Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A cuatro décadas del descubrimiento del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), la lucha contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) sigue siendo un desafío importante para la salud pública, tanto en México como en el resto del mundo. A pesar de los avances en tratamientos antirretrovirales, la falta de una cura y de una vacuna efectiva continúa afectando la vida de millones de personas. Según datos de ONUSIDA, alrededor de 40 millones de personas en el mundo viven con esta infección, y es alarmante que un porcentaje significativo no esté consciente de su estado. En México, la situación no es diferente, con un registro de aproximadamente 13,000 nuevos casos de SIDA cada año, según el Consejo Nacional para la Prevención y el Control del SIDA (CONASIDA). A pesar de que se ofrece tratamiento antirretroviral de forma gratuita en centros especializados como la Clínica Especializada Condesa, muchas personas se presentan para recibir atención médica en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que complica su tratamiento y reduce sus expectativas de vida. La investigadora Leonor Huerta Hernández del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM explica que la infección por VIH es crónica y asintomática en sus primeras etapas, lo que lleva a muchas personas a ignorar su estado de salud. Este desconocimiento es crítico, ya que aquellos que inician el tratamiento antirretroviral en fases avanzadas de la infección enfrentan una reducción significativa en su esperanza de vida. Las pruebas de detección temprana son fundamentales para cambiar esta narrativa y brindar a los infectados la oportunidad de vivir con una carga viral indetectable. El VIH se transmite principalmente a través de relaciones sexuales no protegidas, pero también puede ser adquirido por transfusiones de sangre contaminada o de madre a hijo durante el embarazo y el parto. Si bien la prevalencia de infecciones ha aumentado entre hombres heterosexuales y mujeres, la comunidad LGBTQ+ sigue siendo una de las más afectadas. La epidemia sigue evolucionando y se hace evidente la necesidad de una mayor concientización en la población general sobre las formas de prevención y detección del VIH. Uno de los aspectos más complejos de tratar el VIH es su capacidad para mutar. Este virus presenta tres enzimas fundamentales que le permiten replicarse dentro de los linfocitos humanos, y los tratamientos antirretrovirales buscan bloquear estas enzimas para evitar la multiplicación del virus. Sin embargo, si el tratamiento se interrumpe, el VIH puede resurgir rápidamente, lo que resalta la importancia de la adherencia continua al tratamiento para evitar el desarrollo de cepas resistentes. A lo largo de las décadas, ha habido un esfuerzo constante por desarrollar una vacuna contra el VIH. Sin embargo, el avance ha sido escaso debido a la naturaleza altamente mutante del virus y su interacción con el sistema inmunológico humano. Huerta Hernández advierte que cuando se introduce una vacuna, el VIH se replica en las células ya activadas del sistema inmune, lo que complica aún más la posibilidad de desarrollar una respuesta eficaz. La falta de un avance significativo hacia una vacuna ha llevado a muchos investigadores a replantear estrategias para enfrentar la epidemia. La educación sobre el VIH, la promoción de prácticas seguras y el acceso a pruebas de detección son algunos de los pilares en los que se debe trabajar para reducir la transmisión del virus. La creación de un entorno de apoyo y comprensión es vital para aquellos que viven con VIH y sus familias. A pesar de los retos, es importante reconocer los avances realizados en el tratamiento del VIH desde su descubrimiento. La posibilidad de llevar una vida normal y saludable con el virus es una realidad para aquellos que acceden a la terapia antirretroviral. Sin embargo, para que esto se convierta en una norma, es crucial que el acceso al tratamiento y a la educación sobre el VIH sea universal y no esté restringido a ciertos grupos demográficos. La lucha contra el VIH/SIDA no se detiene, y con cada año que pasa, se hace evidente la necesidad de un enfoque más integral que incluya tratamiento, prevención y, sobre todo, desestigmatización. La comunidad médica y los activistas deben trabajar juntos para asegurarse de que la historia del VIH no sea una de sufrimiento y pérdida, sino de esperanza y resiliencia, construyendo un futuro en el que cada individuo pueda vivir libre de este virus.