Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El panorama del tratamiento de género para los jóvenes en el Reino Unido ha cambiado drásticamente tras la revisión de Cass, que ha efectivamente prohibido el uso de bloqueadores de la pubertad para menores de 18 años que enfrentan disforia de género. Este cambio significativo ha dejado a muchas familias y jóvenes enfrentando una serie de decisiones difíciles y a menudo dolorosas respecto a su salud y bienestar. La Dra. Hilary Cass, autora de la revisión, destacó la urgente necesidad de más evidencia que respalde el uso de bloqueadores de la pubertad, que están destinados a retrasar el inicio de la pubertad para aquellos que experimentan disforia de género. Tras sus recomendaciones, el NHS Inglaterra detuvo las prescripciones rutinarias en marzo, una medida que fue replicada por el NHS Escocia en abril. La situación se agravó con una orden de emergencia del gobierno conservador saliente en mayo, que prohibió las prescripciones privadas de los bloqueadores, una decisión que desde entonces ha sido confirmada por los tribunales. Como resultado, la lista de espera para los servicios de atención de género en Inglaterra y Gales ha alcanzado longitudes alarmantes, con más de 5,700 menores de 18 años ahora esperando un promedio de 100 semanas para su primera cita. El cierre del Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (GIDS) en el Tavistock y Portman NHS Trust solo ha añadido más caos, mientras las familias buscan alternativas de atención. A través de las experiencias de quienes se ven afectados por estos cambios, queda dolorosamente claro que la prohibición ha dejado a muchos jóvenes trans en situaciones precarias. Hannah, una niña de 12 años que se ha identificado como niña desde la infancia, se enfrentó a un paro en el proceso que parecía prometedor tras su evaluación en la clínica Sandyford en Glasgow. Su madre, Sarah, explicó que el cambio repentino en la política causó un inmenso sufrimiento emocional para Hannah, quien había expresado profundos temores sobre experimentar la pubertad masculina. Sin opciones disponibles a través del NHS o la atención privada, la familia se encuentra en un limbo, sin saber cómo proceder. De manera similar, Grin, un joven de 17 años que ha tomado la iniciativa de abogar por los jóvenes trans a través de protestas, ilustró los sentimientos de atrapamiento que muchos jóvenes enfrentan. Después de esperar cuatro años por una cita con GIDS, tuvo que tomar el asunto en sus propias manos, obteniendo hormonas en línea mientras lidiaba con el miedo y la ansiedad que acompañaban sus cambios físicos. La historia de Grin resalta una tendencia preocupante: a medida que disminuye el acceso a la atención médica regulada, aumenta la probabilidad de que los jóvenes recurran a soluciones por su cuenta, lo que genera preocupaciones sobre la seguridad y los resultados de salud. Coven, una chica trans de 18 años, comparte sus frustraciones con el sistema de salud. Con las listas de espera del NHS resultando ser largas y a menudo crueles, recurrió a la terapia de reemplazo hormonal sin receta, navegando las complejidades de su transición sin supervisión profesional. Ella comenta de manera conmovedora sobre la falta de apoyo y orientación, cuestionando por qué se ve obligada a autogestionar su atención cuando debería haber ayuda profesional disponible. La conversación en torno al tratamiento de género para los jóvenes sigue siendo objeto de controversia, y Paula, la madre de un hijo trans, iluminó la tensión que rodea las decisiones que enfrentan las familias. Si bien existe un deseo de investigación exhaustiva y atención sistemática, la realidad ha sido una sensación de incertidumbre y miedo respecto a las implicaciones a largo plazo de estos tratamientos. A medida que las listas de espera crecen y las opciones de atención disminuyen, es esencial reconocer las historias humanas detrás de estas estadísticas. Los jóvenes y sus familias no son solo números en un sistema; son personas reales que experimentan luchas genuinas, anhelando comprensión, apoyo y acceso a atención médica apropiada. Con la trayectoria actual, el futuro de la atención médica para los jóvenes que cuestionan su género parece sombrío, y se necesitan discusiones urgentes para abordar las brechas en la atención y asegurar que todas las personas puedan recibir el apoyo que necesitan en un entorno que respete sus identidades y bienestar.