Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La llegada de la Navidad trae consigo un cúmulo de emociones y tradiciones que, en muchas ocasiones, pueden resultar abrumadoras para aquellos que cuidan de un familiar con Alzheimer. Esta época del año, caracterizada por las reuniones familiares y los festejos, no solo representa un reto para los cuidadores, sino también una oportunidad para crear momentos significativos y positivos. Elena de Andrés, psicóloga y coordinadora de los programas grupales de la Fundación Pasqual Maragall, ofrece valiosos consejos para ayudar a las familias a navegar por estas fiestas de manera más llevadera. Uno de los aspectos más cruciales a considerar durante la temporada navideña es la necesidad de mantener un ambiente positivo y tranquilo. Según De Andrés, “promover un entorno saludable es fundamental”. Esto implica crear una atmósfera que no solo favorezca la celebración, sino que también respete las particularidades de cada individuo que convive con Alzheimer. Para ello, la especialista subraya la importancia de establecer una rutina cotidiana organizada, ya que esta puede aportar seguridad tanto a la persona afectada como a su cuidador. Sin embargo, las festividades pueden interferir con estas rutinas, lo que genera incertidumbre sobre cómo proceder. “Es esencial que, aun en medio de la celebración, se mantengan actividades que evoquen su vida diaria”, señala De Andrés. Esto sugiere que incorporar elementos familiares en las actividades navideñas puede ayudar a que la persona con Alzheimer se sienta más conectada y menos desorientada. La clave para disfrutar de la Navidad en familia radica en las adaptaciones que se realicen. La psicóloga enfatiza que, en función de la fase de la enfermedad, se debe considerar la implicación del familiar en la toma de decisiones. “Si la persona aún tiene cierto grado de conciencia, es ideal involucrarla en las decisiones para que se sienta incluida”, aconseja. Por el contrario, en los casos más avanzados, serán los cuidadores quienes deban establecer un entorno que favorezca la comodidad y el bienestar del afectado. La comunicación es otro pilar fundamental en estas interacciones. De Andrés aconseja evitar preguntas abiertas que puedan resultar confusas. Proponer opciones concretas facilita la respuesta de la persona enferma, aliviando así la frustración que puede surgir al no poder expresar sus deseos. Además, es vital recordar que la comunicación no verbal tiene un papel crucial. Gestos simples pueden ser interpretados de manera valiosa, lo que permite a los cuidadores entender mejor las necesidades del enfermo. Las comidas familiares, típicas de esta época, pueden suponer un desafío adicional. Por lo tanto, De Andrés recomienda simplificar los menús y mantener los horarios regulares de las comidas. “Cocinar platos que sean fáciles de masticar y digerir, que además sean del agrado de la persona, es fundamental para su bienestar”, afirma. Manteniendo la rutina en la mesa, se favorece el bienestar emocional y físico del familiar con Alzheimer. Las emociones se convierten en un elemento contagioso en estos encuentros, por lo que cuidar la atmósfera emocional es vital. La psicóloga advierte que, en momentos de estrés, las personas con Alzheimer pueden replicar el estado de ánimo de su entorno. Por ello, crear un ambiente sereno es clave para reducir la ansiedad y fomentar interacciones armoniosas. Es igualmente importante involucrar a toda la familia, incluidos los más jóvenes, en la comprensión de la situación del ser querido. Informar y ofrecer pautas claras puede contribuir a una interacción más natural y respetuosa, eliminando el miedo o la incomodidad en el proceso. Todo esto no solo beneficia al enfermo, sino que también mejora la dinámica familiar en su conjunto. Por otro lado, el soporte a la persona cuidadora es imprescindible. Durante las festividades, la carga de los cuidados puede recargarse en un solo miembro de la familia. Compartir responsabilidades no solo permite que todos disfruten de la celebración, sino que también brinda un respiro necesario al cuidador principal, lo que es crucial para su bienestar. Finalmente, las sobremesas navideñas pueden convertirse en un espacio propicio para actividades que estimulen la mente del familiar con Alzheimer. La música, en particular, es una poderosa herramienta que puede evocar recuerdos y emociones. “Escuchar o cantar villancicos puede generar momentos emotivos y sorprendentes que conectan a la persona con su pasado”, destaca De Andrés. Junto a esto, juegos de mesa que se alineen con los intereses y habilidades del enfermo pueden contribuir a mantener su mente activa, favoreciendo así un ambiente de disfrute y conexión familiar durante estas fechas tan significativas.