
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La Administración del presidente Donald Trump se enfrenta a un desafío monumental: cerrar 90 acuerdos comerciales en un periodo de 90 días. Este ambicioso plan, que ha sido confirmado por varias fuentes, surge en un contexto de creciente tensión por la guerra comercial, donde las negociaciones y las decisiones rápidas son más críticas que nunca. La noticia fue reportada por Reuters el pasado sábado, y desde entonces ha generado un amplio debate entre analistas y expertos en comercio internacional. La urgencia de alcanzar estos acuerdos se pone de manifiesto con la llegada del comisario de Comercio de la Unión Europea, Maros Sefcovic, a Washington el lunes. Sefcovic participará en negociaciones urgentes enfocadas en los elevados aranceles impuestos por Estados Unidos. Sin embargo, una complicación notable es la ausencia del secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien estará de viaje en Argentina durante este crucial encuentro. Esta situación plantea dudas sobre la capacidad del equipo de Trump para manejar múltiples negociaciones simultáneamente y cumplir con su ambicioso objetivo. Expertos comerciales han expresado escepticismo sobre la posibilidad de que se logren acuerdos significativos en un plazo tan corto. Wendy Cutler, quien fue negociadora jefe del representante comercial de Estados Unidos, comentó sobre la dificultad de alcanzar un acuerdo integral en tan poco tiempo. Subrayó que las decisiones requerirán negociaciones serias y que la turbulencia en los mercados financieros ejercerá presión sobre el equipo de Trump para obtener resultados rápidos. Según Cutler, la tarea de cerrar acuerdos satisfactorios tanto para Trump como para los mercados es, sin dudas, "enorme". Desde la Casa Blanca, el asesor comercial Peter Navarro se mostró optimista. Navarro afirmó que Bessent, junto con otros funcionarios clave, tienen la capacidad de lograr el objetivo propuesto. Aseguró que "vamos a cerrar 90 acuerdos en 90 días. Es posible", enfatizando que Trump será el negociador principal en este proceso. Este enfoque centralizado puede ser tanto una ventaja como un riesgo, dada la complejidad de los temas en discusión y la necesidad de coordinar múltiples intereses. No obstante, la situación está lejos de ser sencilla. Diplomáticos han señalado que muchos puestos clave dentro de la Administración aún no han sido ocupados y que los funcionarios suelen estar sobrecargados de trabajo con diversas tareas. Jamieson Greer, otro miembro del equipo, indicó que su equipo de 200 personas trabaja "día y noche" para intercambiar propuestas con sus homólogos extranjeros, lo que sugiere un esfuerzo considerable pero también ineficiencias potenciales debido a la falta de personal. Además, la incertidumbre sobre las posturas comerciales de Estados Unidos sigue siendo una preocupación. Fuentes diplomáticas han comentado que los principales asesores de Trump tienen opiniones diversas, lo que complica la cohesión de la estrategia comercial. Esto ha llevado a que algunos países, como el Reino Unido y Australia, hayan tenido conversaciones con la Administración desde la llegada de Trump, pero los resultados han sido escasos. El proceso de negociación se asemeja más a "conversaciones" que a negociaciones formales, según una fuente diplomática, lo que pone de relieve la falta de una hoja de ruta clara. La ausencia de un marco sólido de discusión puede dificultar la capacidad de los negociadores para avanzar en asuntos críticos que requieren atención inmediata. De cara al futuro, la presión sobre la Administración Trump solo se intensificará. La necesidad de demostrar efectividad en el ámbito comercial es urgente, no solo por el impacto económico, sino también por la confianza que los socios comerciales tienen en la capacidad de EE.UU. para manejar su política comercial. La forma en que el equipo de Trump gestione estas negociaciones podría definir no solo su legado, sino también el rumbo de las relaciones comerciales internacionales en los próximos años. A medida que se acerca la fecha límite de 90 días, el tiempo se convierte en un factor crucial. Cada día que pasa sin un avance claro aumenta la incertidumbre en los mercados y la inquietud sobre el futuro de la política comercial estadounidense. La administración enfrenta un verdadero examen de su capacidad para negociar y cerrar acuerdos bajo una presión sin precedentes.