
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




La lana, ese material que durante siglos fue considerado un símbolo de riqueza y tradición, está viviendo un renacer gracias a la iniciativa "Tejiendo redes", promovida por el Madrid Design Festival. Este esfuerzo busca no solo reivindicar la importancia de la lana y los oficios relacionados, sino también conectar a diseñadores, artesanos y ganaderos en un esfuerzo común por dignificar lo que muchos han olvidado: su valor cultural y económico. En un momento donde la moda rápida y el consumismo prevalecen, la lana emerge nuevamente como un recurso sostenible y lleno de historia. En Mota del Cuervo, un pequeño municipio de Cuenca, la historia de la lana se entrelaza con recuerdos familiares. Ramón Cobo, cuyo abuelo fue tejedor, comparte su legado con pasión y nostalgia. “La lana una vez tuvo un valor inmenso; se requería de permisos especiales para comerciar con ella”, recuerda. Sin embargo, con la llegada de los tractores y las fibras sintéticas, la manufactura de lana ha languidecido, llevándose consigo tradiciones y oficios que, hasta hace poco, eran la columna vertebral de la economía local. La historia de Ramón, marcada por la lucha y el esfuerzo de su familia por mantener vivo un oficio en extinción, es solo un reflejo de lo que muchos sienten en el sector. El proyecto "Tejiendo redes" no solo busca rescatar el pasado, sino que también mira hacia el futuro. Álvaro Matías, director del Madrid Design Festival, ve en esta iniciativa una oportunidad única de visibilizar a aquellos que, como Ramón Cobo, han dedicado sus vidas a la lana. “El diseño puede ser un gran aliado en la recuperación de nuestras tradiciones”, afirma Matías, destacando que la intersección entre economía, sociedad y cultura es crucial para la sostenibilidad del sector. La exposición “Oro blanco”, que ha tenido lugar en la Institución Libre de Enseñanza, ha sido el epicentro de esta revolución. Artistas y diseñadores como Inés Sistiaga y Regina Dejiménez han explorado las múltiples posibilidades de la lana, creando obras que trascienden lo meramente estético para reflexionar sobre la conexión entre el ser humano y la naturaleza. La lana Guirra utilizada en sus instalaciones no solo embellece, sino que también cuenta una historia de resistencia y adaptación. Por su parte, la diseñadora textil Inés Sistiaga resalta las propiedades aislantes y hipoalergénicas de la lana, elementos que la convierten en un material ideal para la sostenibilidad. “La lana no es solo un tejido; es un puente entre generaciones y una conexión vital con nuestras raíces”, afirma con convicción. La pasión de Sistiaga por la investigación textil se traduce en productos innovadores que reinventan la forma en que percibimos y utilizamos este material tradicional. La colaboración entre artistas y diseñadores ha sido fundamental en esta revalorización de la lana. Oteyza, un dúo de diseñadores, también se ha comprometido a rescatar la lana merina española, advirtiendo sobre su posible extinción. “El camino de la lana implica conocer no solo su proceso de fabricación, sino también la historia detrás de cada fibra”, comentan Paul García y Caterina Pañeda. Su enfoque integral busca un equilibrio entre tradición y modernidad, esencial para revivir un sector artesanal que ha sido relegado al olvido. Mientras tanto, Laura Siles, quien ha sido reconocida con el Premio Nacional de Emprendimiento en Artesanía 2024, ha encontrado en la lana un medio para conectar el arte con el activismo. Junto a su pareja, han creado Mutur Beltz, un proyecto que busca la preservación de razas de ovejas en peligro de extinción y la revitalización del pastoreo. “La lana es mucho más que un material; es una forma de honrar y proteger nuestro patrimonio natural”, reflexiona Siles, encapsulando el espíritu de la nueva ola de creadores que buscan redescubrir el valor de lo ancestral. El impacto de estas iniciativas se siente más allá de las fronteras de España. La neerlandesa Claudy Jongstra, reconocida internacionalmente en el ámbito de la lana, ha hecho de su estudio un santuario de prácticas sostenibles. Su trabajo no solo aboga por la artesanía, sino que también busca educar sobre la importancia de los ciclos de vida de los materiales. “Crear algo que realmente importe requiere tiempo y dedicación”, afirma Jongstra, enfatizando la necesidad de un cambio en la mentalidad consumista que predomina en la actualidad. Al final, el mensaje es claro: la lana puede ser el hilo conductor de un futuro sostenible si logramos valorar su riqueza cultural, su historia y su potencial. La iniciativa "Tejiendo redes" no es solo un llamado a la acción, sino una invitación a repensar nuestras conexiones con los materiales que nos rodean. De este modo, la lana se convierte no solo en un tejido, sino en un símbolo de resistencia, creatividad y un futuro más consciente.