2022: La batalla económica que podemos ganar

2022: La batalla económica que podemos ganar

2022: Una batalla económica que podemos ganar En el inicio del año 2022, quiero transmitir un mensaje optimista y desafiante a aquellos que se sienten fatigados, pesimistas y escépticos. Creo firmemente que podemos ganar la batalla económica que aún no hemos logrado en 2021. Tenemos el poder como pueblo, con conquistas sociales básicas, un alto Índice de Desarrollo Humano, altas tasas de alfabetización y médicos por habitante, y medios de producción socialistas. Nuestra respuesta a la pandemia demostró nuestras capacidades. Debemos gestionar cuidadosamente el proceso de transformaciones económicas, apelando a la ciencia, tecnología e innovación, fomentando nuevas empresas y la inversión extranjera en Cuba. Reconozcamos los riesgos, pero sabemos que podemos ganar esta batalla. La juventud liderará esta revolución en la república. ¡Feliz 2022 y sigamos haciendo revolución!

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Columna: 2022: Una batalla económica que podemos ganar En el inicio del año 2022, quiero transmitir un mensaje optimista y desafiante a aquellos que se sienten fatigados, pesimistas y escépticos. Aunque sé que habrá quienes expresarán sus críticas en los comentarios, me gustaría parafrasear a José Martí y decirles: "Todo lo que tienen que decir, ya lo sé, y tengo respuestas para ello". Somos muchos los que creemos firmemente que podemos ganar la batalla económica que aún no hemos logrado en 2021. Y cuando digo "creemos", no me refiero a expresar emociones entusiastas (que también las tenemos y son positivas), sino a basarnos en razonamientos serenos y datos que nos llevan a pensar que esta difícil batalla puede ser ganada. Aquí están algunas razones que respaldan nuestra creencia: - El pueblo tiene el poder. Como Fidel dijo en los peligrosos años del Período Especial: "Mientras el pueblo tenga el poder, lo tiene todo". - Aunque algunos individuos han acumulado poder económico en el contexto de las dificultades actuales, no tienen poder político. Ese poder reside en el pueblo. - Hemos mantenido conquistas sociales básicas, como la equidad, la educación, la salud, la seguridad ciudadana y la soberanía nacional. - Según Naciones Unidas, Cuba se encuentra entre los países con un Índice de Desarrollo Humano alto (0.783), y además con una tendencia creciente. Aunque todavía no llegamos al umbral de "muy alto" (0.8), no estamos lejos. - Nuestra tasa de alfabetización en adultos (99.87%) es una de las más altas del mundo. Esto es fundamental para una economía basada en alta tecnología. Además, contamos con numerosas universidades e instituciones científicas que fortalecen el capital humano de la nación. - Tenemos una de las mayores cantidades de médicos por cada 1,000 habitantes (8.4) a nivel mundial, superando la media global (1.5) y los Estados Unidos (2.6). - Los medios de producción fundamentales siguen siendo propiedad socialista de todo el pueblo. Es importante no caer en la simplificación al catalogar la educación y la salud como "logros sociales" separados de la economía. Estos también son logros económicos ya que la economía socialista ha permitido financiar la expansión y los resultados de los sistemas de salud y educación. La masiva adhesión a la Constitución de 2019 y la respuesta contundente a las agresiones mediáticas en 2021 demuestran el consenso mayoritario que tenemos en torno al proyecto social socialista. Además, la forma en que enfrentamos la amenaza de la pandemia de la COVID-19 muestra nuestras capacidades para enfrentar retos complejos basados en la ciencia y la participación de todos. Tenemos cimientos sólidos sobre los cuales construir nuestro desarrollo. Los datos duros y testarudos son envidiables para muchos en este mundo. Sin embargo, debemos "cambiar lo que deba ser cambiado" y gestionar cuidadosamente el proceso de transformaciones económicas para que las conquistas sociales expresen su verdadero potencial de desarrollo. Esto implica aumentar el producto interno bruto y la productividad del trabajo, crecer con producciones y servicios de alto valor agregado, expandir sin aumentar las desigualdades sociales, recuperar la tasa de inversión y mejorar la infraestructura productiva, así como aumentar la inserción de nuestra economía en la economía mundial y sus cadenas de valor. Todo esto implica apelar a la ciencia, la tecnología y la innovación, fomentar la creación de nuevas empresas y la extinción de las ineficientes, priorizar el surgimiento de empresas de alta tecnología y pymes tecnológicas, modernizar el sistema financiero, fortalecer la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas y promover el despliegue de empresas cubanas en el extranjero y la inversión extranjera en Cuba. Si observamos detenidamente, ya se han sembrado las semillas de todo esto y hemos obtenido algunos resultados. Sin embargo, aún nos queda mucho por hacer. Como se mencionó en el Informe Central al Octavo Congreso del Partido, es necesario provocar un cambio en las estructuras empresariales, desterrando la inercia, el conformismo y la falta de iniciativa. Las iniciativas para lograr este cambio deben surgir de múltiples fuentes. Todos los revolucionarios cubanos, en sus respectivas posiciones, debemos sentirnos convocados a contribuir con nuestras propuestas e iniciativas. La visión estratégica y la voluntad política de la alta dirección no deben diluirse en los niveles intermedios. Es importante reconocer que este camino conlleva riesgos. El despliegue de la autonomía empresarial en consonancia con los cambios tecnológicos mundiales y la diversificación de productos y servicios nos obliga a encontrar un equilibrio entre crecimiento y control para garantizar la sostenibilidad. La inserción internacional de la economía también implica trabajar con organizaciones que operan en contextos diferentes a los nuestros, con prioridades y valores distintos. Sin embargo, es necesario colaborar con ellas. Estos riesgos podrían llevarnos por el camino de la ingenuidad hacia la restauración de la república por parte de nuestros adversarios históricos o hacia el estancamiento y la rigidez, autoexcluyéndonos del sistema mundial de relaciones económicas. Nadie dijo que la tarea sería fácil, pero la buena noticia es que tenemos la capacidad de hacerlo bien. Sabemos que podemos ganar esta batalla. Contamos con las capacidades necesarias. Nuestros enemigos históricos también lo saben, por eso mantienen el bloqueo. La batalla contra la COVID-19 nos mostró lo que podemos lograr a través de nuestras capacidades científicas y tecnológicas, en estrecha interacción con el Gobierno. Lo mismo podemos lograr en el ámbito económico. La ciencia, la tecnología y la innovación pueden generar aún más avances en la producción de alimentos, la energía, la informatización y otros sectores de la vida económica y social cubana. Son herramientas fundamentales para desacoplar el crecimiento económico y las desigualdades sociales. Los jóvenes de hoy serán quienes lideren esta revolución en estas tareas. Como dijo José Martí cuando Cuba ni siquiera existía como nación: "La revolución no es la que vamos a iniciar en las maniguas: sino la que vamos a desarrollar en la república". Quiero desearles a todos un feliz 2022 y continuar en esta ruta, haciendo revolución en la república.
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