Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La interrupción del flujo de gas natural desde Rusia hacia la Unión Europea a través de Ucrania ha marcado el inicio del año 2025 con un fuerte impacto en el panorama energético europeo. Gazprom, la empresa estatal rusa, anunció oficialmente la suspensión del suministro, argumentando que esta decisión se debe a la negativa de Ucrania a prorrogar los acuerdos de tránsito. Esta situación genera incertidumbre en varios países, especialmente aquellos en el este del continente, que dependen en gran medida de esta ruta para su abastecimiento energético. El anuncio de Gazprom, aunque esperado, ha encendido alarmas en la Comisión Europea, que rápidamente trató de tranquilizar a los países más afectados. La UE ha asegurado que está "preparada" para abordar la crisis mediante cuatro rutas alternativas. Este enfoque proactivo se basa en un trabajo de preparación que se ha llevado a cabo durante el último año, buscando mitigar las consecuencias del corte del suministro ruso. No obstante, la dependencia de algunos países de esta fuente de energía sigue siendo un motivo de preocupación, dado que hasta un 60% de su gas proviene de este canal. Los países más vulnerables a esta interrupción son Hungría, Polonia, Rumanía y Eslovaquia, todos ellos con conexiones directas a la red gasista de Ucrania. También Italia y Austria se encuentran en una situación delicada, con una alta dependencia del gas ruso. Ante este escenario, el gobierno esloveno ha tomado la delantera, asegurando que estaba preparado para el corte y que no habría riesgo de desabastecimiento, gracias a su infraestructura de gasoductos diversificada con países vecinos. La situación actual no es nueva para la UE, que ya vivió crisis de suministro en 2021 y 2022, cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, utilizó el gas como una herramienta de presión política. Estas crisis generaron picos en los precios de la energía y una inflación que afectó a la economía de los Estados miembros. La experiencia adquirida a lo largo de estos episodios ha llevado a la UE a adoptar un enfoque más resiliente y diversificado en su estrategia energética. Las cuatro rutas alternativas que la Comisión Europea ha delineado para reemplazar el gas ruso son clave en este contexto. La primera ruta implica el uso de gas proveniente de Alemania, que puede recibir gas por barco de otros países. Esta solución se presenta como un salvavidas para los países del este que se verán más afectados por la falta de suministro directo desde Rusia. La segunda ruta a considerar es el acceso a gas de Noruega y el gas natural licuado (GNL) que llega desde Estados Unidos. Esta opción podría ofrecer una fuente más estable y confiable de energía en comparación con las fluctuaciones políticas que han caracterizado el suministro ruso. La capacidad de diversificar las fuentes de gas es crucial para garantizar la seguridad energética en el futuro. La tercera ruta alternativa consiste en transportar gas desde Italia a Austria, que a su vez podría abastecer a Eslovaquia y Eslovenia. Esta interconexión es un ejemplo de cómo la infraestructura europea puede utilizarse para crear una red más robusta y menos dependiente de un solo proveedor. Este tipo de colaboración entre países es esencial para enfrentar desafíos energéticos comunes. Finalmente, la cuarta ruta se plantea a través de la conocida como ruta Trans-Balcánica, que incluye conexiones desde Grecia, Turquía y Rumanía. Esta opción es particularmente interesante debido a la creciente importancia de los Balcanes como un punto crítico en la red de suministro de gas europeo. La diversificación de fuentes y rutas es una estrategia fundamental para asegurar que la UE pueda mantener su nivel de abastecimiento y evitar crisis futuras. En resumen, la decisión de Gazprom de cortar el suministro de gas a la UE a través de Ucrania representa un reto significativo para la seguridad energética en Europa. Sin embargo, la respuesta rápida y organizada de la Comisión Europea, que ha diseñado múltiples rutas alternativas, refleja una mayor preparación ante crisis energéticas. Con la experiencia adquirida en pasados conflictos y un plan de acción claro, la UE se enfrenta a los desafíos de un futuro energético incierto con una combinación de determinación y adaptabilidad. La capacidad de los países europeos para trabajar juntos y diversificar sus fuentes de energía será crucial en este proceso y en la construcción de un sistema energético más sostenible y seguro.