Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los recientes hallazgos de un estudio llevado a cabo por el Instituto Glenn Biggs de Alzheimer de UT Health San Antonio y la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston han puesto de manifiesto la relación entre la dieta y el riesgo de desarrollar demencia, específicamente la enfermedad de Alzheimer (EA). Este estudio se suma a una creciente preocupación sobre cómo los hábitos alimentarios pueden influir en la salud cerebral, sugiriendo que una dieta rica en alimentos inflamatorios puede aumentar significativamente el riesgo de estas enfermedades neurodegenerativas. El estudio, publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia, analizó datos de 1.487 participantes mayores de 60 años que no presentaban demencia en un inicio. Utilizando cuestionarios alimentarios, los investigadores calcularon el Índice Inflamatorio Dietético (DII), una herramienta que clasifica los alimentos en proinflamatorios y antiinflamatorios. Los resultados revelaron que aquellos con una dieta más proinflamatoria tenían un 84% más de riesgo de desarrollar demencia, así como un incremento del 21% por cualquier causa y del 20% específicamente por EA. Estos hallazgos respaldan la teoría de que la inflamación asociada con la dieta puede jugar un papel crucial en el proceso neurodegenerativo. A través de mecanismos que involucran la inflamación sistémica, los componentes proinflamatorios en la alimentación pueden contribuir a la inflamación cerebral y a la formación de placas beta-amiloides, un precursor conocido de la enfermedad de Alzheimer. Entre los alimentos identificados como inflamatorios se encuentran el azúcar, las grasas trans presentes en frituras y alimentos procesados, así como los carbohidratos refinados y el alcohol. En contraposición, el estudio también señala la importancia de una dieta que incluye alimentos antiinflamatorios, como aquellos ricos en ácidos grasos omega-3, que se encuentran en pescados grasos como el salmón y las sardinas. Estos nutrientes son esenciales para la salud neuronal y ayudan a reducir la inflamación en el cerebro. La inclusión de frutas y verduras de colores vivos, que son ricas en antioxidantes, también es fundamental para combatir el estrés oxidativo, un factor que contribuye al envejecimiento cerebral. Además, los cereales integrales y las legumbres son recomendados por su capacidad para proporcionar energía sostenida al cerebro, ayudando a mantener niveles estables de glucosa en sangre. Un consumo regular de alimentos ricos en polifenoles, como el té verde y el cacao, ha demostrado también mejorar la memoria y la función cognitiva. Junto a esto, adoptar una dieta mediterránea, rica en aceite de oliva virgen extra y productos frescos, se asocia con una menor incidencia de demencia. La magnitud del problema de la demencia, y específicamente del Alzheimer, es alarmante. En España, se estima que aproximadamente 800.000 personas sufren de esta enfermedad, lo que representa un importante desafío para el sistema de salud. La enfermedad de Alzheimer es responsable entre el 60% y el 70% de todos los casos de demencia en el país, con una prevalencia que aumenta drásticamente con la edad. Aunque es más común en mayores de 65 años, también se presenta en individuos más jóvenes, lo que se conoce como Alzheimer de inicio temprano. La comprensión de los factores de riesgo y la promoción de hábitos alimentarios saludables son esenciales para la prevención de estas condiciones. Una dieta que favorezca la salud del cerebro no solo puede disminuir el riesgo de demencia, sino que también contribuye al bienestar general y a la calidad de vida de las personas mayores. La educación sobre la nutrición adecuada, así como la promoción de estilos de vida saludables, deben ocupar un lugar central en las políticas de salud pública. Es fundamental que tanto los individuos como los profesionales de la salud tomen en cuenta estos hallazgos y apuesten por una alimentación que priorice ingredientes naturales, frescos y antiinflamatorios. La adopción de estos principios puede ser un paso decisivo hacia la prevención de enfermedades neurodegenerativas y la mejora de la salud cognitiva a lo largo de la vida. La investigación en este campo sigue evolucionando, y es probable que se descubran más alimentos y patrones dietéticos que influyan en la salud cerebral. Por ello, es importante mantenerse informado y adaptar nuestras elecciones alimenticias para favorecer una vida más saludable y plena. La demencia, especialmente el Alzheimer, no solo afecta a los individuos, sino que también impacta a sus familias y a la sociedad en su conjunto, haciendo de la prevención un objetivo prioritario en la salud pública.