Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El desgarrador viaje de Maria Costigan es un recordatorio contundente de los profundos desafíos que enfrentan las mujeres que buscan protección contra la violencia doméstica a través del sistema legal. Casi una década después del brutal asesinato de su sobrina, Tara Costigan, Maria reflexiona sobre las insuficiencias de las órdenes de violencia doméstica (DVO, por sus siglas en inglés) destinadas a proteger a personas vulnerables como Tara de sus agresores. En los días previos a ese fatídico evento, Tara, una nueva madre que apenas había dado a luz una semana antes, había buscado protección legal contra su ex pareja, Marcus Rappel. A pesar de sus esfuerzos por conseguir una DVO provisional, la respuesta de Rappel fue escalofriante: desestimó públicamente la orden como insignificante, proclamando: "Solo es un pedazo de papel". Sus acciones posteriores demostraron trágicamente que sus temores eran fundados, cuando asesinó a Tara con un hacha, presenciado por sus dos jóvenes hijos. Este horrible caso no es aislado. Investigaciones indican que uno de cada cuatro delincuentes condenados por feminicidio ya estaba incluido en una orden de intervención antes de cometer sus crímenes. Con tantas mujeres recurriendo a los tribunales en busca de protección, los datos plantean preguntas críticas sobre la eficacia de los marcos legales actuales. ¿Han mejorado realmente estos sistemas la seguridad de las mujeres, o las colocan inadvertidamente en un peligro aún mayor? Expertos, incluida la profesora Kate Fitz-Gibbon de la Universidad Monash, argumentan que el sistema de órdenes de intervención ha fallado en cumplir su promesa de seguridad. Dado que el período inmediatamente posterior a la emisión de una orden se reconoce como especialmente peligroso, surge la pregunta: ¿qué medidas están en marcha para salvaguardar a las mujeres en su momento más vulnerable? Las estadísticas pintan un panorama preocupante. En Nueva Gales del Sur, las infracciones de las órdenes de violencia doméstica han alcanzado un máximo de cuatro años, con Victoria reportando niveles récord de delitos por infracción. Estas tendencias sugieren una realidad inquietante: mientras se emiten más órdenes, la tasa de cumplimiento por parte de los agresores parece estar disminuyendo. Michelle Royes, CEO interina de DVConnect, enfatiza la eficacia mixta de las DVO. "A veces son una herramienta poderosa para mantener a las mujeres a salvo", señala, pero advierte que la verdadera seguridad a menudo proviene de redes de apoyo fuera del sistema legal. Este sentimiento resuena con las experiencias de muchas mujeres que descubren que las órdenes de protección que buscaron para su seguridad pueden, en ocasiones, conducir a una violencia escalada en lugar de disuasión. Las secuelas de la muerte de Tara Costigan han dejado una marca indeleble en Maria, quien ha transformado su tragedia personal en un llamado a la reforma. Aboga por penas más severas para quienes infrinjan las DVO y por medidas de aplicación más rigurosas, incluida la posible utilización de monitoreo electrónico. Sus experiencias dentro del sistema penitenciario informan aún más sus opiniones, ya que se encontró con Rappel tras su encarcelamiento. El terror que sintió al verlo solo reforzó su creencia de que las medidas actuales son inadecuadas. En respuesta a la crisis en aumento en torno a la violencia doméstica, el Gabinete Nacional anunció recientemente un paquete de financiamiento de $4.7 mil millones destinado a mejorar los apoyos legales y sociales para mujeres y niños. Si bien esto representa un avance, defensores como Royes enfatizan la urgencia de abordar el peligroso período inmediatamente posterior a la emisión de órdenes de protección. A medida que Maria Costigan continúa navegando su propio trauma, sigue siendo una feroz defensora del cambio. Su mensaje es claro: las DVO deben evolucionar de ser percibidas como meros pedazos de papel a instrumentos robustos de protección que realmente salvaguarden a quienes están más en riesgo. La lucha por la justicia y la seguridad de mujeres como Tara Costigan está lejos de haber terminado, y exige atención y acción inmediatas tanto de los legisladores como de la sociedad en su conjunto.