Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Las preocupaciones en torno a la presencia de PFAS, comúnmente conocidos como "químicos eternos", en el agua del grifo de Sydney han generado una amplia ansiedad sobre los posibles riesgos para la salud. Sin embargo, recientes aportes del experto en calidad del agua Stuart Khan sugieren que las Directrices Australianas de Agua Potable siguen siendo sólidas y no representan un riesgo para la salud pública. Cada actividad en la vida conlleva un cierto grado de riesgo, y esto incluye la infraestructura de la que dependemos, los alimentos que consumimos e incluso el aire que respiramos. La noción de que algo puede considerarse completamente "seguro" es engañosa, ya que implica la ausencia total de riesgo, un estándar que es, en última instancia, inalcanzable. Khan establece paralelismos con la vida cotidiana, enfatizando que, si bien podemos esforzarnos por la seguridad, también debemos reconocer que eliminar todos los riesgos es impráctico. Informes recientes han destacado la detección de PFAS en algunos de los suministros de agua de Sydney. Estas sustancias son difíciles de descomponer, lo que lleva a su apodo de "químicos eternos". Los químicos específicos de preocupación incluyen el ácido perfluorooctanoico (PFOA), el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el sulfonato de perfluorohexano (PFHxS). Los proveedores de agua potable pública en Australia se adhieren a directrices establecidas que fijan niveles máximos de contaminantes para garantizar que el agua siga siendo segura para el consumo. Las directrices se basan en evaluaciones científicas que identifican umbrales de toxicidad para varios químicos, lo que permite establecer niveles de exposición seguros. Para el PFOA, el umbral se establece en 560 nanogramos por litro (ng/L), mientras que para PFOS y PFHxS combinados, es de 70 ng/L. Estos umbrales están diseñados para minimizar cualquier efecto tóxico potencial. Si bien las agencias de salud en el pasado no clasificaron estos químicos como cancerígenos, hallazgos recientes de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer han cambiado esa perspectiva respecto al PFOA y el PFOS. Este cambio requiere una nueva comprensión del riesgo, donde cualquier nivel de exposición podría potencialmente aumentar el riesgo de cáncer. Sin embargo, Khan señala que niveles de exposición muy bajos equivalen a riesgos muy bajos, y la idea de lograr "cero riesgo" es más una aspiración teórica que una realidad práctica. Las directrices australianas han sido objeto de escrutinio en comparación con los límites estrictos impuestos en Estados Unidos. El enfoque de EE. UU. establece metas aspiracionales para los químicos cancerígenos en "cero", mientras que también establece límites medibles que pueden ser aplicados de manera realista. En contraste, las directrices de Australia se basan en niveles de riesgo tolerables calculados científicamente, teniendo en cuenta las realidades prácticas de las pruebas de agua y la gestión de la seguridad. Khan argumenta que, si bien diferentes países pueden adoptar estrategias variadas para evaluar el riesgo, la esencia de las directrices australianas sigue fundamentada en una ciencia sólida. No hay una causa inmediata de alarma respecto a los riesgos de cáncer del agua del grifo de Sydney, ya que las directrices actuales están diseñadas para proteger eficazmente la salud pública. A medida que la comunidad científica continúa evolucionando su comprensión de estos químicos, será necesario reevaluar las directrices existentes. El desafío radica en equilibrar la búsqueda de riesgos más bajos con las realidades prácticas y los costos. La inversión en mejoras de infraestructura es crucial, pero es vital sopesar los beneficios potenciales frente a los gastos financieros de lograr reducciones marginales de riesgo. En conclusión, si bien la vigilancia es importante y las actualizaciones continuas de las directrices de agua potable son necesarias, tanto los funcionarios como el público deben abordar el tema de los "químicos eternos" con una comprensión medida del riesgo. Las directrices australianas, tal como están, no solo son válidas, sino que sirven como base para garantizar la seguridad del agua potable en Sydney y más allá.