fragilidad de la situación financiera de la empresa. Esto se traduce en un panorama preocupante, donde cada vez es más evidente que el ambicioso plan de rescate de la petrolera no ha dado los resultados esperados. La producción de Pemex ha sido un punto crítico en esta historia. A julio de este año, la empresa extrajo un promedio de 1,7 millones de barriles diarios, cifra que contrasta drásticamente con los 2,4 millones que producían hace una década. Este descenso no solo afecta los ingresos de la empresa, sino que también pone en riesgo la autosuficiencia de las refinerías, incluida la refinería Dos Bocas, cuya construcción ha sido objeto de controversia por su costo y sus plazos. El presidente López Obrador había prometido a inicio de su mandato elevar la producción a 2,5 millones de barriles diarios, un objetivo que ha tenido que ser ajustado a la baja con el paso del tiempo. Ahora, el nuevo director de Pemex se enfrenta a la meta de alcanzar, al menos, 1,8 millones de barriles diarios, una cifra que, aunque modesta, sigue siendo un reto considerable dado el contexto actual. La política energética de López Obrador también ha sido objeto de críticas. La cancelación de asociaciones con el sector privado y la restricción de licencias han creado un ambiente de incertidumbre en el mercado. Aunque en el último tramo de su gobierno ha mostrado cierta flexibilidad al permitir proyectos con inversionistas privados, el futuro de las relaciones entre Pemex y el sector privado sigue siendo incierto, lo que podría afectar la capacidad de la empresa para recuperarse. Miriam Grunstein, analista en energía y petróleo, señala que el nuevo director de Pemex tiene la experiencia necesaria para enfrentar estos retos, pero advierte que las decisiones tomadas hasta ahora han dejado a la empresa en una posición vulnerable. Grunstein subraya que, aunque hubo fallos en la reforma energética de la administración anterior, el enfoque del actual gobierno ha sido destructivo y ha llevado a Pemex a un estado de precariedad. Un informe reciente de Fitch Ratings destaca que Pemex y Petrobras, la petrolera brasileña, se encuentran en extremos opuestos en términos de rentabilidad. Mientras que Petrobras reporta flujos de efectivo saludables, Pemex lidia con una carga de deuda abrumadora y problemas de liquidez que amenazan su operación. Este panorama sugiere que los desafíos que enfrenta Pemex no son meramente financieros, sino también operativos, profundizando la crisis que afecta a la paraestatal. Así, el sueño de soberanía energética de López Obrador se enfrenta a una dura realidad. La herencia que dejará su administración en Pemex será un desafío monumental para la próxima presidenta. Las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para determinar el futuro de la compañía y, por ende, la dirección de la política energética del país. La incertidumbre y la deuda parecen ser ahora las características definitorias de la mayor empresa de México, dejando en el aire la pregunta de cómo recuperar el rumbo en un sector tan crucial para la economía nacional.

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