Microrrelámpagos en gotas de agua podrían explicar el origen de la vida en la Tierra

Microrrelámpagos en gotas de agua podrían explicar el origen de la vida en la Tierra

Científicos de la Universidad de Stanford creen que pequeñas chispas pudieron originar elementos químicos clave en la creación.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud 25.03.2025

Un nuevo y fascinante estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford ha comenzado a desentrañar uno de los grandes misterios de la ciencia: el origen de la vida en la Tierra. Según los hallazgos, que fueron publicados en la revista *Science Advances*, las primeras moléculas esenciales para la vida podrían haberse formado gracias a pequeños destellos de 'microrrelámpagos' que ocurren entre gotas de agua. Esta teoría abre un nuevo horizonte en el entendimiento de las reacciones químicas que dieron lugar a la vida tal como la conocemos.


El profesor Richard Zare, director del estudio, subraya que este trabajo representa una nueva forma de conceptualizar cómo se formaron los componentes básicos de la vida. Hasta ahora, el conocimiento sobre este proceso había sido limitado, especialmente en relación con la manera en que gases simples, como el metano y el amoníaco, pudieron haber reaccionado para formar moléculas orgánicas más complejas, que son la base de la vida.


En el pasado, se había planteado que la atmósfera primitiva de la Tierra carecía de los enlaces carbono-nitrógeno necesarios para formar compuestos orgánicos. Sin embargo, Zare explica que los gases presentes en la Tierra primitiva, tales como el metano, el agua, el amoníaco y el nitrógeno, no tienen estas uniones. Por ello, la cuestión de cómo se originaron las moléculas vitales para la vida continuaba siendo un enigma.


El experimento del equipo de Zare consistió en rociar gotas de agua sobre una mezcla de metano, dióxido de carbono, amoníaco y nitrógeno gaseoso. Los resultados fueron sorprendentes: se demostró que las interacciones entre estas gotas podían generar las moléculas orgánicas necesarias para la vida, algo que hasta ahora se creía que requería una fuente de energía eléctrica externa.


El fenómeno detrás de esta creación de moléculas se explica a través del efecto Lenard, donde las gotas de agua chocan y se rompen, generando cargas eléctricas. Zare aclaró que las gotas más pequeñas tienden a tener carga negativa, mientras que las más grandes adquieren carga positiva. Esta dinámica es comparable a la electricidad estática o a la formación de rayos durante tormentas eléctricas.


Utilizando cámaras de alta velocidad, los investigadores observaron que cuando gotas con cargas opuestas se aproximan, se producen pequeños destellos de electricidad, que Zare ha denominado 'microrrelámpagos'. Estos destellos son cruciales, ya que proporcionan la energía necesaria para que las moléculas de gas pierdan un electrón, lo que desencadena reacciones entre ellas.


Los resultados muestran que los microrrelámpagos generan suficientes electrones (aproximadamente 12 electronvoltios) para fomentar la formación de compuestos esenciales, como el cianuro de hidrógeno, el aminoácido glicina y el uracilo, un componente clave del ARN. Esto sugiere que eventos naturales, como el rompimiento de las olas o las cascadas, pudieron haber jugado un papel fundamental en la creación de las condiciones necesarias para el surgimiento de la vida.


Este estudio no solo proporciona una nueva perspectiva sobre el origen de la vida en nuestro planeta, sino que también invita a la comunidad científica a reconsiderar las teorías existentes. Si las pequeñas chispas eléctricas resultantes de fenómenos naturales son suficientes para generar los componentes químicos necesarios para la vida, podríamos estar ante una nueva comprensión de cómo se dio inicio a este proceso extraordinario.


Los hallazgos del equipo de Stanford resaltan la importancia de continuar investigando los orígenes de la vida, abriendo la puerta a futuras exploraciones que podrían arrojar más luz sobre cómo surgió la vida en la Tierra y, potencialmente, en otros cuerpos celestes. La ciencia avanza, y con ella, nuestra comprensión de los misterios más profundos del universo.

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