Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El debate sobre el fluoruro en el agua potable ha resurgido, especialmente a la luz de las controvertidas declaraciones de Robert F. Kennedy Jr. respecto a su posible papel en la administración Trump. El compromiso de Kennedy de eliminar el fluoruro del agua pública ha desatado una tormenta de críticas por parte de dentistas y expertos en salud pública, quienes afirman que el fluoruro es vital para mantener la salud bucal, especialmente entre los niños. El fluoruro ha sido reconocido durante mucho tiempo por su capacidad para prevenir caries y fortalecer los dientes. Investigaciones que datan de mediados del siglo XX demuestran que las comunidades con agua fluorada experimentan tasas de caries significativamente más bajas. Por ejemplo, Grand Rapids, Michigan, fue la primera ciudad en introducir la fluoración del agua en 1945, y para la década siguiente, la incidencia de caries en los niños había disminuido en más del 60%. Las implicaciones de esto son profundas, ya que las caries no tratadas pueden llevar a complicaciones severas, incluyendo infecciones y pérdida de dientes, lo que puede afectar negativamente la capacidad de los niños para comer, hablar y rendir académicamente. Sin embargo, aunque los beneficios del fluoruro están bien documentados, también han surgido preocupaciones sobre sus posibles riesgos. Los críticos del fluoruro a menudo citan estudios que vinculan niveles altos de exposición—particularmente en mujeres embarazadas y niños pequeños—con efectos adversos en la salud, incluyendo posibles impairments cognitivos. La controversia se centra en la cantidad de fluoruro consumido, ya que el límite legal en el agua potable de EE. UU. está establecido en cuatro miligramos por litro, con un nivel recomendado de 0.7 miligramos por litro destinado a maximizar los beneficios mientras se minimizan los riesgos. Actualmente, la mayoría de los sistemas de agua en EE. UU. se encuentran dentro del límite recomendado; sin embargo, aproximadamente el 15% superan este umbral. El fluoruro de origen natural, a menudo resultado de escorrentías de rocas y suelo, contribuye a estos niveles elevados, especialmente en pozos privados que son menos estrictamente monitoreados. Los estudios que exploran los efectos cognitivos de la exposición al fluoruro han producido resultados mixtos. Un estudio canadiense de 2019 sugirió una correlación entre los niveles elevados de fluoruro durante el embarazo y puntajes de CI más bajos en niños varones. Por el contrario, investigaciones más recientes realizadas en Australia no encontraron diferencias en el desarrollo cognitivo entre niños que consumen agua fluorada y aquellos que no. Esta inconsistencia ha perpetuado un acalorado debate entre expertos sobre la seguridad del fluoruro. Para los padres, particularmente aquellos con niños pequeños, las recomendaciones varían. Algunos expertos aconsejan limitar la ingesta de fluoruro durante el embarazo, mientras que otros sostienen que la evidencia no justifica la preocupación. La Asociación Dental Americana continúa afirmando que el uso de agua fluorada para la fórmula infantil es seguro, aunque recomiendan considerar opciones sin fluoruro para reducir el riesgo de fluorosis dental. Con los llamados a la posible eliminación del fluoruro de los sistemas de agua pública ganando fuerza, es esencial considerar las implicaciones más amplias. Los expertos advierten que tal medida podría llevar a un aumento en las caries, especialmente entre los niños en comunidades de bajos ingresos que ya carecen de acceso a atención dental adecuada. Estudios indican que los niños en áreas no fluoradas experimentan tasas de caries significativamente más altas en comparación con sus compañeros en comunidades fluoradas. A medida que la conversación sobre el fluoruro continúa, es crucial que las personas se mantengan informadas sobre la calidad de su agua y los niveles de fluoruro. Las utilidades de agua están obligadas a proporcionar informes anuales de confianza al consumidor que detallan las concentraciones de fluoruro, y aquellos que dependen de pozos privados deben buscar pruebas para garantizar niveles seguros. En conclusión, el debate sobre el fluoruro es complejo, abarcando tanto sus innegables beneficios para la salud bucal como los posibles riesgos asociados con la exposición excesiva. A medida que los expertos en salud pública continúan navegando por este asunto controvertido, el enfoque debe permanecer en salvaguardar la salud de todos los estadounidenses, particularmente de poblaciones vulnerables como niños y familias de bajos ingresos.