La rentabilidad del bono español cae por debajo del 3% reflejando la difícil posición del BCE frente a la Reserva Federal de Estados Unidos.
La rentabilidad del bono español a 10 años ha alcanzado mínimos desde febrero, descendiendo por debajo del 3% en el mercado secundario de deuda. Esto refleja la dificultad del Banco Central Europeo (BCE) para convencer al mercado de que no realizará recortes en su política monetaria en el corto plazo. El cambio de tono de la Reserva Federal de Estados Unidos ha generado incertidumbre en el mercado, a pesar del mensaje conservador de Christine Lagarde, presidenta del BCE. Esta situación dificulta aún más la tarea del BCE y afecta a su credibilidad frente a los inversores, quienes ya no creen en sus afirmaciones de mantener las tasas altas o incluso aumentarlas.
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La rentabilidad del bono español a 10 años ha alcanzado mínimos desde febrero, descendiendo por debajo del 3% en el mercado secundario de deuda. Este descenso refleja la difícil posición del Banco Central Europeo (BCE) para convencer al mercado de que no realizará recortes en su política monetaria en el corto plazo. El cambio de tono de la Reserva Federal de Estados Unidos ha generado incertidumbre en el mercado, a pesar del mensaje conservador de Christine Lagarde, presidenta del BCE.
Este viernes, la rentabilidad exigida al bono español a diez años ha llegado a un mínimo intradía del 2,99%, siendo la primera vez que cae por debajo del 3% desde principios de febrero. Esta tendencia también se ha observado en el resto de la deuda soberana de la zona euro, con una reducción en la rentabilidad del 'bund' a poco más del 2% y del bono italiano a diez años por debajo del 3,7%, los niveles más bajos en meses.
El 'rally' de la deuda soberana refleja la dificultad del BCE para convencer al mercado de que no realizará ajustes en su política monetaria, a diferencia de la Reserva Federal que ha dejado claro que habrá recortes de tasas en 2024. Los datos de actividad económica de la zona euro también han mostrado un deterioro, lo que indica una posible recesión en la región. Esta situación dificulta aún más la tarea del BCE y afecta a su credibilidad frente a los inversores, quienes ya no creen en sus afirmaciones de mantener las tasas altas o incluso aumentarlas.