La investigación del forense revela fallas sistémicas en la atención médica indígena tras una trágica muerte.

Una investigación del forense sobre la trágica muerte de Ricky "Dougie" Hampson ha planteado serias preocupaciones respecto a los estándares de atención proporcionados a los pacientes indígenas dentro del sistema de salud de Nueva Gales del Sur. Hampson, un padre de ocho hijos de 36 años de la comunidad Kamilaroi-Dunghutti, murió de úlceras estomacales perforadas el 16 de agosto de 2021, menos de un día después de ser dado de alta del Hospital Base de Dubbo. Había sido mal diagnosticado por el médico de emergencias Sokol Nushaj, quien atribuyó sus síntomas al síndrome de hiperemesis cannabinoide, una condición asociada con el uso excesivo de cannabis, a pesar de que Hampson no presentaba síntomas clave como náuseas o vómitos. Durante la investigación, la forense adjunta Erin Kennedy enfatizó que la muerte de Hampson era prevenible, señalando que el personal médico no había logrado reconocer los síntomas críticos que indicaban una condición más grave. En sus conclusiones entregadas el martes, recomendó que se remitiera al Dr. Nushaj a la Comisión de Quejas de Atención Médica por posible conducta profesional insatisfactoria, destacando la necesidad de rendición de cuentas dentro del sistema de salud. La forense también señaló que, aunque no encontró sesgo racial explícito en el tratamiento de Hampson, el enfoque del sistema de salud hacia los pacientes indígenas debe ser reevaluado. "No se prestó realmente atención a la aborigenidad de Dougie", afirmó, reforzando el punto de que un enfoque "ciego al color" en el tratamiento puede llevar a consecuencias graves para comunidades que ya experimentan peores resultados de salud. La investigación determinó que la identidad indígena de Hampson debería haber sido un factor significativo en su evaluación y tratamiento médico. El Dr. Nushaj admitió que el "sesgo cognitivo" desempeñó un papel en su mal diagnóstico, sugiriendo que su reconocimiento de la agitación y el dolor lo llevó a pasar por alto otras posibles explicaciones para la condición de Hampson. Para agravar el error, a Hampson se le administró el sedante droperidol, que enmascaró su dolor y complicó aún más la evaluación médica. A la luz de estos hallazgos, la familia de Hampson expresó su indignación ante las fallas sistémicas que llevaron a la muerte de su ser querido. Su padre, Rick Hampson, manifestó la frustración sentida por la familia, diciendo: “Mi familia y yo estamos tan indignados ante la idea de que Dougie estuviera rodeado de tantos doctores, enfermeras y profesionales médicos durante 18 horas que tenían las habilidades, recursos y conocimientos para salvar su vida”. La investigación ha dado lugar a recomendaciones destinadas a mejorar la experiencia de atención médica para los pacientes indígenas, como el establecimiento de un grupo de consulta y asesoría indígena permanente dentro del Distrito de Salud Local de NSW Occidental. También instó a NSW Health a considerar la modificación de sus prácticas para garantizar que el estatus de aborigen o isleño del Estrecho de Torres de los pacientes se comunique claramente a todo el personal médico. Este desgarrador caso pone de relieve los problemas sistémicos dentro del sistema de salud que afectan desproporcionadamente a los australianos indígenas. A medida que la comunidad busca justicia para Dougie Hampson, hay una necesidad urgente de reforma sistémica para asegurar que tales tragedias no se repitan en el futuro. El llamado a una mayor conciencia y consideración de los factores culturales en el tratamiento médico podría allanar el camino para mejorar los resultados de salud para los pueblos indígenas en Nueva Gales del Sur y más allá.