El caos tras las victorias deportivas: ¿por qué los aficionados pierden el control?

El caos tras las victorias deportivas: ¿por qué los aficionados pierden el control?

Las celebraciones deportivas pueden desbordarse en caos y vandalismo, impulsadas por la euforia, el alcohol y la "mentalidad de manada".

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Deportes 06.02.2025

Las celebraciones que siguen a un triunfo deportivo, especialmente en eventos de gran magnitud como el Super Bowl, a menudo se convierten en escenas de caos y vandalismo. Este fenómeno se ha observado en varias ciudades de Estados Unidos, donde el entusiasmo de los aficionados por sus equipos se transforma en actos de violencia y desorden. La pregunta que surge es: ¿por qué ocurre esto? Expertos sugieren que una combinación de factores psicológicos y sociales puede explicar el comportamiento de los aficionados después de una victoria. La "mentalidad de manada" es un concepto clave en este contexto. Tras una victoria, los aficionados se agrupan en celebraciones masivas que pueden desbordar la alegría y llevar a situaciones de riesgo. Brandon Podgorski, director del programa de liderazgo deportivo de la Universidad Cristiana de Abilene, señala que el deseo de estar rodeado de otros que comparten la misma pasión puede hacer que algunos pierdan el control. "La gente se siente envalentonada por el anonimato que proporciona una multitud", afirma, lo que puede llevar a conductas que normalmente no exhibirían si estuvieran solos. El contagio social también juega un papel importante. A medida que algunos aficionados comienzan a actuar de manera violenta o destructiva, otros pueden sentirse impulsados a unirse a esas acciones, buscando pertenencia o validación en su comportamiento. Jason Lanter, profesor de psicología de la Universidad de Kutztown, agrega que "en parte es para alardear, en parte para dejarse llevar por las acciones del grupo". Esta dinámica puede intensificarse rápidamente, convirtiendo una celebración en un alboroto. Además, la mayoría de los disturbios son instigados por hombres, que representan una gran parte de la afición deportiva. Podgorski resalta que la violencia en estos contextos está más asociada con hombres jóvenes, cuya identificación con un equipo puede desencadenar explosiones de agresividad. "Estas emociones para actuar físicamente no parecen ser tan fuertes en las mujeres", menciona, lo que subraya una tendencia de género en estos episodios. Curiosamente, los estudios indican que los aficionados tienden a comportarse de manera más violenta tras una victoria que después de una derrota. Un aumento en los niveles de testosterona puede ser un factor determinante, al igual que la euforia colectiva que se experimenta en celebraciones masivas. "Los niveles de testosterona de los hombres aumentan tras una victoria, lo que, combinado con la necesidad de liberar energía reprimida, puede resultar en comportamientos exaltados", explica Podgorski. El papel del alcohol también es significativo. Muchas de las escenas de vandalismo que capturan las cámaras son protagonizadas por aficionados que muestran signos evidentes de intoxicación. El consumo de alcohol a menudo se intensifica en eventos deportivos, y los partidos programados para más tarde en el día pueden exacerbar este problema al permitir más tiempo para beber. La combinación de euforia, alcohol y el contexto de celebración puede resultar en una explosión de violencia inesperada. Geográficamente, las grandes ciudades tienden a ser más propensas a estos disturbios. La densidad de población facilita la formación de multitudes grandes que pueden volverse caóticas rápidamente. Podgorski observa que "en zonas más pequeñas y rurales, los fuertes lazos culturales probablemente limitan el comportamiento indisciplinado", creando un entorno más controlado en los festejos. Es importante notar que no todas las manifestaciones de afición llevan a disturbios. En otras partes del mundo, especialmente en eventos de fútbol, la violencia tiende a ser más planeada y territorial. Sin embargo, en Estados Unidos, la violencia entre aficionados suele ser espontánea, desencadenada por situaciones imprevistas durante celebraciones. Ante la inminencia del Super Bowl, las fuerzas de seguridad en ciudades como Filadelfia y Kansas City están en alerta. La policía de Kansas City ha incrementado su presencia para prevenir incidentes, reconociendo que la pasión de los aficionados puede llevar a comportamientos inesperados. Sin embargo, el verdadero desafío radica en controlar a aquellos que, impulsados por la emoción y el ambiente festivo, pueden actuar de manera violenta. La intervención de la policía se complica por el hecho de que muchos de los alborotadores no son delincuentes habituales. La mezcla de pasión por el equipo, el contexto festivo y el alcohol puede transformar a ciudadanos comunes en participantes de actos vandálicos. "Es un fenómeno difícil de gestionar", concluye Podgorski, enfatizando la importancia de entender qué motiva a los aficionados a cruzar esa línea entre la celebración y la violencia. La búsqueda de soluciones efectivas para minimizar estos incidentes en futuras celebraciones deportivas sigue siendo un reto relevante para las autoridades y la sociedad.

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