Nuevas políticas económicas evidencian sus límites: la inflación alcanza el 21% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los efectos de la nueva política económica implementada por el Gobierno se están haciendo notar en la economía argentina. La inflación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires alcanzó un alarmante 21% en diciembre, el nivel más alto en casi 30 años. Este incremento de precios es resultado de la rápida corrección en relación al dólar y los combustibles. Sin embargo, aún falta por verse el impacto total de las tarifas de servicios públicos y los salarios, por lo que es poco probable que la inflación baje del 20% en los próximos meses. La estrategia de aplicar un fuerte shock inicial para contener la demanda de dólares tiene altos costos sociales y es cuestionable su sostenibilidad a largo plazo. Los salarios han estado en declive durante años, lo que dificulta la recuperación del poder adquisitivo de las familias. Además, la política cambiaria implementada no parece ser sostenible, ya que la depreciación del peso y la caída en la actividad económica no son suficientes para evitar la dolarización. En resumen, esta nueva política económica tiene límites claros y sus efectos negativos son evidentes.
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Los límites de la nueva política económica se están haciendo evidentes a medida que los efectos de las decisiones tomadas por el Gobierno se hacen sentir en la economía. La inflación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires alcanzó un alarmante 21% en diciembre, el nivel más alto desde febrero de 1991. Esta cifra no sorprende, ya que es el resultado directo de la rápida corrección de precios que se implementó en relación al dólar y los combustibles.
Sin embargo, el impacto de esta política aún no se ha sentido por completo, ya que quedan por verse los efectos de las tarifas de servicios públicos y los salarios. Es poco probable que la inflación baje del 20% mensual en los próximos meses. Los desequilibrios macroeconómicos y las dificultades de financiamiento del sector público no dejaban mucho margen para que el Gobierno evitara un aumento en los precios de la economía.
La estrategia elegida por el equipo económico fue aplicar un fuerte shock inicial para modificar rápidamente las expectativas y contener la demanda de dólares. Sin embargo, esta estrategia tiene costos sociales muy altos y es dudoso que sea sostenible a largo plazo. Los salarios, que llevan casi seis años en caída, corren detrás de los precios, lo que dificulta aún más la recuperación del poder adquisitivo de las familias.
Además, la política cambiaria implementada no parece ser sostenible, ya que la depreciación del peso y la caída en el nivel de actividad no son suficientes para contrarrestar los incentivos a dolarizarse. La licuación de los ahorros de empresas y familias también es un problema, ya que se suma a la pérdida de poder de compra de los salarios. En resumen, la nueva política económica tiene límites claros y sus efectos negativos se están haciendo evidentes.