Impacto devastador de recortes de EE.UU. en financiación para VIH en África

Impacto devastador de recortes de EE.UU. en financiación para VIH en África

EE.UU. recorta 4.200 millones al PEPFAR, afectando gravemente la atención del VIH en África y dejando a millones sin tratamientos vitales.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Salud HACE 18 HORAS

La decisión del gobierno de Estados Unidos de recortar drásticamente la financiación destinada al Plan Presidencial de Emergencias para Alivio del Sida (PEPFAR) ha comenzado a tener un impacto devastador en la salud pública en África. Desde su creación en 2003, este programa ha sido una piedra angular en la lucha contra el VIH/SIDA, proporcionando fondos cruciales para tratamientos y clínicas en una región que ha enfrentado la pandemia con una gran carga de sufrimiento. En 2023, el recorte de hasta 4.200 millones de dólares ha dejado en la incertidumbre a millones de personas que dependen de la ayuda internacional para acceder a tratamientos vitales. Las cifras son alarmantes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), África sigue siendo el continente más afectado por el VIH, con 25,6 millones de personas viviendo con el virus y 380,000 muertes anuales. “En países como Tanzania, Zambia, Malaui, Kenia o Uganda, más del 60% de la respuesta al sida se financiaba a través de fondos estadounidenses”, señala Anne Githuku-Shongwe, directora para África oriental de ONU Sida. Este panorama ha cambiado de manera abrupta, dejando a muchos de estos países ante una grave crisis en la atención a la salud. La respuesta de los expertos es unánime: se trata de una decisión "preocupante" y "lamentable". Salim Abdool Karim, director del Centro del programa de investigación sobre el sida de Sudáfrica (Caprisa), critica la manera en que se ha manejado el recorte. “No ha habido debate, ni negociación, ni oportunidad de cerrar estos programas. Simplemente nos escribieron una carta y nos dijeron que dejáramos de trabajar”, explica, reflejando la brutalidad de una decisión que no parece tener en cuenta las consecuencias humanitarias. A pesar de que el gobierno estadounidense anunció exenciones para algunos programas, la realidad es que esos fondos no han fluido como se esperaba. “No hay quien reciba el dinero porque se ha despedido a todo el personal de Usaid”, afirma Karim, lo que revela un vacío que amenaza con dejar sin tratamiento a millones de personas en el continente. Avril Benoît, directora de Médicos Sin Fronteras en Estados Unidos, advierte que “muchas personas ya han perdido el acceso a tratamientos vitales” y que la falta de claridad sobre la continuidad de estos programas solo aumenta la angustia entre los pacientes. La situación es particularmente crítica en países que dependen casi por completo de la financiación internacional para sus programas de VIH. La República Democrática del Congo, Mozambique, Tanzania y Zambia son ejemplos de naciones donde Estados Unidos representa la mayor parte de la financiación. En la RDC, el 89% de los fondos proviene de EE.UU., lo que deja al país en una situación de vulnerabilidad extrema ante la falta de recursos. La situación en Costa de Marfil es igualmente grave, donde las 516 clínicas financiadas por el PEPFAR atendían al 85% de la población seropositiva. La interrupción de la distribución de medicinas y la realización de pruebas de diagnóstico ha dejado un vacío que podría resultar en un aumento significativo de nuevos casos y muertes. Zimbabue también ha visto cómo programas clave, como DREAMS, que se enfocan en reducir nuevas infecciones entre adolescentes y mujeres jóvenes, se han visto gravemente afectados. Los gobiernos africanos han empezado a responder, prometiendo hacerse cargo de este vacío en la atención. Sin embargo, como advierte Abdool Karim, “el gasto anual per cápita en salud es mucho más bajo de lo que se necesita para tratar a un paciente con VIH”. Esta situación plantea serias dudas sobre la capacidad de los países para cubrir las necesidades de tratamiento y prevención que se requieren. Sudáfrica, el país con la mayor carga de VIH en el continente, no es inmune a estos recortes. A pesar de que el PEPFAR representa solo el 16% del presupuesto nacional contra el VIH, muchas clínicas dedicadas a pruebas y tratamientos han cerrado, dejando a pacientes sin acceso a las medicinas necesarias. La falta de recursos no solo afecta el tratamiento, sino que también pone en riesgo programas de prevención cruciales, como la profilaxis preexposición (PrEP), que ha demostrado ser esencial para proteger a poblaciones vulnerables. Las proyecciones son alarmantes. Usaid estima que, sin la financiación adecuada, habrá entre 30,000 y 64,000 nuevas infecciones y entre 600 y 1,200 muertes para 2028. Sin embargo, muchos expertos prefieren no centrarse en cifras, ya que la realidad de la crisis es mucho más profunda. “Es más seguro decir que habrá un buen número de pacientes que o no recibirán la medicación o dejarán de tomarla”, advierte Abdool Karim. En resumen, la decisión de recortar la financiación del PEPFAR no solo representa un golpe para la lucha contra el VIH en África, sino que también pone en riesgo la salud y la vida de millones de personas. Ante la ausencia de su principal socio en la lucha contra el VIH, los gobiernos africanos se enfrentan al desafío inminente de priorizar sus presupuestos en este ámbito o buscar nuevos donantes que puedan llenar el vacío que deja Estados Unidos. Sin una estrategia clara y un compromiso renovado, las consecuencias de estos recortes podrían ser catastróficas.

Ver todo Lo último en El mundo