
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Cada 24 de marzo, el mundo conmemora el Día Mundial de la Tuberculosis, una jornada dedicada a reflexionar sobre una enfermedad que, a pesar de ser prevenible y tratable, continúa cobrando miles de vidas cada año. En un contexto global, más de 10 millones de personas son afectadas por esta enfermedad, que presenta una alarmante tasa de letalidad. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022, se registraron aproximadamente 1,3 millones de muertes a causa de la tuberculosis, lo que resalta la urgencia de intensificar los esfuerzos de prevención y tratamiento. En Argentina, la situación no es menos preocupante. Con más de 10.000 casos anuales y alrededor de 700 fallecimientos, el país enfrenta un desafío significativo en el control de esta enfermedad. La tuberculosis afecta principalmente a los pulmones, pero puede diseminarse a otros órganos, provocando complicaciones severas que pueden ser mortales. La capacidad de transmisión a través de gotas expulsadas al toser o estornudar convierte a esta enfermedad en una amenaza constante, especialmente para los sectores más vulnerables de la población. La doctora Jimena Falco, coordinadora de la sección de tuberculosis de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), subraya que, a pesar de los avances en la investigación y la disponibilidad de la vacuna BCG, la tuberculosis sigue siendo una de las infecciones más persistentes y mortales en el mundo. El hecho de que una cuarta parte de la población global esté infectada por el bacilo de la tuberculosis, aunque sin mostrar síntomas, plantea un desafío adicional en la lucha contra la enfermedad. Las personas con infección latente no pueden transmitir el bacilo, pero tienen un riesgo considerable de desarrollar la enfermedad a lo largo de su vida, especialmente aquellos con un sistema inmunitario debilitado, como los individuos que viven con VIH. De hecho, 167.000 muertes atribuibles a la tuberculosis en 2022 correspondieron a personas portadoras del virus del VIH, lo que pone de manifiesto la interrelación entre ambas afecciones y la necesidad de un enfoque integral en su tratamiento. La sintomatología de la tuberculosis puede ser sutil pero grave, manifestándose a través de fiebre persistente, sudoraciones nocturnas, tos crónica, fatiga y pérdida de peso. Estos síntomas, a menudo confundidos con otras enfermedades, pueden llevar a demoras en el diagnóstico y, como consecuencia, un mayor riesgo de contagio. Es esencial que la población esté informada sobre estos signos y busque atención médica de forma rápida, especialmente si ha estado expuesta al bacilo. A pesar de que la tuberculosis es curable en el 85% de los casos mediante un tratamiento adecuado de 4 a 6 meses, el desafío de las cepas resistentes a los medicamentos persiste. La aparición de tuberculosis multirresistente, que requiere tratamientos más prolongados y costosos, plantea un grave problema de salud pública. Recientemente, se ha informado un aumento en la carga de tuberculosis farmacorresistente, lo que subraya la urgencia de adoptar tratamientos más eficaces y accesibles. La detección temprana se erige como una herramienta fundamental en la lucha contra la tuberculosis. En Argentina, tanto el diagnóstico como el tratamiento son gratuitos en hospitales y centros de salud públicos, pero no siempre la información llega a quienes la necesitan. Por ello, la concientización comunitaria juega un papel crucial en la identificación de síntomas y la promoción de la consulta médica precoz. Las medidas preventivas son igualmente importantes. Desde el uso de barbijos y la ventilación de espacios hasta la vacunación de recién nacidos, cada acción cuenta en la batalla contra la tuberculosis. A pesar de que la cobertura de tratamiento ha disminuido, los esfuerzos deben concentrarse en garantizar la adherencia al mismo, ya que un paciente tratado correctamente no contagia la enfermedad. La tuberculosis no discrimina y puede afectar a cualquier persona, independientemente de su situación socioeconómica. Sin embargo, su estigmatización y la asociación con contextos vulnerables complican aún más los esfuerzos por erradicarla. Por esta razón, es crucial eliminar mitos y brindar información adecuada para que todos tengan acceso a los cuidados necesarios. La OMS propone un enfoque integral que combine los programas de tuberculosis y VIH, buscando evitar que ambas enfermedades avancen juntas. Este ambicioso plan requiere voluntad política, financiamiento sostenido y campañas de información masivas. En un mundo donde cada ocho horas una persona muere por tuberculosis en Argentina, es urgente que se tomen medidas decisivas para revertir esta tendencia y trabajar hacia un futuro donde esta enfermedad sea solo un recuerdo del pasado. La pregunta que queda en el aire es clara: ¿cuándo se comenzará a implementar lo necesario para erradicar una enfermedad que, aunque curable y prevenible, sigue siendo una de las principales causas de muerte en el mundo? La respuesta a esta pregunta será clave en la lucha contra la tuberculosis y en el bienestar de millones de personas a nivel global.
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