Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Francisco Lopera, un médico e investigador colombiano que dedicó su vida a la lucha contra el alzhéimer, falleció este martes a los 73 años a causa de un cáncer. Su muerte ha dejado un vacío en la comunidad científica y en las vidas de aquellos que se beneficiaron de su incansable trabajo. Lopera se destacó por su contribución a la investigación sobre el alzhéimer, convirtiéndose en un referente a nivel internacional en la búsqueda de respuestas y tratamientos para esta devastadora enfermedad. Nacido en 1951 en Santa Rosa de Osos, Antioquia, Lopera dedicó más de cuatro décadas a estudiar el alzhéimer, un compromiso que comenzó a pesar de las dudas de sus colegas. En una entrevista, recordó cómo al principio de su carrera le advertían que se estaba metiendo en una "causa perdida". Sin embargo, su pasión y determinación lo llevaron a profundizar en esta compleja enfermedad, que afecta a millones de personas en todo el mundo. "Es donde más lo necesitan a uno, donde más uno puede hacer", afirmaba Lopera, subrayando su deseo de marcar la diferencia en la vida de las personas afectadas. Lopera dirigió el Grupo de Neurociencias de la Universidad de Antioquia, donde su trabajo se centró en una particular población en el municipio de Yarumal, donde el alzhéimer genético ha sido identificado en 25 familias. Este grupo de investigación logró reunir a más de 6,000 personas con la llamada "mutación paisa", lo que convirtió a Colombia en el país con la mayor población de alzhéimer genético del mundo. Este enfoque único permitió a Lopera y su equipo descubrir patrones y posibles tratamientos que podrían beneficiarse en la lucha contra las variantes esporádicas de la enfermedad. Uno de los casos que más marcó a Lopera fue el de Aliria Rosa Piedrahíta, la única mujer en el mundo con la mutación genética del alzhéimer sin haber desarrollado síntomas. Este caso fue considerado un "experimento natural" que atrajo la atención del mundo científico. Lopera y su equipo se dieron cuenta de que el cerebro de Aliria estaba protegido por una mutación que evitaba la aparición de la enfermedad, lo que abrió nuevas vías de investigación para la prevención y el tratamiento del alzhéimer. La trayectoria de Lopera no pasó desapercibida; en 2020 recibió el premio Bengt Winblad Lifetime Achievement, convirtiéndose en el único latinoamericano en obtener este reconocimiento. En 2023 fue galardonado con el Premio Potamkin, considerado el Nobel en el ámbito de la investigación sobre el alzhéimer. Estos premios no solo celebran su contribución a la ciencia, sino que también destacan la importancia de la investigación en regiones donde las enfermedades huérfanas requieren atención urgente. En sus últimos años, Lopera continuó comprometido con la investigación, buscando caminos que imitaran el mecanismo del gen protector que había encontrado en el caso de Aliria. Su admiración por la naturaleza y su incansable curiosidad científica lo llevaron a descubrir conexiones entre el alzhéimer genético y la forma esporádica de la enfermedad. Para Lopera, cada paso en la investigación, incluso aquellos que resultaron en fracasos, era un aprendizaje valioso que lo acercaba a la solución. El impacto de Lopera se extiende más allá de sus logros científicos. Su legado se vivirá a través de las generaciones de estudiantes que tuvo la oportunidad de formar en la Universidad de Antioquia. La institución se ha comprometido a honrar su memoria y continuar su trabajo en la lucha contra el alzhéimer, lo que refleja el profundo respeto y admiración que sus colegas y alumnos sienten por él. Lopera quería ser recordado como alguien que "hizo su tarea", un profesional que dedicó su vida a la ciencia y a la búsqueda de respuestas a una enfermedad que afecta a más de 40 millones de personas en el mundo. Su visión fue clara: deseaba ser visto no solo como un investigador, sino como un pionero que, a pesar de las dificultades, perseveró en su búsqueda de la cura y la prevención del alzhéimer. La noticia de su fallecimiento ha conmovido a la comunidad científica y a las familias de los afectados por alzhéimer, quienes encontraron en Lopera un defensor y un líder en su lucha. Su partida deja un legado de esperanza y determinación que inspira a otros a seguir trabajando en la investigación y el desarrollo de tratamientos efectivos. La lucha contra el alzhéimer continúa, y el nombre de Francisco Lopera permanecerá como un faro de luz en este camino.