Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un contexto de creciente tensión política y social en Argentina, Javier Milei ha intensificado su lucha por consolidar el poder en un país que atraviesa una crisis profunda. Desde su llegada a la presidencia hace poco más de un año, Milei ha tomado medidas decisivas para controlar diversas instituciones del Estado, desde los servicios de inteligencia hasta la agencia recaudadora de impuestos, pasando por sectores de las Fuerzas Armadas. Esta estrategia ha generado un escenario de enfrentamiento no solo con la oposición política, sino también con el Poder Judicial, un desafío que ahora se agudiza con la inminente jubilación de Juan Carlos Maqueda, juez de la Corte Suprema. El 29 de diciembre representará un hito en la historia del máximo tribunal argentino, ya que con la salida de Maqueda, la Corte se quedará con solo tres de los cinco jueces que la componen. Esta situación ha llevado a Milei a intentar, sin éxito, que el Senado ratifique a sus candidatos para ocupar las vacantes, un proceso que según la Constitución debe ser seguido. Sin embargo, ante la resistencia del Senado, Milei ha considerado la posibilidad de realizar nombramientos por decreto, una maniobra que ha suscitado una respuesta contundente de la Corte. Los candidatos propuestos por el presidente son Ariel Lijo, un juez con un historial polémico, y Manuel García Mansilla, un académico con ideas ultraconservadoras. La elección de Lijo ha generado controversia debido a las más de 30 denuncias por mal desempeño que enfrenta, lo que ha llevado a cuestionar su idoneidad para un cargo tan relevante. Por su parte, García Mansilla se alinea con la visión de Milei de enfrentar lo que él denomina "guerra cultural" contra el progresismo, lo que ha provocado el rechazo de la mayoría peronista en el Senado. A pesar de la falta de consenso, Milei ha mostrado su disposición a avanzar en su agenda, utilizando el argumento de que la Corte no puede funcionar adecuadamente con solo tres magistrados. En este contexto, Guillermo Francos, jefe de Gabinete, ha planteado la cuestión de la eficiencia de la Corte, sugiriendo que la falta de quórum puede llevar a una parálisis en la toma de decisiones. La amenaza de un decreto para nombrar a Lijo y García Mansilla ha sido lanzada, lo que ha intensificado el clima de incertidumbre en torno a la independencia judicial. Frente a este escenario de presión, la Corte Suprema ha respondido con una estrategia institucional. La semana pasada, sus miembros acordaron un reglamento de emergencia que les permitirá solicitar el auxilio de conjueces en caso de que no logren alcanzar la mayoría para firmar sus fallos. Esta medida busca contrarrestar la narrativa del gobierno sobre la supuesta inoperancia del tribunal. En medio de esta contienda, Ricardo Lorenzetti, uno de los jueces de la Corte y apadrinador de Lijo, ha asumido un rol protagónico como defensor de Milei dentro del tribunal. Sin embargo, sus acusaciones de falta de moral hacia sus colegas y su crítica a la ambición desmedida ponen de manifiesto la fractura interna en la Corte, que se ha vuelto un campo de batalla ideológico. Al parecer, el enfrentamiento entre los magistrados no solo es político, sino también personal, dado que Lorenzetti no ha olvidado que en 2018 sus pares le quitaron la presidencia de la Corte. En un sorprendente giro, el saliente juez Juan Carlos Maqueda rompió su habitual silencio en un emotivo discurso de despedida, donde criticó abiertamente a Milei. Afirmó que la democracia no debe estar “a la deriva de hombres que hacen culto a la personalidad” y que es imperativo defender la independencia del Poder Judicial. Sus palabras resuenan como un fuerte llamado a la prudencia y la moderación en un entorno político polarizado, donde los extremos parecen ganar terreno. Cabe destacar que esta situación no solo afecta a la estructura del Poder Judicial, sino que también tiene implicaciones significativas para la democracia argentina. La lucha por el control de la Corte Suprema refleja la batalla más amplia entre diferentes visiones políticas y judiciales en un país que busca recuperar su rumbo en medio de desafíos económicos y sociales. Con la tensión escalando y las instituciones enfrentando un examen de resistencia, la figura de Milei se convierte en un símbolo de la polarización en la política argentina. Las decisiones que se tomen en los próximos días no solo definirán el futuro de la Corte Suprema, sino también el estado de la democracia en el país. En este clima incierto, los argentinos observan con preocupación los movimientos de su presidente y las posibles repercusiones en las instituciones que garantizan el equilibrio de poderes.