Navegando el Final de la Vida: La Urgente Necesidad de Conversaciones Sinceras sobre la Muerte

Navegando el Final de la Vida: La Urgente Necesidad de Conversaciones Sinceras sobre la Muerte

La investigación muestra que los pacientes ancianos a menudo se someten a pruebas médicas excesivas en sus últimos meses, lo que resalta la necesidad de mantener conversaciones abiertas sobre la muerte.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud 29.08.2024

En un mundo donde los avances médicos han extendido la esperanza de vida, la conversación sobre la muerte sigue siendo un tabú incómodo. Investigaciones recientes destacan una dura realidad para los ancianos, revelando que muchos reciben extensas pruebas médicas y tratamientos en sus últimos meses, a menudo a expensas de conversaciones significativas sobre su muerte inminente. Un estudio centrado en pacientes mayores de 80 años en un hospital encontró que 96 individuos se sometieron a un asombroso total de 389 radiografías, 92 ecografías, 192 tomografías computarizadas y seis resonancias magnéticas durante sus últimos seis meses de vida. Estas cifras plantean preocupantes preguntas sobre la idoneidad y necesidad de tales intervenciones cuando los pacientes se acercan al final. Los hallazgos sugieren que la comunidad médica puede estar priorizando las pruebas sobre el diálogo abierto acerca de la muerte, con familias que frecuentemente instan a los proveedores de salud a "hacer todo lo posible" para prolongar la vida. Esta tendencia a evitar conversaciones sobre la muerte a menudo conduce a tratamientos ineficaces que no se alinean con las necesidades o preferencias de los pacientes. En lugar de abordar la realidad de una enfermedad terminal, los médicos a veces recurren a procedimientos invasivos, creando una narrativa falsa de que la supervivencia aún es una posibilidad. Como especialista en cuidados paliativos, he sido testigo de primera mano de las consecuencias de esta evasión. Los pacientes a menudo no reconocen la gravedad de sus condiciones, y las familias pueden estar en negación sobre la inevitabilidad de la muerte. Esta desconexión puede llevar a un sufrimiento innecesario, tanto para los pacientes que soportan procedimientos incómodos como para sus seres queridos que pueden sentirse desprevenidos ante la pérdida. Las estadísticas revelan una tendencia más amplia: aproximadamente un tercio de los pacientes mayores de 75 años ingresados en hospitales probablemente están en su último año de vida. Este cambio demográfico—donde las personas viven más tiempo pero a menudo experimentan múltiples problemas de salud—requiere una reevaluación de cómo se aborda la atención médica en el ocaso de la vida. Si bien el acceso a pruebas y tratamientos médicos no debe estar restringido por la edad, el enfoque debe cambiar hacia proporcionar una atención que beneficie genuinamente al individuo. Para crear un entorno de atención médica más compasivo, debemos fomentar conversaciones abiertas sobre la muerte. Estas discusiones no deberían evocar miedo; más bien, deberían empoderar a los individuos para articular sus deseos sobre la atención al final de la vida. Preguntas sobre arreglos de vida preferidos, actividades significativas y valores individuales—y si priorizan la calidad de vida sobre la cantidad de vida—son cruciales. Las personas merecen la oportunidad de expresar sus preferencias antes de que sea demasiado tarde. Discutir posibilidades y prepararse para el final puede permitir que los individuos mantengan un sentido de dignidad, autonomía y confort, especialmente en sus últimos días. Además, proporcionar orientación sobre asuntos legales, como designar un poder notarial, puede asegurar que sus deseos sean respetados. A medida que abrazamos el progreso médico, debemos igualmente recuperar la sabiduría que rodea a la muerte. Entender que la muerte es una parte inevitable de la vida nos permite enriquecer la forma en que abordamos la atención al final de la vida. Al fomentar conversaciones sinceras sobre la muerte, podemos ayudar a las personas a vivir sus últimos días de una manera que se alinee con sus valores y deseos. En última instancia, reconocer y discutir la muerte no se trata de apresurarla; más bien, se trata de asegurar que la calidad de vida se preserve a medida que nos acercamos a lo inevitable. Solo a través de este diálogo podemos comprender verdaderamente cómo vivir bien a medida que nos acercamos al final de nuestro viaje.

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