
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Salud 13.04.2025
En los últimos días, ha circulado en redes sociales la alarmante afirmación de que México está enfrentando una "epidemia" de VIH. Esta desinformación, que ha encontrado eco en diversas plataformas, no solo exagera la realidad de la situación sanitaria en el país, sino que también contribuye a la estigmatización de las personas que viven con el virus. En un contexto donde el tratamiento antirretroviral permite a muchos llevar una vida larga y saludable, es crucial desentrañar los hechos de la ficción.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el VIH como un virus que ataca el sistema inmunitario y que, sin un tratamiento adecuado, puede evolucionar hacia el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). La transmisión del virus se produce a través de fluidos corporales de personas infectadas, pero no a través de contacto casual como abrazos o compartir alimentos. Este entendimiento básico es esencial para combatir el miedo y la desinformación que rodean al VIH.
Recientemente, la Secretaría de Salud de México publicó un boletín epidemiológico que informa sobre el acumulado de casos de VIH en el país. Durante los primeros meses de 2025, se registraron un total de 3,838 casos, con los estados del Estado de México, Veracruz y Jalisco liderando las cifras. Sin embargo, la interpretación de estos datos ha sido errónea en algunos casos, conduciendo a la idea engañosa de que el país está en medio de una crisis sanitaria.
La confusión se profundiza cuando se considera el contexto de las proyecciones realizadas por Winnie Byanyima, directora de UNAIDS. Ella advirtió sobre el posible aumento en los casos de VIH debido a recortes presupuestarios en programas de salud en Estados Unidos. Esto no debe interpretarse como una confirmación de una "epidemia", sino más bien como una llamada de atención sobre la necesidad de financiamiento adecuado para el tratamiento y la prevención del VIH a nivel mundial.
En este contexto, es fundamental reconocer que las cifras de VIH en México han mostrado una tendencia que no necesariamente coincide con el alarmismo que se ha propagado. Según los datos de la Secretaría de Salud, hay una necesidad de análisis cuidadoso en cuanto a las tendencias en el tiempo antes de hacer afirmaciones categóricas sobre un aumento de casos.
La desinformación sobre el VIH no solo perjudica la percepción pública del virus, sino que también perpetúa la discriminación hacia quienes lo portan. Una encuesta reciente reveló que un 28.7% de la población considera que convivir con personas que viven con VIH representa un riesgo. Este tipo de actitudes, alimentadas por información errónea, limita el acceso a servicios de salud y contribuye a la exclusión social de estas personas.
El VIH ha pasado de ser una sentencia de muerte en la década de los 80 a convertirse en una enfermedad crónica que puede ser efectivamente manejada con tratamientos adecuados. La disponibilidad de medicamentos antirretrovirales ha transformado la vida de muchas personas, permitiéndoles alcanzar una carga viral indetectable. Esto significa que no solo pueden vivir vidas plenas, sino que también no transmiten el virus a otras personas.
En este sentido, la prevención es un componente clave. La Profilaxis Pre Exposición (PrEP) es un método que ha demostrado ser eficaz en reducir el riesgo de contagio en personas con mayor probabilidad de exposición al VIH. Sin embargo, aún existen barreras que impiden un acceso equitativo a estos tratamientos en México.
La desinformación sobre el VIH y SIDA, alimentada por mitos y prejuicios, presenta una amenaza no solo para la salud pública, sino también para la dignidad de las personas afectadas. Es esencial que tanto los medios de comunicación como la sociedad en general aborden esta problemática con responsabilidad y sensibilidad, promoviendo información veraz y basada en evidencias.
Finalmente, es imperativo que los gobiernos y las instituciones de salud pública trabajen en la educación y el empoderamiento de la comunidad para que la prevención y el tratamiento del VIH se conviertan en una prioridad, garantizando así el bienestar de todas las personas, independientemente de su estado serológico. Combatir la desinformación es un paso crucial en la lucha contra el VIH, y todos tenemos un papel que desempeñar en esta tarea.
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