
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En un contexto de creciente incertidumbre geopolítica y económica, el oro ha reafirmado su posición como un refugio seguro para los inversores. En un momento en que las acciones de defensa y las empresas tecnológicas chinas están destacando, el metal precioso ha logrado superar la barrera de los 3.000 dólares por onza troy, lo que plantea preguntas sobre su atractivo y el papel que jugará en el futuro cercano. Desde la crisis financiera de 2008, donde el oro superó los 1.000 dólares, hasta la pandemia de 2020, donde alcanzó los 2.000 dólares, el metal ha demostrado ser un activo resistente en tiempos turbulentos. Los analistas coinciden en que el oro es un amortiguador definitivo contra factores estresantes como la inflación y los tipos de interés bajos, creando un entorno propicio para su crecimiento. A medida que el orden mundial se desmorona, especialmente con las políticas del presidente Donald Trump, que incluyen aranceles y un enfoque poco convencional hacia la economía, la demanda por oro ha aumentado significativamente. Desde las elecciones de noviembre, las reservas de oro de Estados Unidos se han más que duplicado, lo que demuestra una tendencia clara hacia la acumulación de este metal. La confianza en el oro como un refugio de valor es evidente no solo entre los inversores individuales, sino también en los bancos centrales. Estos últimos han comprado más de 1.000 toneladas de oro cada año durante los últimos tres años, un reflejo de la diversificación de sus reservas y un alejamiento de las inversiones en dólares estadounidenses. Este movimiento ha sido especialmente notable en los mercados emergentes, donde las economías buscan protegerse de la volatilidad de las divisas. El año pasado, los inversores individuales adquirieron 1.180 toneladas de oro, principalmente en forma de lingotes y monedas, superando las compras de los bancos centrales. Sin embargo, la tendencia parece haberse invertido este año, con los fondos cotizados respaldados físicamente por oro captando 9.400 millones de dólares el mes pasado, deteniendo así tres años de salidas. Este resurgimiento podría estar relacionado con los cambios en la política fiscal que están siendo discutidos en Estados Unidos, lo que podría incentivar a más fondos de inversión a diversificarse hacia el oro. Las empresas de seguros chinas también están comenzando a mostrar interés en el oro, con un proyecto piloto que permite la compra de este metal. Esta expansión en la base de compradores representa una oportunidad significativa para el mercado del oro, que podría beneficiarse de un flujo de capital adicional. A medida que más actores ingresan al mercado, el potencial de crecimiento del oro se amplía, especialmente en un entorno donde la incertidumbre es la norma. A pesar de que el oro ha demostrado su capacidad de generar rendimientos a largo plazo, los inversores deben ser conscientes de los riesgos asociados. Si bien ha superado a otras clases de activos en términos de rentabilidad en periodos de uno, tres y diez años, el oro en sí no genera flujos de caja. En contraste, otras inversiones, como acciones de empresas, ofrecen la posibilidad de ingresos regulares, lo que puede ser un factor determinante en la decisión de inversión. En un mundo donde las crisis pueden surgir inesperadamente, el valor del oro como activo de refugio se vuelve aún más relevante. Los inversores buscan formas de proteger su capital, y el oro ha demostrado ser un medio eficaz para mitigar riesgos en tiempos de caótica volatilidad. Aunque la rentabilidad del oro puede no ser tan atractiva en momentos de estabilidad, su función como amortiguador en tiempos de crisis lo convierte en una opción valiosa. La narrativa en torno al oro está evolucionando, y su atractivo se está ampliando más allá de ser solo un refugio en tiempos de crisis. La creciente participación de instituciones financieras y aseguradoras en el mercado del oro sugiere que su relevancia seguirá creciendo. Aun así, los inversores deben sopesar cuidadosamente sus opciones, considerando tanto el potencial de retorno como los riesgos inherentes a la inversión en activos que no generan ingresos. En resumen, el oro continúa brillando en medio de la incertidumbre, y su capacidad para actuar como un refugio seguro ha atraído tanto a inversores individuales como a instituciones. A medida que las tensiones geopolíticas y económicas persisten, el metal precioso probablemente seguirá siendo un componente esencial de la estrategia de inversión de muchos, reafirmando su papel como un pilar en el paisaje financiero global.