Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En El Salvador, la lucha del presidente Nayib Bukele contra las pandillas ha llevado a una notable disminución de la violencia y la criminalidad, lo que ha permitido que muchos ciudadanos disfruten de una vida más segura. Sin embargo, a pesar de estos avances en materia de seguridad, la economía del país sigue luchando por despegar. Los agricultores de la cordillera del Bálsamo, que deberían beneficiarse de un aumento del 75% en el precio mundial del café, se enfrentan a una realidad desalentadora. A pesar de la disminución de la extorsión y la violencia, el crecimiento económico en El Salvador ha sido más lento que en sus países vecinos, lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad de las políticas implementadas por el gobierno. El panorama económico de El Salvador es complejo. Si bien la reducción de la tasa de homicidios en un 96% ha llevado a un auge en sectores como el turismo y la construcción, la economía en su conjunto sigue siendo frágil. La infraestructura inadecuada, un sistema educativo que deja mucho que desear y niveles de inversión por debajo de la media han obstaculizado el crecimiento. Estas condiciones han llevado a expertos a señalar que, a pesar de los avances en seguridad, el país no ha logrado cosechar los beneficios económicos deseados. Mauricio Choussy, ex presidente del banco central de El Salvador, resalta que el gobierno de Bukele enfrenta serias dificultades en el ámbito económico. A pesar de los esfuerzos por atraer inversiones y mejorar la calificación crediticia, el crecimiento del PIB de El Salvador ha sido inferior al de sus vecinos. Las promesas de prosperidad a través de proyectos de infraestructura como un nuevo aeropuerto y mejoras portuarias aún no se han traducido en un aumento significativo de la actividad económica. Un factor importante que influye en la economía salvadoreña es la dependencia de los hogares de las remesas enviadas desde Estados Unidos. El cambio en la política migratoria bajo la administración de Donald Trump podría tener efectos devastadores en el consumo y la estabilidad económica de El Salvador, ya que una gran parte de la población depende de estos ingresos. Esto se convierte en un dilema para Bukele, quien busca establecer una relación cercana con el nuevo presidente estadounidense, mientras se enfrenta al reto de garantizar que su administración no agrave la situación económica. En la municipalidad de Tepecoyo, a pocos kilómetros de la capital, la realidad de muchos trabajadores es elocuente. Con salarios que apenas superan los 200 dólares al mes y condiciones de vida precarias, el progreso económico parece un sueño distante. La falta de acceso a servicios básicos y a financiamiento agrava la situación, dejando a muchos en un ciclo interminable de pobreza. La desesperanza se refleja en la vida cotidiana de los pobladores, muchos de los cuales luchan simplemente por sobrevivir. El sector agrícola, que debería ser un pilar fundamental para el desarrollo económico, enfrenta retos adicionales. Aunque el café salvadoreño es apreciado por su calidad, el clima adverso ha afectado las cosechas, lo que limita aún más los ingresos de los agricultores. A pesar de que la seguridad ha mejorado, la falta de inversiones en infraestructura rural mantiene a muchos en la miseria, incapaces de aprovechar el potencial de sus tierras. Mientras tanto, el auge del turismo y el mercado inmobiliario son un reflejo de la transformación en la percepción de seguridad en el país. Los salvadoreños que han emigrado durante años están comenzando a regresar, atraídos por la posibilidad de construir un futuro en un entorno más seguro. Sin embargo, la mejora en estos sectores no se traduce automáticamente en beneficios para todos. Muchos residentes aún sienten que la economía no está mejorando, a pesar de los signos de vida en otros ámbitos. La popularidad de Bukele, impulsada por su enfoque en la seguridad y su relación con figuras políticas en Estados Unidos, se ha mantenido alta, pero el tiempo dirá si estos avances pueden sostenerse sin un crecimiento económico real. La administración debe enfrentar un importante desafío: convertir los logros en seguridad en una expansión económica más amplia. Si no se logra, la frustración de la población podría convertirse en un factor de inestabilidad. La reciente inversión en criptomonedas, particularmente en bitcóin, ha despertado tanto expectativas como críticas. El gobierno espera que la adopción de la moneda digital contribuya al crecimiento económico, pero los resultados hasta ahora han sido mixtos. A medida que el mundo sigue evolucionando hacia la digitalización, El Salvador se encuentra en una encrucijada, donde la ambición de ser un líder en criptomonedas debe equilibrarse con la necesidad urgente de abordar problemas económicos más fundamentales. El futuro de El Salvador es incierto. Aunque la reducción de la violencia ha traído mejoras en la calidad de vida para algunos, la economía sigue siendo el talón de Aquiles de la administración de Bukele. Las promesas de prosperidad deben ir acompañadas de acciones concretas que aborden las necesidades de la población, de lo contrario, el país podría enfrentar nuevos desafíos que amenacen no solo su estabilidad económica, sino también la paz que tanto ha luchado por alcanzar.