
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




En un avance significativo en la investigación sobre la demencia, un nuevo estudio ha sugerido que el uso a largo plazo de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como el ibuprofeno y la aspirina, podría estar relacionado con una reducción en el riesgo de desarrollar alzhéimer. En España, se estima que alrededor de un millón de personas padecen demencia, siendo el alzhéimer la forma más común y temida de esta enfermedad. La investigación, publicada en el Journal of the American Geriatrics Society, abre una nueva vía en la búsqueda de estrategias para prevenir esta devastadora enfermedad. El estudio se basa en un análisis exhaustivo de datos de 11,745 participantes del Estudio Rotterdam, una investigación de base poblacional en los Países Bajos. La media de edad de los participantes era de 66 años y se realizó un seguimiento durante aproximadamente 15,5 años. Este enfoque longitudinal permite a los investigadores observar patrones de uso de AINE y su relación con la aparición de síntomas de demencia. Para evaluar el uso de AINE, se revisaron los historiales farmacéuticos de los participantes, clasificando los medicamentos en dos categorías: aquellos que disminuyen los niveles de la proteína beta-amiloide-42, que se ha asociado con el alzhéimer, y aquellos que no lo hacen. Las acumulaciones anormales de esta proteína en el cerebro son uno de los sellos distintivos de la enfermedad, aunque su relación directa con los síntomas aún no está completamente dilucidada. Los resultados revelaron que el 81,3% de los participantes habían utilizado AINE en algún momento durante el estudio. De este grupo, un 6% solo había utilizado medicamentos no relacionados con la reducción de beta-amiloide-42, mientras que un 46% había tomado una combinación de ambos tipos. Desde esta base, los investigadores clasificaron a los participantes en cuatro grupos según la duración del uso de AINE, desde aquellos que nunca los usaron hasta los que los consumieron durante más de dos años. Los hallazgos mostraron que aquellos que habían utilizado AINE a largo plazo presentaban un menor riesgo de desarrollar demencia, y esta relación se fortalecía en el caso del alzhéimer. En contraste, el uso a corto o medio plazo de estos medicamentos se asoció con un ligero aumento en el riesgo de la enfermedad. Este matiz es crucial, ya que sugiere que el tiempo de exposición a los AINE podría influir en los resultados. Un dato interesante surgió del análisis: el uso de AINE que no afecta los niveles de beta-amiloide-42 parecía ser incluso más efectivo para reducir las probabilidades de diagnóstico de demencia. Sin embargo, los investigadores también encontraron que los portadores del gen APOE-e4, un factor de riesgo conocido para el alzhéimer, no parecían beneficiarse de los efectos protectores de los AINE. Aunque este estudio proporciona una nueva perspectiva sobre la relación entre el uso de AINE y el riesgo de demencia, es importante tener en cuenta que se trata de un estudio observacional. Esto significa que no puede establecer una relación causal directa entre el uso de AINE y la incidencia de demencia. Aun así, los resultados refuerzan la hipótesis de que los procesos inflamatorios podrían jugar un papel crucial en el desarrollo de la demencia. Esta creciente evidencia en torno a la inflamación crónica como un factor de riesgo sugiere que podría ser un objetivo valioso para futuras intervenciones y tratamientos. La comprensión de cómo la inflamación contribuye al deterioro cognitivo puede abrir nuevas avenidas para la prevención y el tratamiento del alzhéimer. En un contexto donde las opciones terapéuticas y preventivas contra el alzhéimer son limitadas, este estudio resalta la importancia de investigar más a fondo el papel de los AINE y otros factores inflamatorios. La comunidad científica, así como los profesionales de la salud, deben considerar estos hallazgos y explorar su aplicabilidad en la práctica clínica. A medida que la investigación avanza, los pacientes y sus familias esperan que se desarrollen estrategias efectivas que les permitan reducir el riesgo de esta enfermedad devastadora. Este estudio es un paso más en el camino hacia la comprensión y posible mitigación de los riesgos asociados al alzhéimer, ofreciendo esperanza a millones de personas en España y en el mundo.