La economía china enfrenta desafíos internos y externos que amenazan su estabilidad y crecimiento económico.
La economía china enfrenta una difícil situación a pesar de las expectativas de recuperación luego del levantamiento de las restricciones por el COVID-19. Mientras el PIB oficial muestra un crecimiento del 5,2%, muchos dudan de esta cifra. Existe escepticismo sobre las estadísticas económicas en regímenes autoritarios como China. Además, se observa una deflación similar a la de Japón y un alto desempleo juvenil. El liderazgo del presidente Xi Jinping es señalado como una causa de los problemas económicos, pero estos van más allá del liderazgo deficiente. El modelo económico chino es insostenible debido a la baja inversión de los consumidores. China ha promovido una burbuja inmobiliaria para enmascarar este problema, pero se requieren cambios estructurales para una solución sostenible. La economía china se asemeja a la de Japón después del colapso de su burbuja en los años ochenta, aunque se cuestiona si China podrá manejar su declive de manera efectiva. Preocupa la cohesión interna del país, su enfoque en las exportaciones en conflicto con esfuerzos por tecnologías verdes y posibles aventuras militares para distraer la atención. El tropie
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La economía china se encuentra en una situación difícil, a pesar de las expectativas de un auge tras el levantamiento de las restricciones de "cero COVID". Los indicadores económicos muestran resultados negativos, excepto el PIB oficial, que ha aumentado en un 5,2%, aunque esa cifra es cuestionada por muchos. Existe un escepticismo generalizado sobre las estadísticas económicas en regímenes autoritarios como China. Además, se observa una deflación al estilo de Japón y un alto desempleo juvenil en el país.
El mal liderazgo del presidente Xi Jinping se señala como una de las causas de los problemas económicos en China, ya que su propensión a las intervenciones arbitrarias ha limitado la iniciativa privada. Sin embargo, los problemas de la economía china van más allá del liderazgo deficiente. Se ha vuelto evidente que el modelo económico chino es insostenible, con un bajo gasto de los consumidores en relación con la capacidad productiva. Esto se debe a la represión financiera, la débil red de seguridad social y otros factores que frenan los ingresos de los hogares.
Para mantener su capacidad productiva, China ha promovido tasas de inversión extremadamente altas, superiores al 40% del PIB. Sin embargo, invertir tanto dinero sin obtener rendimientos decrecientes es un desafío. Aunque China ha demostrado habilidades tecnológicas impresionantes en ciertos sectores, su productividad general parece estancada. Estos problemas han sido evidentes durante al menos una década, pero ahora se están agravando.
El gobierno chino ha logrado enmascarar el problema de la insuficiencia del gasto de los consumidores promoviendo una burbuja inmobiliaria masiva. Sin embargo, los observadores externos sugieren poner fin a la represión financiera, permitir que más ingresos fluyan hacia los hogares y fortalecer la red de seguridad social. Pero actores poderosos, como las empresas estatales, se benefician de la represión financiera y no están dispuestos a aceptar cambios. Además, el líder chino ha mostrado resistencia a fortalecer la red de seguridad social.
La economía china actual se asemeja a la de Japón después del colapso de su burbuja en los años ochenta. Sin embargo, Japón logró manejar su declive de manera efectiva, evitando el desempleo masivo y manteniendo la cohesión social y política. Existe preocupación de que China no pueda responder de la misma manera. Se plantean preguntas sobre la cohesión interna del país ante los problemas económicos, si buscará aumentar las exportaciones en conflicto con los esfuerzos occidentales por promover tecnologías verdes, y si recurrirá a aventuras militares para distraer la atención de sus dificultades internas.
En definitiva, el tropiezo económico de China no debe ser motivo de regocijo, ya que puede convertirse en un problema global.