
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Salud 02.03.2025
En el corazón de St. Charles, Missouri, el viaje de Sue Bell a través de la enfermedad de Alzheimer encarna la compleja realidad que enfrentan muchos pacientes y sus familias. Diagnosticada en 2019, Sue fue una de las primeras personas en EE. UU. en recibir Leqembi, un medicamento aclamado como un posible avance en la lucha contra el Alzheimer. Sin embargo, casi cuatro años después, a medida que su condición ha progresado, persisten preguntas sobre la efectividad del tratamiento y el futuro incierto que se avecina.
Ken Bell, el esposo de Sue, se muestra ambivalente sobre el impacto del medicamento en su enfermedad. "Creo que le ayudó," reflexiona, "pero no estoy seguro." Esta vacilación no es única; muchas familias que lidian con el Alzheimer enfrentan dilemas similares respecto a los nuevos tratamientos. Leqembi, junto con otro medicamento llamado Kisunla, fue diseñado para eliminar beta-amiloide del cerebro, una sustancia vinculada a la progresión destructiva de la enfermedad. Si bien los estudios sugieren que estos medicamentos pueden ralentizar el deterioro de las funciones cognitivas, no restauran la memoria o las capacidades de pensamiento perdidas.
La Dra. Joy Snider, neuróloga en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, enfatiza la variabilidad en los resultados del tratamiento. "Algunas personas progresan, otras se encuentran bastante bien," señala, destacando la naturaleza impredecible de la progresión del Alzheimer y la respuesta al tratamiento. La experiencia de Sue refleja esta incertidumbre; a pesar de haber mostrado inicialmente promesas, los efectos del medicamento han disminuido a medida que su condición ha avanzado.
Sue notó por primera vez signos de problemas en 2019 mientras trabajaba como maestra sustituta, luchando con tareas tan simples como la ortografía. Una serie de pruebas cognitivas y escaneos cerebrales confirmaron su diagnóstico, lo que la llevó a unirse a un ensayo clínico para lecanemab en 2020. Esta decisión, impulsada por el deseo de ayudar a otros y una chispa de esperanza por tratamientos futuros, la llevó a realizar viajes regulares a St. Louis para infusiones intravenosas.
Durante un tiempo, hubo momentos de alegría. La memoria de Sue parecía mejorar lo suficiente como para hacer un viaje a Nueva York, una experiencia preciada que recuerda con cariño. Sin embargo, a medida que la enfermedad progresó, la pareja enfrentó la dura realidad de los rendimientos decrecientes del tratamiento. Para finales de 2024, el deterioro cognitivo de Sue alcanzó un punto en el que continuar con el medicamento ya no era viable, lo que llevó a Ken a suspender su tratamiento.
La Dra. Snider reconoce que, si bien Leqembi puede no funcionar para todos, representa un cambio significativo en el cuidado del Alzheimer. "Personas como Sue y Ken son la razón por la que tenemos un nuevo medicamento, y la razón por la que podemos dar esperanza a muchas personas con esta enfermedad," afirma, subrayando el papel crítico de la participación de los pacientes en ensayos clínicos.
A pesar de la esperanza que ofrecen los nuevos medicamentos, el costo emocional de la enfermedad sigue siendo profundo. Ken describe momentos de desorientación para Sue, como cuando pidió mudarse a un hogar de cuidado, solo para insistir más tarde en regresar a casa después de una breve estancia. "Ella todavía me reconoce, todavía conoce a nuestros hijos," comparte, pero reconoce los crecientes desafíos de mantener su cuidado en casa.
A medida que Sue continúa asistiendo a un centro de cuidado de memoria dos veces por semana y Ken organiza el cuidado en el hogar, la pareja enfrenta un futuro incierto. Con las realidades del Alzheimer volviéndose cada vez más difíciles, la necesidad de apoyo y cuidado integral se vuelve cada vez más apremiante. Mientras navegan por este viaje, la historia de Sue y Ken sirve como un recordatorio conmovedor de las complejidades del tratamiento del Alzheimer, la resiliencia emocional de las familias y la búsqueda continua de soluciones efectivas en la lucha contra esta devastadora enfermedad.
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