
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Salud 07.03.2025
La reciente situación del programa de Cuidados Paliativos (CP) del Instituto Nacional del Cáncer (INC) ha desatado una ola de indignación entre los profesionales de la salud y la sociedad en general. La doctora Mariana Pechenick, referente del área, ha denunciado el desmantelamiento de este programa esencial para el tratamiento del dolor en pacientes oncológicos. Al afirmar que este recorte es "un descuido profundo de nuestros derechos humanos", Pechenick pone de relieve la gravedad del momento que atraviesa el sistema de salud argentino.
Este desmantelamiento no ocurre en un vacío. Se inscribe dentro de un contexto más amplio de recortes y despidos en el sector salud, bajo la dirección del ministro Mario Lugones. Instituciones emblemáticas como el hospital "Posadas" y el de Salud Mental Laura Bonaparte han sido gravemente afectadas, dejando a cientos de pacientes en una situación de vulnerabilidad extrema. La falta de financiamiento ha llevado a la paralización de programas críticos, poniendo en riesgo el acceso a medicamentos e insumos vitales.
El impacto de estas políticas no solo se siente en el ámbito del cáncer, sino que abarca un espectro más amplio de enfermedades que afectan a las poblaciones más necesitadas. La pobreza, un problema creciente en el país, está íntimamente ligada a la salud y el bienestar de los ciudadanos. En este escenario, el Estado, cada vez más ausente, parece escatimar en recursos para aquellos que más los requieren.
La respuesta de la organización gremial de profesionales ha sido contundente. Aseguran que la "motosierra" de los recortes ha causado la suspensión de medicación oncológica para centenares de pacientes, lo que ha resultado en al menos 60 muertes atribuibles a esta falta de atención. La disolución de quince direcciones de salud en menos de 48 horas, incluida la Asistencia Directa por Situaciones Especiales (Dadse), pone en duda la voluntad del gobierno de cumplir con fallos judiciales que exigen el suministro de medicamentos.
Mientras el ministro Lugones niega el desfinanciamiento y promueve la idea de "ejecutar con eficiencia los recursos", un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) revela una alarmante subejecución de fondos en casi todas las áreas de salud. La superintendencia de Servicios de Salud presenta una subejecución del 69%, mientras que el Instituto Nacional del Cáncer muestra un 55%. Estas cifras evidencian una clara falta de compromiso con la salud pública.
Sin embargo, en medio de esta adversidad, surge una luz de esperanza. La reciente marcha federal en defensa del sistema de salud, convocada por la Asociación de Profesionales y Técnicos del hospital "Garrahan" y apoyada por una amplia gama de organizaciones, muestra que la ciudadanía no está dispuesta a aceptar la degradación de su derecho a la salud. Con la consigna de "No negociamos el derecho a la salud y a la vida", miles de manifestantes se han unido para exigir un cambio.
La crueldad que se manifiesta en el ámbito de la salud se entrelaza con fenómenos que trascienden fronteras y contextos. Recientemente, un video generado por inteligencia artificial, en el que se muestra al expresidente estadounidense Donald Trump disfrutando de una vida de lujos en medio de la devastación de Gaza, ha provocado un profundo malestar y reflexión. El psicoanalista Sergio Zabalza aborda esta temática en su artículo "El goce de la crueldad digital", donde cuestiona el significado de la humanidad en tiempos de tales representaciones.
Zabalza plantea que la contemplación de tales imágenes, que muestran la aniquilación y el sufrimiento, genera una sensación de horror que a menudo deja sin palabras. Nos confronta con la pregunta de qué significa ser humano en un mundo que puede banalizar la tragedia y el exterminio. La crueldad, en este sentido, no solo se manifiesta en la desatención hacia los pacientes de cáncer, sino también en la forma en que se representan y se disfrutan las catástrofes ajenas.
La confluencia de estas realidades nos invita a reflexionar sobre el estado actual de nuestra sociedad y el sistema de salud. En un momento donde la crueldad parece normalizarse y hacerse palpable, es esencial que no perdamos de vista nuestra humanidad. La defensa del derecho a la salud y a la vida es una lucha que nos concierne a todos, y es una batalla que no podemos permitirnos perder. Las vidas de nuestros compatriotas dependen de ello.
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