Las agricultoras de Mongolia lideran una revolución nutricional para generaciones más saludables.

Las agricultoras de Mongolia lideran una revolución nutricional para generaciones más saludables.

Las agricultoras de Mongolia, como Zina Zaya y Naranchimeg, están transformando las dietas para mejorar la salud, promoviendo una variedad de verduras en medio de una crisis sanitaria.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Salud 13.08.2024

En un país donde las dietas tradicionales han girado durante mucho tiempo en torno a una selección limitada de verduras de raíz y carne, se está desarrollando una revolución silenciosa. Agricultoras como Zina Zaya y su hija Naranchimeg están allanando el camino hacia un futuro más diverso y nutritivo en Mongolia, una nación que enfrenta alarmantes estadísticas de salud, incluyendo las tasas más altas de cáncer de hígado y estómago en el mundo, así como una asombrosa prevalencia de anemia entre los niños menores de cinco años. Zaya, ahora de 76 años, recuerda una infancia en la que el repollo, las zanahorias y las patatas eran las únicas verduras presentes en su dieta, principalmente durante los almuerzos en la fábrica. Sin embargo, un clima de cambio está tomando lentamente raíces en Mongolia, a medida que pequeñas granjas de verduras comienzan a florecer, impulsadas por organizaciones dedicadas a mejorar las prácticas agrícolas y la nutrición. El invernadero de Zaya y Naranchimeg, repleto de vibrantes tomates, pepinos e incluso brócoli, es un testimonio de este emergente movimiento agrícola. El marcado contraste entre el pasado y el presente subraya un cambio significativo en la dieta mongola. Durante siglos, el clima duro y el estilo de vida nómada limitaron la diversidad agrícola, con una dieta que dependía en gran medida de la carne de res, la harina y la sal. Esta falta de variedad ha tenido consecuencias graves para la salud pública, con el 44% de las muertes en Mongolia atribuidas a enfermedades cardiovasculares vinculadas a malos hábitos alimenticios, además de tasas de cáncer alarmantemente altas. Entra en escena la Asociación de Mujeres Agricultoras de Mongolia, liderada por Byatshandaa Jargal, cuya misión ha sido empoderar a las mujeres a través de la formación agrícola. Jargal, que fue testigo de las repercusiones socioeconómicas del colapso económico de la década de 1990, se dio cuenta de que enseñar a las mujeres a cultivar sus propios huertos podría ayudar a restaurar la dignidad y proporcionar sustento a las familias en apuros. A través de asociaciones con organizaciones como la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, la asociación ha logrado dotar a las mujeres con el conocimiento y las herramientas para cultivar una variedad de verduras, incluso frente al desafiante clima de Myanmar. El camino de Naranchimeg hacia la agricultura de verduras comenzó después de un accidente que cambió su vida en 2006, que la dejó incapaz de trabajar. En busca de una forma de mantener a su familia, se aventuró valientemente en el mundo de la jardinería. “Antes de la formación, solo conocía las zanahorias, las patatas y los repollos,” admite. Ahora, cultiva una variedad de verduras que no solo nutren a su familia, sino que también sirven como una fuente de ingresos, vendiendo dos tercios de su producción a vecinos locales. Sin embargo, concienciar sobre los beneficios de una dieta variada sigue siendo un desafío. Muchos locales aún no están familiarizados con verduras como el apio o los boniatos, lo que limita su potencial impacto en la nutrición. “Es una pena,” lamenta Naranchimeg. “Se están perdiendo muchos nutrientes.” Las dinámicas familiares respecto al consumo de verduras también revelan un cambio generacional. Atarjargal, otra participante de la iniciativa, comparte que sus nietos devoran con entusiasmo los platos basados en verduras, a diferencia de su esposo, que se mantiene firme en su preferencia por los guisos de carne tradicionales. Esta división generacional destaca una creciente aceptación de las verduras entre la población más joven. El movimiento no se limita solo a agricultores individuales, sino que se extiende a iniciativas comunitarias. Viveros y escuelas también están participando, enseñando a los niños sobre jardinería y la importancia de la nutrición. Un vivero en las afueras de Ulaanbaatar ha incorporado el cultivo de verduras en su currículo, asegurando que la próxima generación no solo consuma, sino que también aprecie el valor de las verduras en su dieta. La directora del vivero, Khud Erdenechimeg, enfatiza que para muchos niños, las comidas escolares podrían ser su única oportunidad de comer verduras. A medida que Mongolia enfrenta los desafíos duales de una crisis de salud vinculada a los hábitos dietéticos y los efectos del cambio climático en los medios de vida tradicionales, las iniciativas lideradas por mujeres como Zaya y Naranchimeg son más vitales que nunca. No solo están cultivando cultivos, sino también fomentando una nueva actitud cultural hacia la comida que podría conducir a generaciones más saludables y felices. Con un apoyo, educación y participación comunitaria continuos, la esperanza es que Mongolia gradualmente abrace una dieta más variada y nutritiva, alejándose de los confines históricos del repollo y las patatas.

Ver todo Lo último en El mundo