Estados Unidos adopta "modus vivendi" con Venezuela: ¿oportunidad o riesgo?

Estados Unidos adopta "modus vivendi" con Venezuela: ¿oportunidad o riesgo?

El Gobierno de Estados Unidos, lejos de regresar a la política Trump I de máxima presión, parecería interesado en implementar una estrategia que le permita liberar a sus rehenes, a cambio de petróleo

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 14.02.2025

La reciente decisión de la administración estadounidense de adoptar un enfoque de "modus vivendi" en su relación con el régimen venezolano ha generado un debate profundo sobre las implicaciones para el futuro del país sudamericano. Esta estrategia, que se aleja de la política de máxima presión del ex presidente Donald Trump, plantea una serie de preguntas sobre la efectividad de la presión internacional y el papel de Estados Unidos en la búsqueda de soluciones a la crisis venezolana.


Por un lado, el cambio de estrategia puede ofrecer beneficios inmediatos. La liberación de rehenes por parte del régimen y el acceso a recursos, como el petróleo, son objetivos tangibles que podrían ayudar a estabilizar la situación económica en Estados Unidos y aliviar la crisis energética que enfrenta el país. Sin embargo, también plantea un dilema ético significativo, dado que la reducción de presiones podría ser interpretada como una concesión al régimen autoritario, permitiéndole mantener su control sobre el país.


Es evidente que la estrategia de "modus vivendi" no es vista con buenos ojos por todos. Grupos de oposición y defensores de los derechos humanos argumentan que cualquier suavización de las sanciones podría fortalecer al régimen chavista y perpetuar su permanencia en el poder. Este argumento se basa en la premisa de que el chavismo siempre ha utilizado a Estados Unidos como un chivo expiatorio, culpando a la intervención extranjera por el empobrecimiento y la crisis humanitaria que vive el país. Así, el levantamiento de las sanciones podría desmoronar este argumento y fomentar un ambiente propicio para la disidencia interna.


Sin embargo, es fundamental considerar que cualquier proceso de descomposición interna del régimen tomará tiempo. La historia ha demostrado que los regímenes autoritarios a menudo encuentran formas de adaptarse y sobrevivir, incluso en medio de crisis económicas profundas. Por ello, la oposición venezolana enfrenta el desafío de encontrar una estrategia que no solo resista el tiempo, sino que también aproveche las oportunidades creadas por este nuevo enfoque diplomático.


El ejemplo del "modus vivendi" alcanzado entre la Santa Sede y el Gobierno comunista de Polonia en 1949 proporciona lecciones valiosas. Este acuerdo permitió a la Iglesia católica en Polonia reconstruirse y eventualmente convertirse en un actor clave en la disidencia contra el régimen comunista. La creación de una cultura cívica a través de la educación y la promoción de valores democráticos resultó ser un paso crucial que facilitó la transición hacia la democracia. La pregunta que surge es si Estados Unidos tiene un plan similar para activar a la sociedad civil en Venezuela y fomentar un camino hacia la democracia.


Asimismo, es vital no perder de vista los peligros que conlleva esta estrategia. Históricamente, ha habido ejemplos de "modus vivendi" que resultaron en más conflictos que soluciones. El acuerdo Ákrama de 1917 entre el Reino Unido, Italia y el Reino Sanusí es un recordatorio claro de que las concesiones mal planificadas pueden tener consecuencias a largo plazo. En este caso, el acuerdo no sólo fracasó en sus objetivos inmediatos, sino que también sembró las semillas de futuras tensiones en la región.


La clave del éxito de un "modus vivendi" en Venezuela radica en la claridad de los objetivos de cada una de las partes involucradas. Mientras que el régimen chavista podría ver esta situación como una oportunidad para consolidar su poder, Estados Unidos debe asegurarse de que el acuerdo incluya mecanismos que fomenten el respeto por los derechos humanos y la promoción de una transición democrática. La falta de un objetivo claro por parte de Estados Unidos podría resultar en un fortalecimiento del régimen, en lugar de un avance hacia soluciones duraderas.


La disidencia interna es un factor que no debe ser subestimado. La historia ha demostrado que los regímenes autoritarios pueden ser desafiados y, en algunos casos, derrocados desde adentro, pero para que esto ocurra, es esencial que la oposición esté unida y apoyada por una población que crea en el cambio. El papel de Estados Unidos en este contexto debe ser el de un facilitador que empodere a la oposición y fomente el diálogo, en lugar de convertirse en un mero espectador de un proceso que podría perpetuar el status quo.


En conclusión, el nuevo enfoque de "modus vivendi" en la política estadounidense hacia Venezuela presenta tanto oportunidades como riesgos. Mientras que puede facilitar una serie de beneficios inmediatos, es fundamental que las acciones se alineen con una visión más amplia de promover la democracia y el respeto por los derechos humanos en el país. La historia nos enseña que el camino hacia la libertad y la justicia es complicado, pero no imposible, si se actúa con estrategia y convicción.

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