
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido aumentar de manera significativa los aranceles al acero y al aluminio, elevando las tarifas del 25 al 50 por ciento a partir del 4 de junio de 2025. Esta decisión se enmarca dentro de su agenda proteccionista y la guerra comercial que ha mantenido con diversas naciones. Sin embargo, en un giro inesperado, el Reino Unido ha sido el único país que quedará exento de estos nuevos gravámenes.
La medida, comunicada a través de una directiva firmada por Trump, destaca que el país británico recibirá un "tratamiento diferente" en lo concerniente a las importaciones de acero y aluminio. Esta decisión se basa en el acuerdo bilateral alcanzado entre ambas naciones a principios de mayo, lo que resalta la importancia de la relación comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido en un contexto donde las tensiones comerciales son palpables.
Trump argumenta que el aumento de los aranceles es necesario para que las industrias estadounidenses logren "desarrollar y mantener las tasas de utilización de la capacidad productiva necesarias". A pesar de que los gravámenes anteriores habían sido implementados, el presidente sostiene que no han sido suficientes para alcanzar estos objetivos, aunque sí han contribuido a brindar un soporte crítico a los precios en el mercado interno.
La decisión de excluir al Reino Unido de esta medida arancelaria es significativa, dado que representa un intento del presidente estadounidense de fortalecer los lazos con un aliado clave. En un momento en que las relaciones transatlánticas han sido puestas a prueba por diversas razones, este gesto podría interpretarse como un intento de suavizar tensiones y fomentar un entorno comercial más favorable entre las dos naciones.
Previamente a esta decisión, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, había reiterado la importancia de mantener la comunicación con los socios comerciales. En una rueda de prensa, confirmó que la oficina del representante comercial de Estados Unidos había enviado cartas a distintas naciones recordando la proximidad de las fechas límite para las negociaciones arancelarias. Leavitt subrayó que están "en conversaciones con muchos" de los socios "clave", lo que sugiere que la administración Trump aún busca otros acuerdos que puedan mitigar el impacto de los nuevos aranceles.
Es relevante mencionar que Trump había suspendido los aranceles en abril por un periodo de 90 días, con el objetivo de facilitar las negociaciones con sus socios comerciales. Sin embargo, a medida que se aproxima la fecha límite, la presión sobre las partes involucradas parece estar aumentando. La prórroga hasta el 9 de julio de los aranceles del 50 por ciento a la Unión Europea, tras una conversación con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, refleja la complejidad de las relaciones comerciales en este contexto.
Este aumento de aranceles ha generado preocupaciones entre los sectores afectados, quienes temen que se produzcan repercusiones en la economía global. Muchos analistas advierten que tales medidas podrían llevar a represalias de otros países, intensificando una guerra comercial que podría afectar a la economía estadounidense y a la estabilidad de los mercados internacionales.
Los expertos también señalan que el aumento de aranceles podría encarecer los precios de los productos en los Estados Unidos, lo que impactaría directamente al consumidor. En un momento en que la economía global ya enfrenta desafíos significativos, la decisión de Trump puede ser vista como un arma de doble filo que podría tener consecuencias no deseadas.
La situación se torna cada vez más delicada, ya que las industrias nacionales continúan demandando protección frente a la competencia internacional. Sin embargo, la habilidad de la administración Trump para equilibrar estas demandas con la necesidad de mantener relaciones comerciales saludables con otros países será crucial en los próximos meses, especialmente en un entorno donde la incertidumbre económica es la norma.
El futuro de estas políticas arancelarias y sus efectos en la economía global seguirán siendo objeto de seguimiento y análisis a medida que se acerque la fecha de implementación y se desarrollen las negociaciones con los socios comerciales. La comunidad internacional estará atenta a cómo esta nueva fase de la guerra comercial influirá en las dinámicas del comercio global y en la relación entre Estados Unidos y sus aliados.
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