Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un mundo que avanza hacia la electrificación y la sostenibilidad, el cobre se ha erigido como un metal fundamental, marcando el inicio de lo que muchos han comenzado a llamar la "nueva Edad del Cobre". Desde su uso en cables para la comunicación hasta su presencia en dispositivos electrónicos, este metal ha sido el corazón palpitante de la revolución tecnológica y energética que estamos viviendo. Con una creciente demanda y un papel central en la transición hacia fuentes de energía más limpias, el cobre no solo es esencial; se ha convertido en un objeto de deseo para las economías del mundo. A lo largo de la última década, el uso de cobre se ha disparado, impulsado por la necesidad de más electricidad para alimentar la tecnología moderna. Según la Asociación Internacional del Cobre (ICA), el metal es crucial para casi todas las innovaciones técnicas que hoy consideramos cotidianas. Desde el telégrafo hasta las redes 5G y los vehículos eléctricos, el cobre es un componente omnipresente. Juan Ignacio Díaz, presidente de la ICA, subraya que el cobre es superado solo por la plata en términos de conductividad eléctrica, lo que lo hace indispensable en una amplia gama de aplicaciones. Luis Janeiro, experto de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (Irena), advierte que la proporción de energía eléctrica que utilizamos debe aumentar significativamente para cumplir con los objetivos climáticos internacionales. Alrededor del 20% de nuestra energía actual proviene de la electricidad, y se espera que esta cifra se eleve a un 51% para mediados de siglo. Esto, combinado con la transición hacia tecnologías más limpias, convertirá al cobre en un recurso aún más vital. De hecho, se estima que dos tercios de las tecnologías necesarias para alcanzar metas climáticas dependen del cobre. Sin embargo, esta creciente demanda no está exenta de desafíos. Se espera que la necesidad de cobre alcance los 28 millones de toneladas métricas este año y supere los 50 millones para 2050, lo que plantea un serio problema en términos de oferta. Según McKinsey, la demanda histórica ha crecido entre un 2% y un 2,5% anual, pero se anticipa que esta cifra aumentará a un ritmo de hasta un 3% en los próximos años. La falta de sustitutos viables para muchas aplicaciones del cobre complicará aún más el panorama, ya que el aluminio, aunque a veces se utiliza como reemplazo, no puede igualar la conductividad del cobre. A medida que la producción de cobre se enfrenta a la escasez de depósitos y la dificultad de extracción, algunos expertos predicen la aparición de una brecha crítica entre oferta y demanda. S&P Global ha advertido que, de no abordar esta situación, el déficit podría alcanzar los 10 millones de toneladas métricas para 2035, lo que afectaría drásticamente a las cadenas de suministro y a los esfuerzos por descarbonizar la economía. Esta escasez se ha intensificado, en parte, debido a la falta de nuevos descubrimientos de depósitos significativos, con solo 14 hallazgos de más de 500,000 toneladas en la última década. Las empresas mineras están en una carrera contra el tiempo para asegurar el suministro. A pesar de que los recursos identificados de cobre son suficientes para satisfacer la demanda futura, la falta de inversión en nuevos proyectos y el aumento de los costos de extracción complican la situación. Para asegurar un suministro constante, se estima que se necesitarán aproximadamente 300,000 millones de dólares en inversiones en la próxima década, de los cuales solo el 40% ya ha sido aprobado. El entorno del mercado también ha presentado desafíos adicionales. Los precios del cobre han alcanzado máximos históricos, superando los 11,000 dólares por tonelada, impulsados por reducciones en la producción y un aumento de la demanda en China. Este país, que consume el 50% de la producción mundial de cobre, ha estado acumulando inventarios en un momento en que normalmente deberían estar disminuyendo. Este comportamiento ha generado incertidumbre y especulación en los mercados, evidenciando la importancia de China en el panorama global del cobre. El futuro del cobre no solo es un reflejo de las tendencias en la industria minera, sino también un indicador del estado de la economía global. Conocido en la jerga como "Doctor Cobre", este metal se ha convertido en un termómetro que mide la salud económica y la capacidad de avanzar hacia un futuro más sostenible. La transición energética y digitalización dependen en gran medida del cobre, y cada desafío que enfrenta este metal refleja las complejidades de la economía moderna. En conclusión, mientras el mundo se lanza hacia un futuro electrificado y sostenible, el cobre emerge como un recurso crítico que será tanto un motor de innovación como un desafío logístico. Desde su uso en tecnologías verdes hasta su papel en el desarrollo de infraestructura digital, el cobre no solo es el metal del presente, sino también el pilar del futuro. Sin embargo, su creciente demanda y las dificultades de suministro requieren atención inmediata si se quiere garantizar que este metal esencial continúe alimentando el progreso de nuestra sociedad.