Bebidas de bienestar o dependencia peligrosa: el lado oscuro de las alternativas en tendencia.

A medida que la sobriedad se convierte en una opción más popular para muchas personas, la búsqueda de bebidas alternativas ha llevado a un aumento en productos como Feel Free, una bebida de bienestar que contiene kratom y kava. Para aquellos que navegan por situaciones sociales sin alcohol, estas bebidas se comercializan como alternativas seguras, energizantes y que mejoran el estado de ánimo. Sin embargo, una exploración más profunda de las experiencias de los usuarios y las opiniones de expertos plantea preguntas críticas sobre los posibles riesgos asociados con estas bebidas de moda. Charles Bryan, un entrenador personal de Nueva York, recurrió inicialmente a Feel Free cuando dejó de consumir alcohol. Buscaba una bebida que pudiera proporcionarle un impulso social en reuniones sin los efectos adversos del alcohol. Atraído por anuncios en redes sociales que presentaban el vibrante empaque de la bebida y afirmaciones sobre un estilo de vida glamuroso y libre de alcohol, Bryan comenzó a consumirla en ocasiones especiales. Sin embargo, lo que comenzó como un capricho ocasional rápidamente se convirtió en un hábito diario. En cuestión de meses, se encontró bebiendo múltiples botellas al día y experimentando síntomas de abstinencia cuando intentaba reducir su consumo. Jasmine Adeoye, una joven de 29 años de Austin, comparte los sentimientos de Bryan, revelando sus propias luchas con la dependencia de Feel Free. Después de escuchar sobre la bebida en varios pódcast de estilo de vida, inicialmente disfrutó de la sensación que le proporcionaba. Sin embargo, con el tiempo, su nivel de consumo aumentó hasta el punto en que no podía comenzar su día sin ella. Al igual que Bryan, enfrentó síntomas físicos de abstinencia, lo que transformó su percepción de la bebida de un tónico saludable a una sustancia que sentía la necesidad de consumir. El hilo común entre muchos usuarios es el engañoso marketing que rodea al kratom, un suplemento no regulado derivado de un árbol del sureste asiático. A pesar de su uso tradicional para el alivio del dolor y la estimulación, el kratom está ganando popularidad en bebidas de bienestar, a menudo sin que los consumidores comprendan completamente su potencial de dependencia. Estudios científicos indican que el consumo regular—particularmente más de tres veces al día—puede llevar a la dependencia física. Si bien los expertos coinciden en que el compuesto activo del kratom, la mitraginina, no produce los mismos efectos que los opioides como la heroína, aún interactúa con los receptores opioides de una manera que puede conducir a la dependencia. A medida que los usuarios continúan compartiendo sus experiencias en plataformas como TikTok y Reddit, una demanda colectiva contra Botanic Tonics, el productor de Feel Free, destaca las crecientes preocupaciones sobre las prácticas de marketing que promueven la bebida como una alternativa segura al alcohol mientras minimizan sus riesgos. La empresa ha realizado cambios recientes en su etiquetado y restricciones de edad, pero los críticos argumentan que los consumidores siguen estando en gran medida desinformados sobre las implicaciones para la salud del consumo regular de kratom. Expertos en salud pública como Kirsten Smith de la Universidad Johns Hopkins enfatizan la necesidad de regulación en lugar de prohibición de los productos de kratom. Argumentan que pautas claras podrían ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas. “Cuanto menos sabemos sobre algo, más arriesgado es inherentemente, incluso si no es peligroso”, señala Smith, reflexionando sobre la complejidad de establecer la seguridad en el floreciente mercado de bebidas de bienestar. La industria de las bebidas de bienestar ha visto un aumento significativo, con ventas de bebidas funcionales en fuerte ascenso en los últimos años. A medida que los consumidores se inclinan cada vez más hacia productos “naturales”, muchos confunden esto con seguridad. Adeoye, quien inicialmente creía que estaba manteniendo su sobriedad con Feel Free, ejemplifica cómo las líneas entre el bienestar y la dependencia pueden difuminarse. Los expertos argumentan que el contexto en el que se comercializan estos productos juega un papel crucial en la percepción del consumidor. Feel Free se encuentra a menudo en tiendas de alimentos saludables o se comercializa junto a otros suplementos de salud, lo que lleva a los usuarios a verlo como una opción benigna. Sin embargo, la realidad de la dependencia plantea serias preguntas sobre la necesidad de decisiones informadas en torno a las nuevas tendencias de bienestar. La continua batalla de Bryan con la abstinencia subraya la urgencia de estudios más exhaustivos y una comunicación más clara por parte de los fabricantes. A medida que navega por los desafíos de reducir su consumo de Feel Free, aboga por una mayor transparencia en la industria del bienestar, enfatizando que, si bien no cree que el kratom deba ser prohibido, los consumidores merecen conocer los riesgos involucrados. A medida que crece el interés en alternativas sobrias, las historias de Bryan, Adeoye y otros sirven como advertencias, recordándonos que no todo lo que se comercializa como “bienestar” está libre de posibles daños. Con la rápida expansión de tales productos, determinar la línea entre elecciones saludables y sustancias que generan hábito se vuelve cada vez más vital para los consumidores que buscan un estilo de vida equilibrado.