Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La reciente publicación del Marco Macroeconómico Multianual 2025-2028 por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) ha generado expectativas sobre el crecimiento de la inversión privada en el país. Según el informe, se estima un aumento del 2,5% para este año y del 3% para el próximo. Entre los factores que sustentan este crecimiento se destacan los avances en proyectos mineros y la construcción de nuevas infraestructuras, un aliciente que podría marcar un cambio en la tendencia de los últimos años. A pesar de que la proyección muestra un panorama optimista, es importante recordar que este repunte se produce después de dos años de caídas significativas en la inversión privada, con un descenso del 0,4% en 2022 y del 7,3% en 2023. Luis Miguel Castilla, director de Videnza Instituto, enfatiza que, aunque es positivo que la inversión esté en aumento, la cifra estimada es insuficiente considerando la magnitud de la cartera de proyectos que podrían haberse concretado. El crecimiento proyectado para la inversión privada se apoya en proyectos mineros de gran escala como San Gabriel y Chalcobamba I, así como en la expansión de importantes operaciones como Toromocho y Cerro Verde. Se espera que para 2024 y 2025, la inversión minera crezca un 5,5% y un 3,5% respectivamente, lo que pone de relieve la importancia del sector minero en la economía peruana. Sin embargo, a pesar de estos aumentos esperados, aún persiste la sensación de cautela entre los inversionistas. Eduardo Jiménez, jefe del Sistema de Información de Macroconsult, advierte que la inversión privada se encuentra contenida y que la confianza empresarial todavía no se ha recuperado completamente. Este escenario se agrava en el contexto político, con las elecciones generales de 2026 en el horizonte, lo que genera incertidumbre en los planes de inversión. El economista Martín Valencia señala que los proyectos en minería e infraestructura requieren de confianza a largo plazo. La construcción de grandes proyectos, como el controversial Tía María, puede llevar más de cinco años, lo que implica que cualquier impulso a la inversión no se materializará de inmediato. La cercanía de las elecciones podría hacer que los inversionistas se muestre cautelosos y retrasen decisiones clave, lo que podría impactar negativamente en el crecimiento. El análisis sobre las proyecciones de inversión y crecimiento económico también resalta la necesidad de una mayor promoción de la inversión privada, así como un enfoque renovado en el Plan Nacional de Competitividad y Productividad. Este enfoque podría facilitar un aumento en la productividad y, por ende, en las tasas de crecimiento económico, algo que se anhela con urgencia en el panorama actual. Asimismo, el MEF proyecta alcanzar un déficit fiscal de 2,2% para 2025, impulsado en parte por la regularización de ingresos del sector minero. Sin embargo, tanto Castilla como Jiménez coinciden en que la actual administración está delegando la responsabilidad de conseguir la consolidación fiscal a los próximos líderes del país, lo que no genera confianza en el futuro inmediato. Con el crecimiento proyectado del 3% anual entre 2025 y 2028, el país necesitará de un esfuerzo conjunto para atraer y mantener la inversión privada. Esto incluye no solo mejorar las condiciones para hacer negocios, sino también garantizar un marco regulador estable y predecible. La incertidumbre política que rodea las elecciones de 2026, junto con la historia de inestabilidad económica reciente, podría ser un obstáculo importante para el crecimiento económico a largo plazo. Finalmente, la combinación de proyectos a largo plazo en minería e infraestructura, el contexto político y la necesidad de recuperar la confianza empresarial determinarán el futuro de la inversión privada en Perú. Mientras el gobierno busca un crecimiento sostenido, será vital que se implementen estrategias efectivas para fomentar una cultura de inversión que supere la desconfianza actual y permita al país alcanzar su verdadero potencial económico.