Crisis económica en Cuba impulsa el surgimiento de las Mipymes en Luyanó

Crisis económica en Cuba impulsa el surgimiento de las Mipymes en Luyanó

Las Mipymes en Cuba, como Mercatoria, enfrentan desafíos en un mercado escaso, reflejando tensiones entre apertura económica y control estatal.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro

En un contexto donde la crisis económica ha llevado a muchos cubanos a lidiar con la escasez de alimentos y productos básicos, el surgimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) se presenta como un fenómeno que, a pesar de sus limitaciones, busca ofrecer alternativas en un mercado cada vez más desabastecido. Mercatoria, una empresa ubicada en Luyanó, La Habana, está a la vanguardia de esta nueva realidad. Su dueño, Aldo Álvarez, ha sabido aprovechar el cambio en la política económica del país, que permitió la creación de Mipymes en un intento por revitalizar una economía estancada. Los estantes de Mercatoria lucen productos que antes eran considerados exclusivos: desde galletas María hasta salsa de tomate Hunts, pasando por frijoles Goya. Sin embargo, esta diversidad de productos contrasta con la dura realidad que viven muchos cubanos, quienes a menudo no tienen los recursos económicos para hacer una compra. La dualidad de contar con productos importados mientras la población sufre hambre refleja las tensiones de una economía que intenta abrirse, pero que aún enfrenta profundas limitaciones estructurales. Mercatoria comenzó con un modesto grupo de cinco personas que se lanzaron a distribuir productos a restaurantes y cafeterías durante un período de escasez. La experiencia de Álvarez, quien se trasladó a España y regresó a Cuba en 2018, le permitió identificar oportunidades en medio de la crisis. Hoy, su empresa no solo abastece a puntos de venta, sino que también ha creado su propia cafetería y panadería, un símbolo de la resiliencia de los emprendedores cubanos en un entorno hostil. A pesar de los avances, Álvarez es consciente de la incertidumbre que rodea a las Mipymes. El Gobierno de Díaz-Canel ha mostrado una historia de altibajos en su relación con el sector privado, lo que genera un clima de desconfianza. La experiencia histórica de los cuentapropistas, que en ocasiones fueron despojados de sus licencias, pesa sobre las decisiones de los actuales empresarios. Sin embargo, Álvarez y otros emprendedores están dispuestos a arriesgarse, convencidos de que existe un espacio para el desarrollo económico en medio de la adversidad. La llegada de las Mipymes también ha traído consigo una nueva narrativa en la Constitución cubana, que por primera vez reconoce la "propiedad privada". Este cambio, aunque significativo, plantea más preguntas que respuestas sobre el futuro del sector privado y su relación con un Estado que ha mantenido un control férreo sobre la economía durante décadas. Con más de 11,000 Mipymes registradas en el país, muchas de ellas operan en áreas que van desde la gastronomía hasta la tecnología. Sin embargo, las restricciones impuestas por el Gobierno, que limitan a 100 empleados por negocio y prohíben la inversión extranjera, constituyen un obstáculo para el crecimiento de estas empresas. La ingeniera Yulieta Hernández, fundadora de una empresa de construcción, señala que estas limitaciones restringen gravemente el potencial de desarrollo y expansión que podrían alcanzar. El sector privado en Cuba ha llegado a ser visto como una solución a las carencias del Estado, especialmente en un contexto de crisis prolongada. Sin embargo, la narrativa oficial a menudo culpa a las Mipymes de los altos precios, desviando la atención de las fallas estructurales de la economía estatal. Las empresas privadas, que en muchos casos están supliendo las funciones del Estado, se convierten así en chivos expiatorios de una situación compleja. El Gobierno, por su parte, ha enfatizado que no busca desmantelar el sector privado. Sin embargo, la percepción de una amenaza latente a la economía privada persiste entre los empresarios. El cambio de discurso del Gobierno, que a veces parece depender de la coyuntura política, ha generado un ambiente de desconfianza que podría afectar la sostenibilidad de las Mipymes. A medida que el entorno político y económico sigue evolucionando, los empresarios cubanos enfrentan desafíos adicionales. La incertidumbre provocada por las políticas cambiantes de Estados Unidos y la inestabilidad económica interna han llevado a muchos a cuestionar la viabilidad de sus negocios. A pesar de las reformas, el camino hacia una economía más abierta y dinámica parece largo y lleno de obstáculos. La experiencia de personas como Aldo Álvarez y Yulieta Hernández destaca la complejidad de la situación cubana. Mientras algunos han logrado establecer negocios exitosos en un entorno adverso, otros se ven atrapados en una realidad donde los precios de los productos básicos continúan aumentando, y la desigualdad social se hace cada vez más evidente. En esta isla donde la escasez y el hambre coexisten con la aparición de productos de lujo, el futuro de las Mipymes y su papel en la economía cubana sigue siendo un tema de debate y análisis. Las esperanzas de un cambio significativo dependerán de la capacidad del Gobierno para equilibrar la apertura económica con el control estatal, y de la habilidad de los emprendedores para navegar un paisaje cada vez más complicado.

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