Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A raíz de la trágica muerte del actor Matthew Perry, la atención se ha centrado en la creciente tendencia del uso de ketamina en Hollywood y más allá. Los expertos advierten que la convergencia de trauma, una cultura de drogas generalizada y el fácil acceso a recetas está creando una "receta perfecta para la adicción". Dado que las personas en el ámbito artístico a menudo lidian con luchas personales, el atractivo de sustancias como la ketamina puede ser particularmente fuerte. Una simple búsqueda en línea de "receta de ketamina" revela una plétora de anuncios que promueven sus supuestos beneficios para diversas condiciones, que van desde la depresión hasta el dolor crónico. Algunas clínicas en línea prometen acceso a esta droga por solo 100 dólares al mes, a pesar de que la ketamina no está aprobada para estos usos por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA). La FDA solo ha sancionado la ketamina para su uso como anestésico, y aunque se ha aprobado una versión en spray nasal para tratar la depresión, debe ser administrada bajo estricta supervisión médica. Desafortunadamente, este marco regulatorio ha creado una laguna que algunas clínicas de bienestar en línea están explotando. Estas empresas pueden comercializar recetas de ketamina fuera de etiqueta directamente a los consumidores sin la supervisión que enfrentan las compañías farmacéuticas tradicionales. El Dr. Sanacora, un investigador en el campo, destacó las complejidades involucradas, señalando que, si bien hay evidencia que respalda la eficacia de la ketamina en el tratamiento de ciertas condiciones de salud mental, los riesgos son significativos, incluidos efectos secundarios potenciales como alucinaciones, aumento de la presión arterial e incluso la muerte. La situación ha escalado particularmente durante la pandemia. Con el aumento de los servicios de telesalud y las opciones de atención en el hogar, la demanda de tales tratamientos se disparó. Sin embargo, como han señalado algunos profesionales médicos, ciertas clínicas pueden no priorizar la recuperación del paciente, en su lugar enfocándose en mantener recetas continuas que mantengan los beneficios económicos. “Se ha salido de control”, declaró un médico anónimo de manejo del dolor, reflejando las preocupaciones compartidas por muchos en la comunidad médica. Solo dos semanas antes de la muerte de Perry, la FDA emitió una advertencia sobre el uso no aprobado de la ketamina. Su declaración subrayó los peligros que plantea la falta de monitoreo de los efectos adversos por parte de los proveedores de salud en el lugar, levantando alarmas sobre la seguridad de los pacientes que buscan estos tratamientos fuera de la supervisión médica tradicional. A pesar de los posibles beneficios de la ketamina, la realidad es que aún se desconoce mucho sobre sus efectos a largo plazo, especialmente cuando se usa fuera de las pautas aprobadas. El gobierno federal no rastrea sistemáticamente las muertes relacionadas con la ketamina, lo que dificulta comprender completamente el alcance del problema. Esta falta de seguimiento refleja los primeros días de la crisis de los opioides, donde el uso indebido comenzó en entornos médicos legítimos antes de convertirse en una adicción generalizada. A medida que la conversación continúa en torno a los tratamientos de salud mental y las sustancias utilizadas para abordarlos, la trágica pérdida de Matthew Perry sirve como un recordatorio contundente de la urgente necesidad de prácticas seguras y regulaciones sólidas en el floreciente campo de la terapia psicodélica. El panorama actual subraya un diálogo crucial sobre la responsabilidad, la eficacia del tratamiento y el potencial de adicción en un mundo donde la conveniencia a menudo supera la precaución.