Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que las temperaturas aumentan y las olas de calor se vuelven más frecuentes, los expertos están sonando cada vez más la alarma sobre la mortal intersección entre el calor extremo y el aislamiento social. La investigación indica que las personas que viven solas se ven desproporcionadamente afectadas durante eventos de calor intenso, como lo evidencian los datos recientes de Europa y el Noroeste del Pacífico de los Estados Unidos. El sociólogo Eric Klinenberg, una voz destacada en esta área de estudio, ha documentado las consecuencias letales de las olas de calor en poblaciones vulnerables durante décadas. Sus observaciones sobre la devastadora ola de calor de 1995 en Chicago, que cobró más de 700 vidas, resaltan un patrón que se está volviendo demasiado familiar. Los más afectados incluyen a los ancianos, comunidades de bajos ingresos y, en particular, aquellos sin una red social cercana. Las condiciones abrasadoras pueden crear entornos donde las personas sufren en silencio, sin nadie alrededor que reconozca los signos de angustia o que ofrezca ayuda. Los hallazgos de Klinenberg sugieren que la divulgación organizada puede mitigar estos riesgos. Al conectar con individuos de alto riesgo—como ancianos, personas con enfermedades crónicas o aquellos que carecen de aire acondicionado—las comunidades pueden implementar estrategias para aumentar la seguridad durante emergencias de calor. "Las agencias de la ciudad pueden hacer llamadas telefónicas, trabajar con organizaciones comunitarias locales y involucrar a miembros de la comunidad, como asistentes de salud en el hogar, para verificar a quienes lo necesiten", enfatizó Klinenberg. Reconociendo las amenazas ocultas que representa la enfermedad por calor, Klinenberg señaló que muchos pueden no discernir entre un mero malestar y condiciones potencialmente mortales como el estrés por calor o la hipertermia. Esta falta de conciencia, sumada al aislamiento, puede llevar a resultados devastadores. "En demasiados casos, esa ayuda llega demasiado tarde", lamentó. Las ciudades de los Estados Unidos están comenzando a adoptar medidas inspiradas en la investigación de Klinenberg. En la ciudad de Nueva York, el departamento de salud lanzó el programa Be a Buddy, que tiene como objetivo fomentar los lazos sociales entre los residentes y mejorar la salud pública al alentar a los voluntarios a verificar a los vecinos ancianos, especialmente aquellos que viven solos y sin acceso a aire acondicionado. Esta iniciativa es parte de una estrategia más amplia para construir la resiliencia comunitaria frente a los desafíos relacionados con el clima. Filadelfia ha dado pasos similares, movilizando a miles de voluntarios para actuar como "capitanes de bloque" que verifican a los residentes vulnerables durante las olas de calor. Su enfoque proactivo ha resultado en un promedio estimado de 45 vidas salvadas cada año. En Baltimore, las agencias de la ciudad han establecido estrategias de comunicación para alertar a los residentes durante emergencias críticas de calor y se han asociado con organizaciones para proporcionar recursos y soluciones de enfriamiento para quienes lo necesiten. La pastora Brenda de la iglesia Allen AME en Baltimore destacó la importancia de la divulgación comunitaria, afirmando: "Es un salvavidas para tantas personas... que no van a usar las redes sociales o no se van a alejar mucho". Esta perspectiva subraya la necesidad de esfuerzos localizados para asegurar que los recursos lleguen a quienes más los necesitan. Sin embargo, a medida que las ciudades implementan estas intervenciones, los expertos advierten que también son necesarios cambios sistémicos para combatir el aislamiento social y mejorar la resiliencia ante el calor. Klinenberg argumenta que la deterioración de los espacios públicos y la desinversión en los vecindarios han exacerbado el aislamiento, instando a una mayor inversión en lugares de encuentro como parques y bibliotecas, particularmente en comunidades marginadas. "Estados Unidos ha descuidado abordar la pobreza urbana y el cambio climático con la urgencia que merecen", declaró Klinenberg. "Por eso tantas personas aquí enfrentan riesgos tan graves a medida que el planeta se calienta". Ante el aumento de las temperaturas, las medidas proactivas y el compromiso comunitario son cruciales. Se alienta a los residentes a verificar a sus vecinos y seres queridos, fomentando una cultura de cuidado que podría, en última instancia, salvar vidas. El camino por delante requiere tanto acciones inmediatas como cambios a largo plazo para garantizar que nuestros entornos urbanos estén equipados para afrontar los desafíos que plantea el calor extremo en un mundo cada vez más cálido.