Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En los últimos años, las normas sociales relacionadas con los roles de género y el empleo han comenzado a cambiar, especialmente en lo que respecta a la participación de los hombres en profesiones de cuidado. La discusión sobre estos cambios se basa en temas del libro de Hanna Rosin de 2012, "El fin de los hombres", que destacó una dicotomía entre la "Mujer Plástica", adaptable, y el "Hombre de Cartón", rígido. Mientras que las mujeres han navegado con éxito por el mercado laboral en evolución, los hombres a menudo se han aferrado a roles tradicionales como proveedores, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre su identidad en una economía moderna donde tales roles ya no están garantizados. El mercado laboral ha cambiado indudablemente en las últimas décadas. Como destaca Rebecca Patterson, a pesar de las promesas políticas de resucitar empleos de manufactura tradicionales, la realidad es contundente: estos empleos no regresarán. El Banco de la Reserva Federal de St. Louis indica que, incluso con las vacantes laborales actuales ocupadas, el empleo en manufactura seguiría rezagado significativamente respecto a su pico de 1979. Este cambio ha dejado a muchos hombres buscando caminos profesionales alternativos, lo que podría explicar el aumento significativo en el número de hombres registrados en enfermería—un incremento de aproximadamente 140,000 en 2000 a aproximadamente 400,000 en 2023, según Harriet Torry en The Wall Street Journal. Esta tendencia hacia la entrada de hombres en roles tradicionalmente dominados por mujeres—como la enfermería, la enseñanza y el servicio al cliente—refleja una respuesta pragmática a la necesidad económica. A medida que muchos empleos de manufactura se eliminan o se automatizan, los hombres están reconociendo cada vez más la estabilidad y el potencial de crecimiento en el sector de la salud, que ha superado los promedios nacionales en cuanto a crecimiento salarial y del mercado. La necesidad de profesionales de la salud persiste, particularmente en áreas rurales donde los hospitales representan oportunidades clave de empleo. Además, los hombres que transitan hacia estos roles a menudo lo hacen desde diferentes campos o después de haber servido en el ejército, lo que sugiere una disposición a redefinir sus carreras e identidades. Esta adaptabilidad puede surgir de una comprensión más amplia de la masculinidad que evoluciona con el tiempo y está menos atada a estereotipos obsoletos. Al asumir roles tradicionalmente ocupados por mujeres, los hombres no solo contribuyen a la estabilidad económica, sino que también desafían las percepciones sociales del cuidado como un trabajo de bajo estatus. Sin embargo, la afluencia de hombres en estos sectores plantea preguntas sobre las posibles implicaciones para el empleo de las mujeres. Históricamente, cuando las mujeres logran avances significativos en una ocupación, la remuneración asociada tiende a disminuir, como lo señala el análisis de datos del censo realizado por Claire Cain Miller. Este fenómeno, arraigado en sesgos culturales que devalúan el trabajo de cuidado asociado con las mujeres, subraya la necesidad de elevar el estatus de estas profesiones. La presencia de más hombres en roles de cuidado podría, sin quererlo, llevar a mejores salarios y respeto por estos trabajos, beneficiando así a hombres y mujeres a largo plazo. La demanda proyectada de trabajadores de la salud es sustancial, con la Oficina de Estadísticas Laborales estimando casi 200,000 vacantes en enfermería registrada anualmente hasta 2033. A pesar de las predicciones de disminución en los empleos de enseñanza, las vacantes seguirán superando las 100,000 por año debido a jubilaciones. Este panorama no solo indica una oportunidad para que los hombres ingresen a estos campos, sino también una necesidad crítica de una fuerza laboral diversa en roles de cuidado. A medida que los hombres asumen cada vez más responsabilidades de cuidado en el hogar, la normalización de hombres en estas posiciones pagadas puede presagiar un cambio cultural más amplio. Un informe de 2021 de New America revela que, aunque las mujeres todavía participan en el cuidado más que los hombres, un número significativo de hombres—el 45 por ciento—informa haber cuidado de niños o adultos con necesidades especiales. Esta dinámica en evolución pinta un cuadro de masculinidad que valora la participación en el cuidado familiar, desafiando estereotipos de género obsoletos. Si bien siempre habrá individuos resistentes al cambio, muchos hombres están ansiosos por abrazar sus roles como cuidadores, tanto profesional como personalmente. La aceptación gradual de hombres en posiciones de cuidado puede reformar la narrativa social en torno a la masculinidad y el cuidado. A medida que más hombres se involucran en estos roles, contribuyen a una sociedad más equitativa donde el trabajo de cuidado es valorado, no solo por sus contribuciones económicas, sino también por su papel esencial en el cuidado de la comunidad. En conclusión, la creciente participación de hombres en profesiones de cuidado representa un cambio social significativo. A medida que avanzamos, es crucial reconocer y apoyar este paisaje en evolución, donde el cuidado se ve como una responsabilidad compartida. Hacerlo no solo eleva el estatus de estas profesiones, sino que también refuerza la idea de que el cuidado es una expresión virtuosa de la masculinidad, beneficiando en última instancia a todos los miembros de la sociedad.