Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La relación entre el ejercicio físico y la salud cerebral ha cobrado un interés creciente, especialmente en el contexto de la lucha contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Según la Sociedad de Alzheimer del Reino Unido, la actividad física regular no solo beneficia al corazón, sino que también desempeña un papel crucial en la reducción del riesgo de desarrollar demencia, un hallazgo que ha sido respaldado por una exhaustiva revisión de 58 estudios de investigación. Este análisis revela que las personas que se ejercitan de manera regular pueden tener hasta un 20% menos de probabilidades de enfrentar este deterioro cognitivo en comparación con aquellas que llevan un estilo de vida sedentario. En un mundo donde el tiempo es un recurso cada vez más escaso, los “guerreros del fin de semana” han aparecido como una alternativa viable para aquellos que tienen agendas ocupadas. Este término se refiere a individuos que concentran su actividad física en uno o dos días a la semana, una práctica que, según un reciente estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine, puede disminuir el riesgo de demencia leve en un 15%. Este hallazgo es especialmente relevante para muchas personas que enfrentan dificultades para mantener una rutina de ejercicio diario. Este estudio, que analizó datos de más de 10,000 adultos en la Ciudad de México durante un período de 16 años, sugiere que incluso aquellos que solo pueden dedicar un tiempo limitado a la actividad física pueden aún beneficiarse de sus propiedades neuroprotectores. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los adultos realicen al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana. La buena noticia es que concentrar este tiempo en el fin de semana puede ofrecer los mismos beneficios que una rutina más distribuida a lo largo de la semana. El ejercicio ayuda a mitigar el deterioro cognitivo en la vejez. Varias investigaciones han demostrado que las personas activas a los 70 años presentan una menor contracción cerebral en los años siguientes, un factor considerado clave en la prevención de enfermedades neurodegenerativas. Por ejemplo, un estudio llamado EXERT destacó que las personas que participaron en un programa de ejercicio aeróbico durante un año no mostraron deterioro en sus capacidades de memoria y pensamiento. En contraste, aquellos que permanecieron inactivos sí experimentaron un deterioro cognitivo notable. La actividad física se puede clasificar en dos tipos principales: aeróbica y de fortalecimiento muscular. La actividad aeróbica, que incluye ejercicios que elevan la frecuencia cardíaca, como caminar, nadar o andar en bicicleta, se ha asociado con resultados positivos en la salud cerebral. Por otro lado, las actividades de fortalecimiento muscular no solo favorecen la salud física general, sino que también ayudan a regular el azúcar en sangre, un factor de riesgo importante para la demencia. Es crucial destacar que el ejercicio no se limita únicamente a las actividades deportivas formales. Actividades cotidianas, como caminar a paso ligero, hacer jardinería o incluso tareas del hogar como cocinar, pueden contribuir significativamente a la salud cerebral. La Sociedad de Alzheimer del Reino Unido enfatiza que mantener un nivel de actividad, por pequeño que sea, puede ser un paso fundamental para reducir el riesgo de Alzheimer. Para aquellos que buscan comenzar o mejorar su rutina de ejercicios, se aconseja empezar con pequeñas cantidades de actividad e incrementarlas progresivamente. Elegir una actividad que se disfrute puede aumentar la probabilidad de mantener el compromiso a largo plazo. Utilizar dispositivos portátiles para monitorear el progreso o establecer objetivos, como caminar 10,000 pasos al día, son estrategias que pueden fomentar la actividad física regular. Además, participar en actividades grupales, como clubes de senderismo o clases de yoga, no solo ayuda a mantener el cuerpo activo, sino que también promueve la socialización, un factor igualmente importante en la lucha contra la soledad y el aislamiento, que son considerados factores de riesgo para la demencia. Estas interacciones sociales son clave para mantener el cerebro activo y comprometido, lo que puede contribuir a una mejor salud cognitiva. En conclusión, el ejercicio físico, ya sea a través de actividades estructuradas o tareas diarias, juega un papel fundamental en la promoción de la salud cerebral y la reducción del riesgo de Alzheimer. A medida que la ciencia continúa desentrañando los beneficios del ejercicio, es imperativo que las personas reconozcan la importancia de mantenerse activas, incluso si eso significa adoptar el estilo de vida de un "guerrero del fin de semana". La combinación de actividad física regular y una vida social activa podría ser la clave para mantener una mente saludable en la vejez.